Ilustraciones de Alejandro Magallanes
Madrid, Anaya, 2006, Sopa de Libros, 116.
“Versos al nunca jamás” es un precioso poemario que tiende los brazos a la infancia, pero no con el afán de recuperarla, que eso es imposible, sino con la idea de evocarla, de centrar los principales aspectos de esa época que, en la vida del ser humano, es tan trascendental. Decía el poeta que la verdadera patria del hombre es la infancia. Cuando se mata al niño que llevamos dentro, muere la ilusión y nace la frustración y el miedo. Y eso lo sabe muy bien este escritor cubano, Enrique Pérez Díaz. En una clara alusión a Peter Pan, dedica sus versos al “Nunca jamás”, esto es, al “País del Nunca Jamás”, el país del único niño que no creció porque, y ésa es otra gran verdad que Enrique Pérez Díaz conoce bien, “todos los niños del mundo crecen”. Y hay que aceptarlo de la mejor manera, aunque es muy difícil dejar atrás ese mundo en donde el tiempo no corría, en donde las cosas eran más simples, en donde la vida parecía no tener fin: la infancia.
En Versos al nunca jamás se evoca con nostalgia la infancia. Acaso la tristeza que esto pudiera generarnos, el autor la evita con el uso del humor y la ironía. Enrique Pérez Díaz parte de los cuentos tradicionales, pero les da la vuelta. Las cosas no son como parecen y él quiere presentarnos de nuevo a esos héroes de los sueños infantiles, pero con mayor experiencia o, quizá, otra perspectiva de la sus vidas. Para ello, suele escoger los elementos tópicos de esos cuentos y mirarlos desde otra perspectiva que enriquece el poema. Así, los osos echan de menos a Ricitos de Oro, es mejor que la Bella Durmiente no despierte, la bailarina y el soldadito de plomo se buscan sin encontrarse, Caperucita Roja ha perdido interés para los niños de hoy que “nada temen”, Alicia ha vuelto del espejo y todo sigue igual y Blancanieves duda frente a la manzana, aunque siempre tendrá otra oportunidad.
Los versos de Enrique Pérez Díaz son brillantes y sugieren momentos, presencias, esencias. Tienen el poder de convocar, con la palabra, la magia de los cuentos, ese otro mundo de la imaginación en donde, cuando eras pequeño, todo era posible. Desde su edad adulta, el autor recuerda y siente y sabe que ya nada volverá, pero se resiste y vuelve una y otra vez a sus personajes queridos o a los lugares de la fantasía.
El poeta escoge distintos puntos de vista, o bien personifica a sus personajes y les hace aparecen de manera directa o bien es él mismo quien toma la palabra y reflexiona.
Versos al nunca jamás aborda temas importantes como pueden ser el paso del tiempo, la belleza, la amistad o el amor. Y lo hace de una forma sugerente, con serenidad, como tocando levemente las palabras. Nada se pierde en la pluma del poeta, todo se convierte en parte esencial y en símbolo, la manzana, el espejo, el sueño…
Alejandro Magallanes ilustra estos poemas, de una manera sutil, resaltando el humor de algunas de las escenas y tratando de buscar el contraste entre los versos y sus dibujos.
El libro se estructura en tres bloques:
-A los personajes de los cuentos, en donde se dirige a estos personajes que han cambiado, que aún están intentando acabar su personal historia o que han perdido el horizonte. No se trata de versificar los cuentos tradicionales, en absoluto, sino de recrearlos, enriquecerlos con otro punto de vista. Pulgarcito, Simbad, Pinocho, la Sirenita , Campanilla… todos aportan un momento especial, un especial sentir.
-A la magia de los cuentos contiene una serie de poemas unidos por la presencia del elemento mágico, ya sea un espejo mágico, una fórmula mágica, un sortilegio, un conjuro, un hechizo… o un autor, como Andersen, incluso un personaje, como el mago o Merlín y Morgana.
-Al lugar de los cuentos es la tercera parte del poemario y alude, como indica su nombre, a los lugares en donde viven los cuentos, ya sean reales, como un desván, o imaginarios, como la fantasía o la ausencia.
Es un libro muy bien estructurado que trata de reproducir el propio ciclo de la vida. Ya en el prólogo, el poema “Regreso desde mi edad” deja claro el propósito del autor:
“Desde la poesía regreso
a la infancia, intocada
y sublime, edad aquella
que nada puede alcanzar…”
Esos puntos suspensivos enlazan directamente con los poemas que forman el libro y, por supuesto, tienen mucho que ver con el poema del epílogo, titulado “Adiós, Infancia”. El poeta siempre es un visionario y aquí no podría ser la excepción. Enrique Pérez Díaz sabe que acaba de cerrar una puerta, pero se resiste a perder la llave:
“infancia perdida,
viviré confiando
en cuanto ayer tú me mostraras,
infancia,
y ya no he podido –nunca podré-
olvidar”.
Nostalgia y memoria son casi sinónimos en el poemario, porque no existe la una sin la otra. Uno no siente nostalgia de lo que olvida; así lo siente el poeta y así lo plasma. Él, en realidad, sigue con la memoria de su infancia intacta, aunque ha aprendido a contemplarla con otra mirada, la que nos regala en Versos al nunca jamás.
El texto se destina a niños desde 12 años, que seguro reconocerán a los personajes de los poemas y podrán captar la ironía, aunque no entenderán el tono nostálgico, ni tienen por qué entenderlo. Sí lo captarán sus padres y los lectores adultos, porque Versos al nunca jamás se va enriqueciendo conforme los lectores cumplen años. Afortunadamente.
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