No todos los libros que hablan de monstruos son monstruosos o, si lo son, es en un sentido superlativo porque Oto, eso no se le puede negar, es un monstruo enorme, un gran monstruo que se mete en líos a causa de su presencia. Oto infunde miedo y eso a él no le gusta porque es un buen monstruo, sensible y con unas grandes ganas de tener amigos.
Asunción Carracedo, con una prosa directa, desenfadada, muy actual, nos habla de las peripecias de este monstruo, que acabará iluminando las noches de los niños y niñas y que es posible que, con el tiempo, viva más de una aventura de papel.
En “Oto y el hada”, Oto decide ir al zoo porque le gusta mucho, pero es tan grande su boca que sin querer se traga una jirafa, un elefante y una foca… Nos podemos imaginar el barullo de estos animales en su tripa, que no paran de moverse, de llamarlo tragón y de ponerlo nervioso, porque Oto no sabe que hacer. Al final decide pedir ayuda al hada Siada que es la única que puede hacer algo por él, aunque sus hermanas, las otras hadas, le ruegan que no se meta en la boca del monstruo, nunca mejor dicho. Siada es pequeña y muy lista y no teme nada. Ella es quien consigue ayudar al pobre Oto y permitirle que, al fin, quede libre del peso de los tres animales bailando en su tripa. Como está tan contento invita a merendar a Siada y a sus hermanas. Y por fin ya nadie dirá de él que es un monstruo tragón.
Asunción Carracedo tiene mucho gracejo al escribir y conecta bien con los niños, neolectores ya, que seguro que se reirán con las peripecias de Oto y las ocurrencias de Siada quien, ni más ni menos, se ha comprado “una varita de última generación” que “incorpora un mango antideslizante bidireccional para poder invertir el sentido de los encantamientos y superficie extraplana de alta definición para los hechizos que requieren mayor concentración” (pág. 18). Por otro lado, Oto resulta ser un excelente cocinero que les prepara “un menú de degustación” por todo lo alto.
En “Oto y el hada” se da la vuelta a algunos cuentos clásicos y se ofrecen otras visiones, por ejemplo, Oto se traga a los animales sin querer y el hada le abre la tripa y se la vuelve a coser, algo así pasa en “Las siete cabritillas y el lobo”, pero allí, como sabemos, el lobo acaba muy mal parado, con la tripa llena de piedras. Las hermanas de Siada cuando se oponen a que ella ayude a Oto, actúan, dice la escritora, como si bueran brujas en lugar de hadas. En fin, que son guiños a los lectores que humanizan los personajes y nos advierten de que las cosas no son siempre como aparentan, ni las cosas, ni las personas, ni los monstruos, claro.
El libro está ilustrado por Salvador Silva con unos dibujos luminosos que se centran en los aspectos más amables de Oto, en su mirada, en su gesto tierno, en su desamparo y pintan al hada con unas grandes alas y una cabecita pequeña que contrasta con la gran humanidad de Oto.
“Oto y el hada” es un cuento delicioso, con un texto bien escrito, adecuado para los primeros lectores y que, sin duda, les hará pasar ratos llenos de lectura imaginativa y, por qué no, les permitirá aceptar a aquellos que parecen distintos a nosotros, pero que desean también nuestra compañía.
Oto y el hada,
Asunción Carracedo, Nuevacomunicación, 2008.
Col. Rapacines
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