“para vestirse de niña
y entre la gente vivir”
(M. García Esperón)
DATOS BIOGRÁFICOS: “EN BUSCA DE PALABRAS NO GASTADAS”
A continuación vamos a escribir acerca de una autora mexicana, polifacética, que ha hecho de la literatura su vocación y de la novela histórica su devoción, aparte de otros muchos registros que trataremos de comentar. Va a ser muy difícil aprisionar en la jaula de un estudio todo el torrente que arroja María García Esperón en sus actividades.
María García Esperón (Ciudad de México, 1964) es una escritora que ha trabajado como periodista en diversos diarios y como guionista de radio. Realizó estudios de Ciencias Humanas en el Claustro de Sor Juana y de Letras Clásicas en la UNAM.
En la actualidad, aparte de escribir, se dedica al periodismo, a la difusión de la ciencia y a la interpretación y enseñanza de la danza flamenca.
Mujer versátil y polifacética, es una gran apasionada de las lenguas modernas y antiguas, de la Historia y de la Arqueología. Ha estudiado el griego antiguo, el latín, el griego moderno, el náhuatl y el árabe y domina el inglés, el francés y el italiano.
En el año 2000 fundó el estudio de danza flamenca “Triana” y la primera página internet dedicada al flamenco en México. Con su grupo “Anís y Yerbabuena” se presenta actualmente en tablaos y centros culturales de Querétaro y San Miguel de Allende.
En el presente estudio nos centraremos en su amplia producción dedicada a los niños y a los jóvenes, aunque con seguridad nos quedaremos en un mero esbozo porque esta autora mexicana derrocha energía y siempre está preparando nuevos proyectos.
Curiosa e inquieta por naturaleza, cuando se le pregunta qué tipo de literatura y qué autores le interesan, María nos dice que: “Soy lectora de clásicos. Mi libro favorito es La Ilíada. Ahí está todo, hasta el cine y sus técnicas, pero de manera inagotable. La Ilíada sería mi libro sagrado, el que abro al azar para pedir consejo, al que voy en busca de palabras no gastadas, al que no ceso de preguntar los porqués, los cómos y los para qué. ¿Autores? Me gusta mucho Marguerite Yourcenar y pienso que también en la obra de Borges –como en la Ilíada- está todo, están todos los libros que me gustan”.
María García Esperón es también la auspiciadora de muchos autores y autoras de habla hispana y el alma del proyecto “Voz y Mirada” (http://vozymirada.blogspot.com/)
OBRA LITERARIA: “LA ESTRUCTURA MISTERIOSA DE LA VIDA”
Es autora, junto con su esposo Juan Carlos Iracheta, de las publicaciones “La Ciencia Recreativa” y “El Perico Consentido”, que se publican en periódicos de la República Mexicana desde 1994 .
Si nos interesa saber desde cuándo escribe nos cuenta que: “Podría decirte que desde siempre. Desde que aprendí a leer y aún antes, porque me gustaría definir la escritura no como un hecho físico que deja huella en algún soporte, sino como la toma de conciencia de la realidad, como si una ola se abriera paso a través de mi percepción para cantar sus sentidos infinitos. Concibo la escritura como un ejercicio mágico, un procedimiento para descubrir, develar, inhalar y exhalar la estructura misteriosa de la vida.
Formalmente, digamos, escribo literatura infantil y juvenil desde hace cinco años, cuando tuve la fuerte necesidad creativa de investigar a través de una novela el misterioso disco de Festos, cuyo mensaje no ha sido descifrado… y esa novela ganó el Premio Barco de Vapor México 2004. Desde entonces no he parado, un proyecto ha llevado al otro y he ido encontrando caminos”.
En 2004 obtuvo el Premio Barco de Vapor México, como ella misma acaba de decirnos, por su novela El Disco del Tiempo, otorgado por Ediciones SM y CONACULTA. En 2005 ganó el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños convocado por la Fundación Letras Mexicanas y el Fondo de Cultura Económica con su poemario Tigres de la Otra Noche. Este libro fue publicado en 2007 por el FCE e inmediatamente adoptado por las bibliotecas públicas españolas. Posteriormente las bibliotecas escolares de Chile lo adquirieron para sus acervos. En una edición de más de 90 mil ejemplares fue adquirido por la Conaliteg para formar parte de las Bibliotecas Escolares de México. En 2007 obtuvo el premio al Arte Editorial que concede la CANIEM (Cámara Nacional de la Industria Editorial Méxicana).
En 2007 ganó el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil Norma Fundalectura por su novela “Querida Alejandría”, cuya protagonista es la hija de Marco Antonio y Cleopatra, Cleopatra Selene. Esta novela se incluyó en la lista White Ravens 2008 de la Biblioteca Internacional de la Juventud de Munich, que anualmente distingue 250 libros entre 15 mil publicados en todo el mundo. Desde 2007 es leído por jóvenes de toda Latinoamérica en los niveles de secundaria y preparatoria.
