miércoles, abril 13, 2011




Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964), empezó su andadura laboral en el mundo de la publicidad, hasta que lo dejó para dedicarse a la literatura. Su primera novela fue El príncipe de la niebla con la que ganó en 1993 el primer premio Edebé de Literatura Juvenil. Con La sombra del viento (2001), su último título publicado hasta la fecha, se dio a conocer al público adulto y obtuvo un éxito editorial sin precedentes.
Si hay algo que unifica sus novelas es el clima de misterio que rodea todas las historias. Se trata de unos relatos muy característicos, con elementos de novela gótica y con motivos recurrentes: personajes masculinos, adolescentes, historias enigmáticas, ambientes góticos, de posguerra o entreguerras la mayoría, juegos de verdades y mentiras, autómatas que cobran vida, historias que nos hablan del crecimiento personal....
Ruiz Zafón concede mucha importancia a los decorados y es allí cuando hace gala de las mejores descripciones. En sus obras siempre hay una casa abandonada, siniestra, que esconde un secreto o una casa aún habitada llena de recovecos y de misterios. Son los escenarios del miedo, de la fantasía, del dolor, del amor. Las ciudades que él nos describe aparecen, a menudo, velados por la niebla, tapados por un sudario que nos deja verlo todo con claridad, sino sólo adivinarlo. La lluvia y la llovizna, como la nieve dominan, con su atmósfera triste o calmada, por encima de la primavera o el verano.
En sus primeras novelas, Ruiz Zafón se centró en escenarios alejados de la geografía española; pero en las tres últimas ha escogido la Barcelona eterna como escenario. Una Barcelona que aún esconde secretos, el Barrio del Raval, el Barrio Gótico, las Ramblas, la calle Balmes, Sarriá, la Bonanova; las miserias de las clases acomodadas, las miserias de las clases pobres. Una Barcelona nocturna, muchas veces, fantasmagórica, poblada de presencias extrañas, de seres que nunca seremos capaces de ver.
Vida y muerte, por otro lado, van unidas en las historias que nos cuenta Ruiz Zafón y muchas veces la muerte es liberadora, la única que tiende un manto de consuelo sobre esos seres consumidos por sus miserias que pululan por sus páginas.
Es una literatura, la de Ruiz Zafón, de contrastes, de luces y sombras, de claros y oscuros; donde vivos y muertos, prácticamente, se dan la mano a través del recuerdo y de la memoria.
Son historias que tienen una aparente lectura, pero que, después, sin aviso, cambian totalmente y nos ofrecen otra visión de los hechos. Las apariencias engañan, eso nos dice el autor a cada paso. En ese sentido Ruiz Zafón es muy Barroco, porque, por un lado, nos muestra una figura hermosísima, llena de misterio; pero después, si le levantamos el velo, puede resultar una mujer con el rostro desfigurado y deforme. Y así podríamos poner infinidad de ejemplos.
Un halo fatalista persigue a los seres de Ruiz Zafón, es como si hubiesen nacido, cual criaturas románticas, con el estigma de la desgracia marcado en su cara, con la imposibilidad de aprisionar el amor en sus manos. Es como si estuviesen condenados, por algún dios furibundo, a penar todos los días de su vida y aún después de la muerte.
Vemos, pues, que se trata de unas novelas vivaces, llenas de ritmo, trepidantes, que nos sumergen de lleno en la lectura. Son historias que ejercen un atractivo sobre el lector ya que lo llevan al mundo de lo oscuro, al mundo de lo irracional, a lo que es imposible que sea pero que puede ser... ésa es la magia de Carlos Ruiz Zafón.
En las cinco novelas, no en la última, El juego del ángel, el personaje principal es un chico adolescente, lo cual favorece la identificación con un determinado público lector, aunque no es excluyente: son novelas sin edad, para los que gustan del asombro y el misterio.
El príncipe de la niebla, Barcelona, Edebé (1993) es, como se ha dicho, su primera novela. En el libro, situado en 1943, con la Guerra Mundial adivinándose, se nos narra una extraña historia de misterio. La familia de Max, cuyo padre es relojero, se traslada a un pueblo de la costa francesa y su nueva casa los recibe con un enigma del que ellos no son conscientes. El recuerdo de Jacob, el hijo de los antiguos dueños, es algo más que una losa en el cementerio. Aparece un personaje maligno, que es quien da nombre a la novela, el Príncipe de la Niebla, el Dr. Caín, el cual envuelve la peripecia en un clima denso y oscuro. La intriga y el miedo seducen al lector desde el principio, sin olvidar la ternura o el amor. El libro se divide en 18 capítulos más un epílogo. En El príncipe de la Niebla se entrelazan peripecias que desembocan en una misma historia, en el misterio en torno a la identidad de Roland y a su procedencia. Una es la historia –medio verdadera- que le ha contado desde siempre su supuesto abuelo, el farero; otra es la historia que él cuenta a sus amigos y otra es la historia real de Víctor Kray, el farero, que acaba confesando y que siempre ha callado por miedo a dañar a Roland, por miedo a que el Dr. Caín lo reconociera.
