lunes, septiembre 12, 2011




Los Ambigú y el caso de la estatua,
Madrid, SM, 2011. (Barco de Vapor, 198)


Los Ambigú y el caso de la estatua es una aventura protagonizada por tres amigos, Esther, David y Sebas, quienes, gracias a sus habilidades y conocimientos en las nuevas tecnologías consiguen, de forma asombrosa, internarse en secretos vedados para la mayoría. No se trata de tres adultos, no, sino de tres niños, quienes se reúnen en una librería viejo en el Barrio Gótico de Barcelona, “El Ambigú”, de ahí el nombre del grupo. Bernardo es el abuelo de Esther y les permite que pasen muchos ratos en el sótano que es donde tienen todo lo que pueden necesitar: “En el sótano –se lee- tenían absolutamente de todo. Un par de ordenadores con conexión rápida a Internet, cámara web, juegos para PC, grabadoras, micros, altavoces y escáner.”.
No es la primera vez que actúan los tres juntos y tampoco es la primera vez que resuelven un caso, como demuestran en El tesoro de los cátaros. De ahí que la policía los tenga, de alguna manera, fichados, en especial la teniente Cubos.
En esta ocasión descubren, de forma casual, un secreto muy bien guardado que les lleva al Vaticano, en un viaje delirante, para hacer el descubrimiento de sus vidas en torno a la Piedad de Miguel Ángel. Tras muchos problemas y no pocos peligros, logran resolver el caso.
Flavia Company tiene la habilidad de unir modernidad con tradición y logra así una combinación sugerente y muy apetecible para los jóvenes lectores quienes disfrutarán con las aventuras del trío “Ambigú” y, a la vez, aprenderán algo de arte. Y no solo eso, sino que conocerán de cerca los tejemanejes de una red de falsificación de obras de arte y aprenderán, de paso, que trabajar en equipo es mejor que hacerlo solo.
El texto se lee de forma rápida puesto que se suceden las escenas trepidantes, pero también se describen muy bien las relaciones de amistad entre los tres amigos y abunda el humor y la ironía en muchas escenas. Queremos destacar, por otro lado, la especial relación entre el abuelo, Bernardo, y los tres chicos. Bernardo aporta su experiencia y su manera de ver las cosas, mientras que los chicos se muestran espontáneos y no miden demasiado bien las situaciones de peligro a las que se enfrentan.
Hay también una particularidad en el relato y es que va muy ligado a las ilustraciones de Pep Brocal. Precisamente una de estas ilustraciones, en blanco y negro, inicia el relato y la autora, en tercera persona, advierte que, dirigiéndose a sus lectores, que esas imágenes pertenecen casi al final de la historia. Es una manera de reclamar la atención de los lectores y hacer que lean con mayor interés el relato.
Los Ambigú y el caso de la estatua es un texto destinado para los lectores desde 12 años que los inicia en la novela de aventuras, pero protagonizada por jóvenes de su edad.























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