Para María García Esperón los premios literarios: “son una buena puerta de entrada para quienes comienzan a escribir, que llaman la atención de los círculos relacionados con el libro, que crean ilusión en los autores, funcionan en los esquemas de marketing de las editoriales… y ya. Las premiaciones me parecen deficientemente organizadas en el mundo de la LIJ hispanohablante, pues no se centran en la obra premiada ni en los proyectos del autor, sino en discursos de funcionarios, empresarios editoriales y conciertos de cantantes de moda, lo que desde mi punto de vista hace ceremonias mostrencas donde se pierde el objetivo… y el autor y el libro quedan como el patito feo, como un pretexto para que se reúnan las personalidades, los editores se congratulen y exhiban sus números”.
Ha publicado en pdf otros dos poemarios infantiles, “Sombraluna” (2008) y “Aires de Don Aire” (2009); aparte de un libro de relatos, “Las Cajas Chinas” (2007). Ha editado, en España, su libro para jóvenes, “Mi abuelo Moctezuma”. Es muy reciente su libro “Copo de Algodón”.
María García Esperón es una escritora de fina sensibilidad que cree en la inspiración y lo afirma categóricamente: “Absolutamente. Soy de las que creen –aunque no sea políticamente correcto- que el escritor nace, que hay una predestinación, que ha sido elegido por un principio misterioso, llámalo musa, ángel o duende –como en aquella conferencia de García Lorca- para que la realidad se haga consciente de sí misma. Claro, la inspiración es la otra cara de la memoria (en el mundo griego, las musas son hijas de Mnemósine, la memoria). El camino de buscar, de investigar, estudiar, conocer, el del trabajo literario, pues, se entrelaza con esa especie de trance creativo en el que prácticamente sientes que Alguien o Algo te dicta las palabras. El Designio de los textos sagrados micénicos, el Deseo (Longing) del que habla el filósofo británico Peter Kinglsey, el Amor “con ansias de salir maravilloso” como dice el luminoso poeta argentino, Marcelo Suárez De Luna. En lo personal, los libros que más me gustan son en los que percibo no la maestría del autor, ni la lucidez, ni el éxito en los pasillos de la extraliteratura, sino esta ansia de salir maravillosa, voz oscuramente alumbrada de la inspiración, que ha hecho del escritor su instrumento de eternidad”.
POESÍA INFANTIL: “PALABRAS SON MARIPOSAS”
Para esta autora mexicana de raza y fuerza, “la poesía es la manera más completa de conocer la realidad, de aproximarnos a la estructura del tiempo, de vislumbrar nuestra relación con la belleza, de viajar por los caminos de la memoria. La poesía nos permite fundir opuestos en un instante que puede ser engarzado como una joya a través del arte, sin perder su inasible condición fugaz. (“¡Detente, eres tan bello!”, que dijo Goethe). La poesía nos permite entrelazar imposibles y es siempre enamorada. Sufriente y sacrificada, opulenta y menesterosa, nos transforma -como dice el inmenso poeta argentino Alejandro Schmidt- en instrumentos sagrados. Cuando nos habla el poeta –dijo Gastón Bachelard- nos convierte en agua viva. A esas transformaciones me acojo como un credo y a la triple definición platónica de poesía: “ese algo liviano, alado y sagrado””.
Escribir poesía es tarea difícil, ya lo sabemos, pero hacerlo para niños es aún más complicado porque los niños requieren un verso musical, lleno de candencias, que no sea ñoño, pero sí rico y rítmico. María García Esperón lo logra con “Aires de don Aire” en donde, a manera de un apóstrofe continuado, nos habla de un personaje entrañable, que es don Aire (“Señor Don aire / que vas/ Seños Don Aire / que vienes”). Don Aire circula por la ciudad con la alegría en sus manos, insuflando vida a todo lo que toca y haciendo que las cosas se humanicen, como el sol que no quiere helados, pero “devora la piedra”.
Las palabras que emplea María se vuelven nutritivas, tienen cuerpo, aroma, saben a tierra y a cielo:
“En los hornos
de la tarde
ya están cocinando
estrellas
de ajonjolí,
de canela,
de anís
y de hierbabuena”.
Empieza con un verso en arte menor para representar que Don Aire es aún suave, que no ha cogido el vuelo y, poco a poco, va ganando en intensidad y el verso se alarga también, como el Aire que lo lleva:
“El hombre de los helados
le ofrece su mercancía
le pone en los labios gotas
de amaranto, de alegrías.
Obleas que dicen historias,
barquillos que no navegan
galletas heladas, romas,
bocados de la sorpresa.”
Don Aire está ebrio de alegría y sigue su periplo, y se cuela aquí y allá y llega al tren de los turistas y bromea con todo, a la vez que va sembrando felicidad:
“De tu bolsillo Don Aire,
se escapan, listos, los sueños.
Con tu voz, siempre tan clara,
se enjuagan los limoneros.
Cuando miras esa rama
se levanta la mañana”.
Don Aire es el símbolo de la libertad, aunque este bien se puede perder porque , cuando ya no tiene fuerza para seguir y ni puede ayudar a la barca de vela:
“ ¡Al arma! ¡Al arma, Don Aire,
que se llevan tus caudales!