El Dr. Caín es la presencia maléfica (el mal por el mal en su estado más puro) que vuelve del pasado a exigir que se cumpla lo prometido. El Dr. Caín pactó con Fleischmann y no está dispuesto a dejar escapar el objeto del pacto: Roland, el hijo que le prometió a cambio de una felicidad que, a la postre, resultó maldita. Este ser es un reencarnación del diablo, podríamos decir; una presencia infernal.
El Palacio de la Medianoche (1994) se ambienta en Calcuta en 1932 y la magia de nuevo atrapa al lector desde el principio. Un tren en llamas cruza la ciudad. Y lo peor aún no ha llegado, ya que Ben, Sheere y sus amigos han de enfrentarse a retos que cambiarán también sus vidas y que los llevarán a conocer el misterio que se esconde tras el palacio que da título a la novela. La historia se divide en cinco bloques y el primero se localiza en 1916 y es que el que centra la peripecia.
En El Palacio de la Medianoche, la abuela Aryami Bosé inventa un pasado para proteger a sus nietos gemelos, Ben y Sheere, a los que ha mantenido separados 16 años, pero el destino es más fuerte que ella misma. Ben y Sheere tienen un fragmento de historia que contar, aunque está incompleta porque sólo la abuela sabe la realidad y no tiene más remedio que confesar cuando apenas queda tiempo para salvarse. Curiosamente ésta es la novela de ambiente más exótico de las que lleva escritas Ruiz Zafón.
Las luces de septiembre (1995) es otra historia sugerente, situada en Normandía en 1937 que se centra en un misterioso y excéntrico fabricante de juguetes y autómatas que vive en una mansión rodeado por seres mecánicos. Un mundo extraño y poco racional se adhiere a las vidas de los protagonistas, Irene e Ismael, que acaban unidos por un mágico enigma que va a marcar sus vidas para siempre. Ismael, el joven pescador, explica una historia fantasiosa que prende en la imaginación de Irene; Hannah cuenta otra versión y Lazarus va relatando distintos momentos de una misma historia, la suya, aunque sin especificar. Finalmente, todo se precipita y se desencadena una aventura marcada por la soledad y la locura.
La novela se sitúa en el verano del 36 en Bahía Azul y se organiza en torno a 12 capítulos enmarcados por dos cartas, la primera de Ismael y la que cierra el texto de Irene. La carta de Irene está fechada en 1947 y alude a horrores peores que los de la sombra que son los de la Segunda Guerra Mundial.
Marina (1999) gira en torno al epígrafe: “Todos tenemos un secreto encerrado bajo llave en el ático del alma” . Así se teje la historia de Marina, una joven extraña. En primera persona, Óscar Drai, recuerda un episodio de su adolescencia, ocurrido en la Barcelona de finales de los 80. La novela puede ser leída por el público juvenil, como todas las del autor, pero también por el público adulto. No dejaremos de insistir en ello.
Marina es un ejercicio excelente de perspectivismo o de distintos puntos de vista en torno a un mismo hecho. Son varias las voces que entran a formar parte de la trama y que desconciertan a Óscar, el joven protagonista. Él, como los otros chicos –Max o Ismael- va atando cabos y llegando a distintas conclusiones que son las mismas a las que llega, con él, el lector. En Marina son múltiples los narradores:
.por un lado la propia Marina quien cuenta la historia de sus padres y de su nacimiento, aunque se calla el detalle importante de su enfermedad.
.el viejo Benjamín da una visión sesgada de los hechos y acaba muriendo por ello.
.el Dr. Shelley explica lo que le interesa en torno al secreto de la Velo-Granell, calla porque tiene miedo.
.Florián, el inspector retirado, estaría encantado de descubrirlo todo y añade otros matices a la historia, aunque acaba muriendo también.
.Claret, el cochero, se mueve por lealtades, aunque no es tan siniestro como pudiera parecer.
.Eva Irinova es quien mejor recoge la dolorosa vida de Mijail y quien permite que entendamos el porqué de sus actos, tan alejados de la razón.
