La siesta,
Silvia Nanclares – Equipo Elático,
Kókinos, Madrid, 2000
Publicado en Pizca de Papel
“Todos los días después de comer, la casa está a oscuras y en silencio”. Así empieza este hermoso texto que no sabríamos decir si es una historia y no. “La siesta” engarza frases, a la vez que provoca sensaciones en el lector. Va, muy despacio, desvelando un momento cotidiano y, para ello, crea un clima mágico y muy especial. Todos los elementos se conspiran para conseguir la temperatura adecuada de la piel, el gesto, el contacto estrecho, el sosiego, el descanso. “La siesta” nos habla de esa entrega sin igual que solo un niño y su madre pueden brindarse. La madre y su hijo, cuando la casa está en silencio, después de comer, se entregan a un placer de difícil descripción, puesto que es un placer emotivo, que entronca directamente con la raíz de los tiempos cuando la madre, de la especie que fuera, protegía a su hijo y le brindaba cobijo. Es lo que hace la madre de la siesta, aunque ella también disfruta del momento único y esencial que vive con su hijo.
“La siesta” es uno de esos textos iniciáticos que el niño puede paladear a la vez que ejecuta las mismas consignas que se dan en lo que lee o le leen, puesto que va dirigido a niños que aún no saben leer. Es un texto que se cuela en los poros de la sensibilidad y, desde allí, va trabajándonos y preparándonos para la escena final, en que se entiende, de golpe, todo el sentido.
Silvia Nanclares desgrana, muy despacio, como pasa el tiempo durante la infancia, el momento sagrado de una siesta, pero no lo dice hasta que ha acabado. De esta manera, el lector intuye un contacto especial y puro, pero el contexto se brinda, de manera genial, en la última fotografía. Y es que “La siesta” va acompañada de hermosas fotografías del el equipo Elático que captan aquello que el texto sugiere, un poco de luz, el pelo en la frente, un brazo y una pierna, una mano en la espalda… hasta que llega la apoteosis y, sí, claro que sí: “¡Qué maravilloso es echarse la siesta contigo!”.
La editorial Kókinos publica este álbum de manera muy cuidadosa y lo reviste de la magia que un texto como “La siesta” necesita. Se trata, en suma, de un texto breve, pero cargado de símbolos, de sugerencias. Un texto enriquecido con mil y una experiencias, tantas como siestas hayan dormido los lectores con sus hijos o con sus padres, porque “La siesta” se ha escrito para releerse una y otra vez y centrar esa hora mágica del día. Es más, resulta fácil de aprender y, con seguridad, puede acabar siendo una fórmula para iniciar la siesta en los pequeños. Un momento que ellos necesitan y que sus padres –en este caso, la madre- disfrutan plenamente.
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