Que han abierto el cofre blanco
donde guardas cantidades
de conchas de caracoles,
de abejas de fino talle,
de gorros rotos de duendes
de velas blancas de naves.
Las palomas mensajeras
se llevan tus novedades,
ya vuelan por la ventana
te dejan solo, Don Aire...
¡Qué tristeza entonces!”
Don Aire ni se compra ni se vende, solo se regala y es que:
“Don Aire sí que es poeta.
Es poeta y no lo sabe:
-Palabras son mariposas
son cosa de regalarse.
Si yo les pusiera precio
-me dijo el señor Don Aire-
ya no me pondrían veleros
en los mares de la tarde.”
La poesía de María García Esperón alcanza entonces momentos de hondo lirismo, cuando evoca el Aire y el vacío que deja su ausencia. Son versos con un acento antiguo, cercanos al “Romancero gitano”, teñidos de ausencias, de intuiciones, de presagios:
“El niño del pescador
se sumergió ante tus ojos.
Cuando volvió traía el mar,
un mar moreno y ansioso.
Una moneda en los labios
Un raspón nuevo en el codo,
memorias de caracoles
y de extraviados tesoros”.
El propio yo lírico toma partido en la historia y:
“Por los mares de Don Aire
me embarqué aquella tarde
y me sorprendí remando
por su sueño interminable.
Y me sorprendí llorando.
Y me consolé en seguida
para atrapar la marea,
con su luna aún encendida.”
El poemario es circular, empieza y acaba con la alegría de Don Aire, pero ha seguido un camino que lo ha llevado de la felicidad a la tristeza, pasando por varias etapas en su camino de fuerza arrolladora:
“Salió Don Aire del verso
y te puso su sombrero,
cinta grana en tu paraguas,
y más sal en tu salero.
Salió Don Aire y airoso
agitó su pluma al viento,
le dio puntos a las íes
y firmó sus hasta luegos”
Don Aire está de nuevo aquí, a nuestro lado:
“Para volver a encontrarte.
Para volver a encontrarse.
Para sentarse
en la banca
a ver oler
los azahares...”
Y el verso, vemos como al final vuelve a encogerse puesto que es un empezar de nuevo, a coger fuerza, a ensancharse, a perderla, a recuperarse... La historia de Don Aire se contiene en el poemario que es un texto unitario que recoge, como acabamos de ver, la epripecia de este personaje singular, presente en nuestra vidas aunque no siempre le hayamos prestado atención. Las ilustraciones de Lorde –Lourdes García Esperón- son hermosas, se adelgazan como la voz de Don Aire, suben y bajan y se adaptan al texto como la propia voz de Don Aire se pega a nuestras faldas y a nuestras risas.
Si pasamos a comentar “Tigres de la Otra noche” –ilustrado de manera riquísima por Alejandro Magallanes- es también un texto unitario que nos cuenta una historia llena de emoción y fantasía entre un niño o una niña –o la propia autora- y un tigre:
“Hay un tigre
bajo mi almohada
todas las noches
estrena rayas.”
El tigre es el ser que emplea la poeta para conocer mundo, gracias a él sabrá qué hay detrás de las cuatro paredes de su habitación. El poemario es un homenaje que rinde la autora a los héroes y autores de la literatura infantil y juvenil y, sobre todo, al tigre que es uno de los símbolos del escritor argentino Jorge Luis Borges. El tigre, como ocurría con Don Aire es el símbolo de la libertad, de la fuerza. No podía ser de otra manera viniendo de una mujer tan apasionada como María García Esperón. No quiere tener miedo y el tigre le proporciona la energía necesaria:
“Tigre,
dame una manita
de gato.
Quiero salir
a probar este mundo
a la carrera.
No podría hacerlo sin ti.
Afuera
están los chicos grandes,
las materias desconocidas
la maestra y los policías.
No es que tenga miedo:
sólo un poco de precaución,
que no es del todo mala.
Pero si me das algo tuyo...
algo simbólico,
no te asustes.
No quiero tu piel,
ni tus colmillos,
ni siquiera tu rugido
metido en un pañuelo.
Si acaso,
tigre mío,
quiero una mano,
una manita de gato.”
Con el tigre viaja a la India, hacia lo desconocido, en donde vive aventuras mágicas, pero regresa a la realidad y quiere que el tigre siga a su lado:
“¿Quieres venir conmigo?
¡Anda!
Te llevaré a la escuela.
Te sentaré en el sitio
de mi mejor amigo.
¡Cuidado con tu cola!
Trata de enroscarla
debajo del pupitre.
Así está bien.
¡Tus bigotes!
¿No puedes guardarlos?
Distraen a la maestra.
Trae acá esa pata.
Aquí,
sobre mis hombros,
para que,
en el recreo,
todos sepan
que yo tengo un amigo
verdadero.
Dictado.
Hay que poner acentos
en diez palabras.
Cerré los ojos
y volví a abrirlos...
Los acentos
eran rayas.
