jueves, abril 21, 2011





“Mucho tiempo después, frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”.
("Cien años de soledad")

INTRODUCCIÓN

Cualquier excusa es buena para escribir acerca de García Márquez, pero el año 2007, y bien merece la pena recordarlo, fue crucial en su vida ya que Gabriel García Márquez ha estado de celebración porque ha cumplido 80 años de edad, su obra emblemática “Cien años de soledad” ha llegado a los 40 años y han pasado también 25 desde que recibiera el Premio Nobel de Literatura. Todo eso es importante, sí, aunque, bien mirado, no hacen falta excusas para homenajear a García Márquez .
García Márquez es uno de los autores más importantes del llamado boom de la novela hispanoamericana. Entre sus obras cabe citar, sin duda, “El coronel no tiene quien le escriba”, “Cien años de soledad”, “El otoño del patriarca”, “Cuentos de la Mamá Grande”, “Ojos de perro azul y otros cuentos”, “Crónica de una muerte anunciada”, “El amor en tiempos del cólera”, “Doce cuentos peregrinos” y varios más, como sus memorias “Vivir para contarla”.
Los demonios de su vida son el tema de su obra. Hechos, personas, sueños, mitos y presencias o ausencias, cuya vida o muerte lo enemistaron con la realidad, se grabaron en su memoria y atormentaron su espíritu. Por eso, trata de recuperarlos o exorcizarlos con la palabra. García Márquez no escribe sobre nada que no haya sucedido. Todo lo que él escribe ha pasado (afirma que lo creó y vivió hasta los 9 años en que estuvo en casa de sus abuelos).
García Márquez nació en Aracataca ( Colombia), muy cerca de Santa Marta, que aparece siempre en sus obras. Además de sus recuerdos, infancia, viajes hay que hablar de sus lecturas (sobre todo Faulkner). Su obra constituye una concentración de temas y su análisis muestra la reiteración de elementos turbulentos. La concepción del tiempo rige estas alteraciones. El tiempo desde el punto de vista histórico o individual no retrocede ni avanza, sino que se mueve en redondo. Es un espacio circular, cerrado. Macondo es más un ambiente de sugerencias que un lugar visible. Espacios que se condensan en espacios menores; pero que siempre son espacios cósmicos. Los acontecimientos parecen numerosos; pero no pasan muchas cosas porque las mismas cosas pasan muchas veces.


EL CORONEL NO TIENE QUIEN LE ESCRIBA Y CIEN AÑOS DE SOLEDAD

El Coronel no tiene quien le escriba (1961) es la primera novela que escribió. Pese al tiempo transcurrido, es una historia actual que habla del poco reconocimiento que se tiene hacia personas que, en algún momento, han servido a una causa y de la progresiva pérdida de dignidad de estas personas que viven en un casi abandono por parte de las instituciones.
El Coronel lleva esperando su pensión de guerra desde hace más de 15 años y todos los viernes acude al reparto del correo; pero nunca llega nada y todo son promesas. Mientras, ellos, su mujer y él, no tienen qué llevarse a la boca. Ya no queda nada valioso para empeñar y su única propiedad es un gallo de pelea que él se resiste a malvender, pese a la opinión de su esposa, una mujer fuerte, que está ya viniéndose abajo.
La novela muestra una continuidad narrativa y se puede leer –se debe, diría yo- de un tirón para no perder ni un ápice de su frescura y espontaneidad. Parece que el autor se inspiró, para escribirla, en la figura de un “hombre que esperaba una lancha a orillas del caño, en el mercado de Baranquilla”. Este hombre solitario y taciturno fue el punto de partida de la novela breve que estamos reseñando aquí. Y también es el embrión de Macondo y toda la saga de los Buendía que García Márquez no tardó en abordar con Cien años de soledad. En El Coronel no tiene quien le escriba no es Aureliano Buendía el protagonista, aunque ya se le menciona en un momento, así como a Macondo, la imaginaria población (o no tan imaginaria) creada por el autor colombiano que rendía homenaje, de esta manera, a sus raíces, a sus ancestros.
La muerte, la enfermedad, el abandono, la burocracia, la soledad, las ilusiones marchitas y otros aspectos aparecen en las páginas de esta novela, breve en el número de páginas, pero intensa en los sentimientos que alborota y deja en carne viva.
El autor no se desvía para nada del hilo argumental y sigue una cronología recta, como si fuese una película y quizá influido, precisamente, por el lenguaje cinematográfico que tanto admiraba.
En suma, esta primera novela del Nobel colombiano no nos defraudará; al contrario nos servirá de estímulo y acicate para leer el resto de sus obras si no lo hemos hecho ya o para releerlas, que siempre es un buen momento.
Cien años de soledad (1967) es una obra mítica que trata de la emigración y de la fundación de una ciudad, protagonizada por la familia Buendía y ambientada en Macondo, pueblo que refleja el de su infancia. La novela refleja todo un universo narrativo y es una parábola de Hispanoamérica, pero también habla de problemas eternos, como la muerte, la soledad o el dolor. La novela se sitúa en lo que ha dado en llamarse “realismo mágico” y su lectura, sin duda, nos sorprende una y otra vez. En ella se concentran todos los demonios familiares del autor, así como toda su infancia y su pensamiento.

CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA

En 1981, Gabriel García Márquez publica Crónica de una muerte anunciada, simbiosis entre el relato literario y el reportaje periodístico. El buen hacer periodístico del autor se ha demostrado con vastas colecciones de artículos. Y es este saber hacer el que sustenta esta singular Crónica-novela relacionada con un acontecimiento real.
Crónica de una muerte anunciada es fiel a una visión pesimista del autor. Es una de las obras más inquietantes de su autor. Se inicia con la muerte de Santiago Nasar y, pese a saber ya el final, atrapa al lector desde el principio de la lectura. Los asesinos actúan guiados por la fuerza del honor. No se llega a saber nunca si Santiago Nasar es de veras culpable, de modo que, leída metafóricamente, la novela pone en tela de juicio nuestra comprensión de la realidad. No sólo el misterio queda sin explicar, sino también es inexplicable el hecho de que nadie intente seriamente impedir un asesinato pregonado anteriormente a los cuatro vientos. En las historias de asesinatos convencionales, normalmente se plantea una explicación en términos racionales que nos permiten confirmar nuestra cómoda presuposición de que vivimos en un mundo comprensible y entre personas cuyo comportamiento es también generalmente comprensible. Crónica de una muerte anunciada, en cambio, sugiere lo contrario: no entendemos lo sucedido. Otro elemento que complica la historia es el papel de la fatalidad, mediante una serie de premoniciones que pasan inadvertidas o mal entendidas, y de advertimientos que no llegan al protagonista o de los que se hace caso omiso. Desde la época de los románticos, la fatalidad ha simbolizado en la literatura el colapso de la confianza en la Divina Providencia. También Crónica de una muerte anunciada ilustra de nuevo la actitud crítica de García Márquez frente a sus compatriotas. Queda manifiesta la responsabilidad colectiva de los vecinos del lugar, sobre todo, cuando el narrador se refiere a “una muerte cuyos culpables podíamos ser todos”. La casi indiferencia de los líderes de la comunidad y la despreocupación de los demás durante las horas anteriores al crimen confirman una vez más la pobreza moral que tan frecuentemente caracteriza el comportamiento de los personajes de García Márquez.


MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES

Su última novela, hasta la fecha, es Memoria de mis putas tristes (2004). Hacía 10 años que Gabriel García Márquez no publicaba una novela, aunque sí la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla. El Premio Nobel colombiano retoma el mundo de la narrativa con esta obra, una novela breve en número de páginas. En ella el maestro hace gala, como era de esperar, de sus artes literarias y de toda su sensibilidad. Acaso el título nos engañe, pero la novela contada en primera persona explica la vida de un hombre que acaba de cumplir 90 años y que se enamora de una niña de 14.
El anciano –aunque quizá no debamos llamarlo así- reflexiona acerca de su vida, sus padres, su casa, las mujeres que amó, sus pasiones, su trabajo, la música, la literatura, la pintura... La novela, pues, es mucho más que una novela de amor, aunque sin dejar de serlo. Es una historia de ternura, de superación, de ilusión. Es un canto a la vida y a la memoria.
El narrador de la novela, el mal llamado anciano, inicia de esta forma su relato: “El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen”. Es un hombre que se define a sí mismo como feo, tímido y anacrónico. Fue maestro de gramática, inflador de cables durante 40 años y escribe una columna dominical en el periódico desde hace más de 50 años. A los 12 años perdió la virginidad y desde entonces todas sus relaciones fueron pagando. No pudo casarse, así lo dice él, porque “las putas” se lo impidieron. A los 20 años inició un registro con el nombre de todas estas mujeres; de ahí el porqué del título.
El hombre, cuando cumple los 90 años, decide, pues, tener una aventura distinta, dada su edad; pero no se engañe el lector porque cuando acude al lugar de la cita, en casa de una vieja madame, la niña, a la que él llama Delgadina, está dormida y así estará siempre. Él se enamora de una idea, más bien, porque la muchacha duerme todas esas noches y eso le permite al protagonista dar rienda suelta a su imaginación y vivir un amor como nunca nos hubiésemos imaginado.
En 109 páginas se desgrana el año tan intenso que vive el narrador desde que cumplió los 90 hasta que cumple los 91. Al fin y al cabo, la novela es un canto a la vida más allá de las convenciones sociales porque lo que importa, bien cierto es, no siempre es la edad.

REFLEXIÓN FINAL

En definitiva, son muchos y variados los motivos que el lector tiene y tendrá para leer a García Márquez; aquí nos hemos limitado a señalar, de manera muy general, algunos rasgos de ciertas novelas suyas.
Y nada mejor para cerrar este apresurado bosquejo que unas palabras del discurso que pronunció el autor cuando fue a recoger el Nobel: “... los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.

1 comentario:

  1. Gabriel cambió el mundo del imaginario colectivo universal utilizando la tradición oral de su familia como base y las conversaciones, sucedidos, dichos y folklore tradicional aprendidos en su lugar natal para amplificar su creatividad trabajada con ahínco.
    Un obrero de la imaginación al que debemos otros mundos que provienen del suyo y ahora son nuestros. Gracias eternas.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.