La sombra del viento ( 2001), es, como dice su autor, “un “long-seller”: un fenómeno a contracorriente del mercado editorial español. Funciona por el boca a boca”. Se trata de una novela demás de 500 páginas, vastísima, también situada en Barcelona, en plena posguerra. Arranca en el año 1945 y se cierra en el 1966. Daniel Sempere, el adolescente protagonista, viaja con su padre el Cementerio de los Libros Olvidados y allí escoge un libro que cambiará su vida y que se titula, ni más ni menos, “La sombra del viento”, de Julián Carax. Así empieza una investigación en torno a este autor “maldito”que nos lleva al verano del 36, que es donde se pierde su pista. El misterio, las luces y las sombras, los velos de las noche, los autómatas, el miedo, el mal... son ingredientes que hacen de esta novela, heredera de Marsé y de Mendoza, un título sugerente y atractivo en la literatura actual. La Barcelona gótica, la Barcelona marginal, la Barcelona eterna se pasea por estas páginas.
La novela se divide en ocho partes muy bien ajustadas a la cronología: Días de ceniza (1945-1949) –que se inicia cuando Daniel tiene 11 años-; Miseria y compañía (1950-1952), cuando Daniel cumple los 16; Genio y figura (1955); Ciudad de las sombras (1954), cuando Daniel tiene 18 años; Nuria Monfort. Memoria de aparecidos (1933-1955), que es como una novelita corta dentro del resto de la novela; La sombra del viento (1955); 27 de noviembre de 1955. Post Mortem y Las aguas de marzo (1956)
En La sombra del viento Ruiz Zafón acude de nuevo al perspectivismo, procedimiento narrativo que tan buenos resultados le está dando para construir sus novelas. Cuando Daniel, por un azar, empieza a investigar en torno a Julián Carax, el escritor, abre las puertas del infierno y muchos son los seres que se precipitan en él y que le cuentan lo que saben o lo que quieren que él crea:
.la etérea Clara, ciega y hermosísima, le explica como las novelas de Carax alegraron su adolescencia,
.Laín Coubert, un personaje del propio Carax, cobra vida y aparece para quemar todas las novelas y se encuentra con Daniel.
.la portera del inmueble donde vivían los Fortuny –el padre de Julián o mejor padrastro porque no era su padre real- explica su versión de los hechos.
.Molins, el administrador, cuenta lo poco que sabe.
.Nuria teje una historia llena de claros y oscuros para evitar el peligro a Daniel, aunque acaba confesando todo en uno de los capítulos del libro y es ella quien, una vez muerta, nos cuenta la verdad.
.el Padre Fernando, muy cercano a los hechos, puesto que estudió con Julián, Aldaya y Fumero, nos da una versión real.
.Jacinta, el aya de Penélope, ofrece un momento de gran intensidad emocional en el relato.
.Bea, las hermana de Tomás, un amigo de Daniel, acaba contando todo el origen de la vieja casa de los Aldaya.
Si nos centramos, brevemente en su última novela publicada hasta la fecha, El juego del ángel, seguimos reconociendo ese halo fatalista que persigue a los seres de Ruiz Zafón, es como si hubiesen nacido, cual criaturas románticas, con el estigma de la desgracia marcado en su cara, con la imposibilidad de aprisionar el amor en sus manos. Eso le ocurre a David Martín, el protagonista de El juego del ángel. Se trata de un joven escritor, con un pasado difícil, que se ve abocado a una historia estremecedora en donde se dan la mano todos los elementos queridos por el autor. Es, como todas las novelas de Ruiz Zafón, una historia que ejerce un gran atractivo sobre el lector ya que lo lleva al mundo de lo oscuro, al mundo irracional en todo puede ser y no ser a la vez.
En definitiva, El juego del ángel, es una novela llena de secretos, que se relaciona, por algún personaje, con La sombra del viento y que nos lleva de nuevo al Cementerio de los Libros Olvidados. Seres quiméricos, torturados, seres difíciles... todos ellos forman este nuevo relato en el que a través de sus casi 700 páginas conoceremos el pasado siniestro de Marlasca, la vida de Pedro Vidal, el amor imposible de Cristina, la viveza de Isabella y todos los secretos acerca de los libros que conoce el señor Sempere.
Es una novela más siniestra que la anterior porque aquí los protagonistas son todos adultos y el ambiente es más decadente. Parece ser que Ruiz Zafón tiene previsto escribir una tetralogía en torno al mundo del Cementerio de los Libros Olvidados. Aguardamos, pues, esa nueva entrega y mientras podemos disfrutar de El juego del ángel y de sus anteriores novelas.
En definitiva, las seis novelas escritas por Ruiz Zafón hasta el momento, ofrecen un mundo particular, un universo lleno de los mismos símbolos, los mismos temas, las mismas técnicas narrativas, similares conflictos. Con ello queremos apuntar a la idea de que no existe una frontera precisa entre literatura juvenil y literatura adulta.

1 comentario:

  1. Excelente novela. Nunca he visto un argumento tan completo y una trama bien llevada.

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