Sobre la hoja
y las diez palabras
el tigre
salía de caza.”
El mundo real y el imaginario, la rutina y la fantasía, Sancho y Quijote se hermanan en estos hermosos versos, de medida desigual, que nos hablan de una hermosa historia de amistad. El tigre no parece encajar en la escuela y por eso:
“Llevé a mi tigre
al zoológico.
Lo pensé mucho
–no fuera a pasarla mal–
pero quise correr el riesgo.
Estuvo mucho rato
apoyado
en los barrotes
de la jaula de los tigres.
Finalmente rugí
y salté sobre las rejas,
asombrando al cuidador
y a los cachorros.
Le arrebaté al guarda
las llaves de la jaula
y abrí la puerta de la prisión.
Lo demás fue un río de tigres
corriendo bajo los árboles
entre nubes de globos
y algodones de azúcar
y nubes de verdad
y libertad dulce.”
La libertad de nuevo, la libertad tan importante en nuestras vidas y que nadie puede arrebatarnos. El tigre es como una ilusión en la vida de la poeta, que la sigue a todas partes, que hace que su vida sea menos aburrida y gris, que sea una vida especial. María García Esperón recoge muy bien los elementos que conforman la vida de un niño y cómo éste rompe lo que parece serio, organizado, cabal y crea una ilusión hermosa, llena de rayas porque:!
“Abrí el viejo baúl
y ahí estaba:
enroscado entre mis cosas,
mis libros,
mis juguetes,
mis estampas.
Adormilado y contento.
con los ojos bien abiertos en un sueño.
¿Has pensado
que si abres la puerta
de tu armario
le podrías ver la cara
al tigre?
Escondido.
Agazapado entre las flores.
Soñoliento.
Coronado de rosas.
Rey en su jardín,
oculto por sus rayas.
El tigre de la alfombra
sabe que es mirado
solamente por mí.
Ellos pasan por el rastro
que deja la luna
cuando viaja.
Hunden sus patas
en la hierba
que tiene perlas.
Se beben la noche
sin copa ni vaso,
despacio.
Y si llegan a mirarse
tiemblan
de belleza.
Tigre
de la caja de colores
apenas diste
un zarpazo de acuarela.
La jungla se deshace
porque ha llovido
y te me olvidaste, tigre
agazapado,
en la hoja de papel
bajo el árbol.”
Pese a que (el tigre es una fiera/ a su manera...) la historia llega a su fin y la vitalidad del tigre –y de los sueños- también:con el tigre
“Vino a despedirse.
La piel le colgaba
un poco
(de los codos).
De repente
me pareció viejo.
Debo confesar que,
cada día,
me costaba más trabajo
hacerlo correr.
De salir a cazar
bajo la luna,
ni hablar.
“Hace mucho frío”,
le decía yo,
como pretexto.
(Y no era cierto.)
El que no quería
correr ni cazar
–ya lo adivinaste–
era yo.
Por eso se hizo viejo.
Por eso se despidió.
“¡Espera!”, le dije,
pero ya era duro de oído.
Entonces...
corrí descalzo
bajo la luna fría.
Volví a ser su cazador,
su corredor,
su embustero.”
No puede desaparecer un amigo así, de repente, la vejez no puede aniquilarlo, para eso sirven los sueños, para eso sirve la ilusión que envuelve todo el poemario:
“(Mi tigre regresó,
la otra noche,
cuando por extrañarlo,
insomne,
contaba para dormirme
sus rayas de memoria.)”
Vemos que la personificación es esencial para entender los versos de María garcía. La poeta es como un demiurgo que dota de vida a las palabras, que observa los sueños, la magia que hay en la naturaleza, en las miradas y todo eso lo plasma en sus versos, llenos de ritmo, de cadencias, de recuerdos de otros mundos que acaso estén en éste y que nos llevan, a los adultos también, a su infancia y a los niños les dan alas para seguir soñando y paladeando a qué sabe la palabra libertad.
“Sombraluna” es otro poemario de la autora mexicana, ilustrado por Lorde, que, como los dos que hemos comentado, cuenta una misma historia a través de varios versos que, en realidad, forman parte de un mismo poema, un largo poema arromanzado, que nos recuerda esos otros romances del Conde Olinos o del Prisionero, porque María García Esperón bebe directamente del romancero a la hora de escribir la historia de una niña, Sombra, que se enredó con la Luna, en claro eco lorquiano (advertimos en su momento la influencia que acaso tenga la autora de García Lorca). Obsérvese la presencia de las rimas agudas a lo largo de todo el poemario que lo dota de esa especial candencia que solo tienen los romances:
“Sombraluna
Sombraluna
es niña y cruzó la mar
en una tarde de plata
que oyó sirenas cantar.”
Sombraluna en su peregrinar, a la manera de Don Aire, conoce a las sirenas, juega con ellas y las humaniza;
“-Sirenas, Verdesirenas
¿puedo quedarme a jugar?
Me peinaré con sus peines
y puliré su coral.
Me aprenderé
sus canciones,
les cuidaré su rosal,
les sembraré margaritas
en sus jardines del mar.”
El viaje que realiza Sombraluna es una especie de camino hacia ella misma, una especie de búsqueda que la lleva a su propio yo, aunque se emplean como metáforas elementos de la naturaleza. Así también se encuentra con las estrellas:
“Las blancas estrellas miran
el verde oscuro mirar
donde está la luna niña
la Sombraluna del mar.
Las blancas estrellas cantan
y es tan quedo su cantar
que Sombraniña
se esfuerza
para oírlas murmurar...”
Las estrellas le traen mensajes que la niña se esfuerza en escuchar porque:
“-Escúchanos, Sombraluna
que es de sabios escuchar.
Te contaremos historias
de nuestro antiguo lugar
y encenderemos las luces
que no se van a apagar.”
Sombraluna se pregunta cómo es que ella ve las cosas que otros no ven:
“-Estrellas de plata pura,
sirenas de dulce sal...
¿por qué si viven conmigo
no las miran los demás?”
El misterio sigue en los versos, como ocurre también con los romances clásicos:
“-No preguntes, Sombraluna
que de tanto preguntar
los castillos
de la playa
los tira de golpe
el mar.
Los ojos de las estrellas
se vuelven oscuridad
y el canto de las sirenas
no lo vuelves a escuchar”.
Sombraluna descansa en una fuente que le cuenta historias sin final, a la manera machadiana y llega a un castillo:
“Sombraluna, como siempre
se deja en la fuente ir
a los prados de la tarde
que tienen flores de lis.
Un castillo hay en un prado,
en el castillo un jardín.
En el jardín una fuente
y en la fuente yo te vi”.
Y ahora entendemos qué le pasa a Sombraluna, no se puede dormir, como le ocurre a tantos niños y echa a andar su imaginación:
“Es de noche, Sombraluna...
Qué, ¿no te puedes dormir?
-Estoy mirando la cuna
que mece estrellas de anís.
-Y mañana, Sombraluna
te vas a desmañanar.
Se te va a quedar la noche
dormida en el delantal.
y sus pulseras de azahar.”
Sombraluna se encuentra con una niña dormida, una niña de cuento que no sabe qué significa la palabra libertad:
“En un castillo encantado
de minaretes de sol...
La niña sombra se alumbra
con un fugaz resplandor.”
Es una niña que no sabe del sol, que prefiere la oscuridad de la noche, que es amiga de la luna:
“No quiere soles la niña
ni tampoco claridad.
Quiere la luna caída
para hacerla manantial.
Quiere una noche de menta,
esa azul oscuridad,
que se esconde en la mañana
para verla despertar. “
Nos encontramos con un símbolo que, como dijimos, tiene resonancia lorquianas, en este caso es la luna, del “Romance de la luna luna”:
“En los arcos de la casa
la luna sale a cantar.
Lleva vestido de encaje
y pendientes de coral.
Canta que canta la luna.
Quiere que quiere salir
para cantarle a su niña
y para mirarte a ti.
De puntillas, Sombraluna
a la reja se asomó.
Quería oír las voces verdes
de las macetas en flor.
Tan sólo encontró silencio.
Solo silencio encontró.
De silencios Sombraluna
se compuso una canción.”
Obsérvese cómo la poeta retoma el final de un verso para iniciar otro, lo cual le da una dimensión de poesía oral a sus textos extraordinaria:
“Una canción de violetas,
de sombralunas
en flor.
De niñasombra
escondida
en un secreto verdor.”
De nuevo el misterio de la letra de la canción:
“Las palabras
más gastadas
las lavé con alhelí
y los nombres de las hadas
no te los puedo decir. “
La autora, como una presencia superior, le advierte a la niña:
“Niñasueño, no te obliguen
si no quieres, a decir
los secretos que tú sabes...
y que te saben a ti.”
Y sigue su caminar la niña, rodeada de enigmas y de aromas, en hermosas sinestesias:
“Sombraniña caminaba:
yerbaluna era su andar.
En las puntas
de sus pasos
un jazmín
se echó a llorar.”
Se termina el sueño:
“-Niñasombra no te vayas
pero si quieres salir
de la noche que es mi casa
da al jazmín algo de ti”.
Y llega el momento de, como en los cuentos clásicos, dar una prenda:
“-¿Qué podría darte yo
que tú no tuvieras ya?”
Lo que la luna cantora le pide a Sombra es especial, no se puede medir ni se puede pagar porque está hecho de la sutil materia de los sueños:
“-El principio de tu sueño.
De tus sueños el final.
El trébol de madrugada,
la naranja al despertar,
la violeta en el pañuelo,
un clavel para mi ojal”.
La luna tiene un secreto que, al final, se nos desvela en estos versos llenos de misterio y de emoción:
“De la mano de la sombra
la luna se quiso ir
para vestirse de niña
y entre la gente vivir.
Y se puso Sombraluna
para poder resistir
sin que ninguno se entere
de lo que quiere decir.”
LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL (PROSA): “ESE MANANTIAL DEL SER”
Cuando a María se le pregunta por qué escribe para niños y jóvenes, su respuesta no puede ser más clara: “Porque a través de ellos ocurrirá, si no es que ocurre ya, un renacimiento de nuestro tiempo gastado, decadente, una renovación espiritual. La infancia, la juventud simbolizan ese manantial del ser, la poderosa fuerza del espíritu humano que se ha ensayado en dialéctica a través de la historia. Los tiempos han sido peores o mejores en la medida en que se ha escuchado de peor o de mejor manera la inefable palabra de la infancia, la canción de la juventud y su conjunción de horizontes infinitos”.
En cuanto al momento actual de la literatura infantil y juvenil, así lo ve la escritora: “Momento sumamente rico en el ámbito hispanoparlante. Si va a ocurrir algo extraordinario en la literatura, será en la LIJ. España comenzó y van despertando los países hispanoamericanos, con Argentina a la cabeza –aunque no se trata de un concurso ni de una carrera, yo más bien pienso que es una conjunción y un nuevo florecer de la lengua y de las energías creativas.
Desde cierto punto de vista pareciera que la LIJ va aparte de la literatura adulta, que tiene su propio sistema solar, sus planetas y sus órbitas, pero he tenido oportunidad de comprobar cómo el lector adulto encuentra muy enriquecedoras muchas obras de LIJ. También creo que buena parte de la literatura infantil y juvenil que estamos haciendo en España y América Latina se está desprendiendo de los modelos de éxito anglosajones para ir en busca de su originalidad, de las posibilidades de sus propias fuerzas creativas. Un ejemplo es la poesía para niños, que ha hecho eclosión en los últimos años, de la mano del libro álbum. Aquí destacan Pedro Villar, Darabuc y Beatriz Osés en España, los libros del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños, iniciativa mexicana editada espléndidamente por el Fondo de Cultura Económica.
Es muy importante además, considerar el empuje creativo de los ilustradores de LIJ, autores ellos mismos, por supuesto, que son en buena medida responsables de su crecimiento. En el ámbito de la poesía para niños, por ejemplo, creadores como el mexicano Gabriel Pacheco, el español Miguel Ángel Díez y la argentina María Wernicke son poetas por los cuatro costados. Hacen poesía con imágenes.”
Son varios los libros que María García Esperón tiene publicados. Aquí aludiremos a bastantes, aunque no a todos. Así, por ejemplo, “Sibila” relaciona el mito de la Sibila de Cumas, que no podía morir, con las actuales investigaciones de genética, la clonación y el chip de memoria. Memoria y tiempo son dos de los ejes de esta novela que acerca pasado y presente y lo proyecta al futuro.
“Las cajas chinas” es un libro destinado al lector infantil. El aventurero Gustavo Tajín le ha enviado a su sobrino Jerónimo un regalo original: las cajas de China. El niño tiene que abrir una caja cada día de la semana, descubrir para qué sirven los objetos fabulosos encerrados en ellas y enterarse de unas historias extrañas y singulares que se meten poco a poco en su vida hasta envolverla por completo en ese delicado papel de china. En estas cajas se encuentran cuentos inspirados en las tradiciones de Egipto, China y la india, aunque el libro tiene un interés añadido que vamos a comentar brevemente.
“Las cajas chinas” es un texto que ha servido para vincular libros e Internet, como dice la autora, placer literario e investigación, a ventura e historia. Si entramos en el blog dedicado a “Las Cajas chinas” éste es el mensaje que encontramos de su autora:
“Soy la autora del libro.
Si ya leíste Las Cajas de China... ¡bienvenid@!
Si no lo has leído... ¡bienvenid@ también!
Esta es otra oportunidad para abrir cajas y encontrar sorpresas relacionadas con culturas lejanas, libros y aventuras...
No dejes de enviar tus preguntas, comentarios, dibujos, sugerencias y cuentos a mi correo: maria.garciaesperon@gmail.com
¡Vamos a abrir más cajas!”
El libro está publicado en Colombia por Editorial Libros y Libros, Hillman Publicaciones http://librosylibros.com.co. Una editora colombiana, la propia María García Esperón y la maestra española Rosa Serdio tienen el proyecto de leer este libro con niños de estos tres países y hacerlos comunicar a través de un blog, el blog dedicado a Las Cajas de China http://lascajasdechina.blogspot.com
EL DISCO DEL TIEMPO: “EL LUGAR DE LA PALABRA”
“El disco del tiempo” fue premio El Barco de Vapor 2004, en México. Pese a los años transcurridos, la fascinación por la historia que narra esta escritora mexicana, María García Esperón, sigue creciendo. Los lectores que se acerquen a la novela encontrarán un relato bien estructurado y una muy exhaustiva documentación detrás de la historia, aunque eso, lejos de lastrar la trama con una carga de detalles eruditos, la dota de mayor realismo y atractivo.
¿Qué haría cualquiera nosotros si fuera requerido por correo electrónico para protagonizar la mayor aventura de su vida? Es lo que le sucede a Nuria, estudiante mexicana de informática y a Philippe, un joven francés que ha dedicado parte de su vida a crear una página web sobre el disco de Festos. Pues bien, ése es el encargo de reciben: encontrar el verdadero significado del disco. El azar o la casualidad o los dioses hacen que estos dos chicos se encuentren y unas fuerzas con un tercero, Marco, también mexicano, y estudiante de historia. Juntos llegan a Creta y juntos viven experiencias que les llevarán a interpretar el disco de Festos como una especie de oráculo, una especie de objeto para viajar en el tiempo. De hecho, María García Esperón lanza esta hipótesis para aguijonear a los estudiosos del tema y hacer que sus mentes y sus corazones se pongan a trabajar y traten, al fin de encontrar, el porqué de esta fabulosa pieza de la arqueología minoica.
No obstante, el libro es mucho más que eso puesto que la autora, enamorada de las lengua antiguas y de la cultura grecolatina, intercala, junto al relato actual protagonizado por los tres chicos, los avatares de los verdaderos protagonistas del disco, aquellos que hicieron posible su creación; esto es, Minos, Egeo, Teseo, Ariadna y, por encima de ellos, Dédalo, el gran Dédalo. Claros y sombras se van tejiendo en torno a estos personajes míticos que hicieron de la griega una cultura floreciente. La escritora les da humanismo y hace que cobren vida para nosotros y que parezcan personajes contemporáneos puesto que sus deseos, pasiones y ambiciones son las mismas que podamos tener cualquiera de los seres humanos que vivimos este convulso S. XXI, no menos convulso que la época en que la cultura minoica vivió su máximo apogeo. Si leemos despacio lo que nos cuenta María García Esperón entenderemos que detrás de los mitos se oculta una interpretación del tiempo, de los fenómenos de la naturaleza, de la vida y de la muerte.
“El disco del tiempo” une Internet con el pasado y lo hace de manera fácil, sin aspavientos porque la escritora sabe de las virtudes de Internet y de sus inconvenientes; por eso trata de implicar a los jóvenes en un proyecto del pasado con herramientas del presente y del futuro. Como dice el profesor Dimitri, uno de los personajes más ambiguos de la novela, “… quiero que sean los jóvenes quienes descubran esos mensajes, por ellos mismos, que los jóvenes los presenten a los jóvenes a través de las herramientas de comunicación que su tiempo les ofrece”.
La novela, creemos, está destinada al público juvenil y adulto, no al infantil como reza en la solapa del libro, porque su lectura requiere un bagaje de experiencias y cultural que los niños aún no tienen. En manos de la autora, el idioma se dulcifica y se transforma, sobre todo, en los capítulos protagonizados por los personajes del pasado; entonces el relato adquiere tonos de gran belleza, casi líricos, puesto que se introduce en la mente y en la voz de esos seres que vivieron hace miles de años y que quisieron atrapar el tiempo, aunque, como a todos los humanos, se les escapó de las manos… ¿o no? ¿O es que el disco encierra un mensaje que, como aventura la autora, nos permitirá entrar en comunión con la eternidad? ¿Algún dios tendrá piedad de nosotros y nos tenderá la mano del conocimiento?
Tampoco hay que olvidar las referencias geográficas, el afán por apresar la topografía griega que es también protagonista del relato. Zeus y Poseidón, cada uno en sus dominios, hacen y deshacen a su antojo y van cambiando la faz de la tierra griega. Los diálogos entre los tres jóvenes son realistas y jugosos y no carecen de ironía. Otros personajes secundarios adquieren interés como el editor griego, el vehemente patriota cretense que se niega a adaptarse a las normas establecidas. El análisis psicológico que realiza de los personajes griegos antiguos es, asimismo, notable. Encontraremos a una Ariadna torturada por su destino, a un Dédalo exiliado una y otra vez, a un Egeo condenado a la tristeza, a un Minos que no sabe qué hacer con fuerza, a una Pasífae consciente de su magnetismo y, en definitiva, a un universo que nos evoca ese tiempo en que el mar, Thalassa, lo fue todo.
“El disco del tiempo” es, por así decirlo, un oráculo de los tiempos modernos. Y es que la palabra oráculo, como explica la propia autora en el epí-logo, es “el lugar de la palabra”.
MI ABUELO MOCTEZUMA y QUERIDA ALEJANDRÍA:”SABER DE ESOS ANCESTROS”
María García Esperón sabe conjugar muy bien la realidad actual con la historia y así, para ella, no resulta difícil presentarnos a Moctezuma y, a la vez, tratar de arrojar algo de luz acerca de su actuación frente a los españoles, tan juzgada y criticada por la historia. El lector conocerá, gracias a libro, cómo era la cultura azteca y la situación que originó el levantamiento de los mexicanos en la Noche Triste, desde la óptica del propio emperador Moctezuma.
“Mi abuelo Moctezuma” es un relato hermoso que nos habla de amor, de amistad, de reconocimiento por las propias raíces y de tolerancia. Isabel es una joven mexicana que, a raíz de un trabajo para la escuela, descubre que procede de Moctezuma, aunque nadie se lo cree o, mejor dicho, solo se lo cree un compañero, Francisco, hijo de diplomáticos, español, y muy interesado por descubrir el pasado de caudillo mexicano. El profesor de Isabel parece ser un hombre engreído que no acepta ese parentesco, aunque tiene ocasión de reflexionar y disculparse.
Lo que parece, simplemente, un encuentro académico en la biblioteca de México se convierte en una aventura llena de peligros que les lleva a descubrir el códice perdido del emperador Moctezuma.
La autora tiene una habilidad suplementaria que es mezclar personajes de distintas edades e intereses, así el profesor Zubirú, una especie de sabio chiflado que les lleva a descubrir el documento, el guardaespaldas de Francisco que acaba descubriendo lo importantes que son las raíces para una nación y lo mucho que hay que conservarlas. Es él quien más empeño pone en la conservación del códice y él el que protege al profesor de encuentros indeseados y peligrosos, ya que la novela también presenta momentos de suspense e intriga.
Particularmente simpático es el personaje de la madre de Isabel, una mujer animosa, que presenta un papel secundario, pero que merecería mayor desarrollo.
Entre Isabel y Francisco, en suma, se fragua una hermosa amistad que no desaparece cuando Francisco ha de cambiarse de nación, a causa del trabajo de sus padres. Es emocionante la despedida entre los jóvenes.
En definitiva, una novela interesante que mezcla dos mundos y dos épocas, que nos permite conocer algo más de la cultura e historia mexicanas y que hará pasar un rato de entretenida lectura a los jóvenes –y mayores-, ya que la novela mantiene un tono vivo, juega mucho con los diálogos y no permite que decaiga el ritmo narrativo. Cabe añadir que presenta algunos vocablos distintos al español peninsular, aunque eso se comprende por la procedencia de la autora y enriquece el texto. Observamos también que emplea distintos registros lingüísticos, lo cual dota de realismo a la historia. Así cada personaje ofrece su registro de habla. El investigador utiliza un lenguaje más elaborado, el guardaespaldas más coloquial, la chica emplea giros más juveniles propios de México mientras que en el joven esas expresiones son las propias de España.
“Querida Alejandría” es un relato epistolar escrito con exquisita sensibilidad, ya que María García Esperón maneja una prosa llena de sentimiento, cercana a la poesía para desgranar todas las vivencias e inquietudes de un personaje histórico, poco conocido, como es Cleopatra Selene. La fama de su madre, la gran Cleopatra eclipsó a su hija y le robó la identidad que, de alguna manera, le devuelve María García Esperón en este libro, que ha sido distinguido, como dijimos al principio de este estudio, con el Premio Norma-Fundalectura 2007.
Tras la caída de Alejandría en manos romanas, Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron para no aparecer derrotados ante la gran Roma, pero sus hijos sobrevivieron y, pese a que fueron muy bien tratados por Octavia, la esposa de Marco Antonio y hermana del emperador, no dejaron de ser rehenes dorados que tuvieron que desfilar de una manera humillante ante el pueblo romano envueltos en cadenas, de oro, eso sí; pero cadenas al fin.
Cleopatra Selene escribe cinco cartas conmovedoras a su ciudad, Alejandría, “porque te extraño, te sueño y reconstruyo tus calles y tus fragancias y los gritos de tus vendedores y tu lengua sorprendida en la encrucijada de los dioses”. Cada una de estas cartas constituye un capítulo que empieza con las cinco letras primeras del alfabeto griego y no es por azar, sino porque María García Esperón quiere recordar, de esta manera, los cinco distritos en que se dividía Alejandría; mejor dicho, quiere recordarlo Cleopatra Selene.
Gracias a estas cartas vemos un alma sensible, instruida y culta que añora su patria, que recuerda a sus padres y que a veces se deja llevar por el fatalismo de su destino, aunque también siente ilusión como cuando la destinan a Juba, otro hijo de rey desposeído, con quien reinará en la Mauritania romana, favoreciendo un oasis de cultura y de paz en esa tierra africana.
Cleopatra habla de las costumbres romanas, escribe acerca de sus hermanos, ve con preocupación, desde el presente, cómo lo que ocurrió en Alejandría estaba cantado; tiene palabras de piedad para sus padres y para ella misma. Escribe en primera persona del singular y siempre se dirige a un tú, en ese caso una ciudad que se humaniza gracias al apóstrofe continuado que emplea la autora.
De alguna manera “Querida Alejandría” es un relato alegórico que introduce a los lectores –jóvenes o no- en un mundo fascinante, que nos habla de la cultura egipcia y griega, con admiración, y que recuerda la fuerza romana y, sobre todo, al gran César, amante también de la madre de Selene. Las intrigas palaciegas por conseguir el poder hicieron que Selene fuese la última descendiente de los Tolomeos y, acaso, del propio Alejandro Magno. Habla de la debilidad de los gobernantes, de Octavio Augusto que enfermaba en cada batalla; de la crueldad de las guerras; de lo duro que es vivir fuera de la patria y de una serie de elementos que hacen de la novela un mosaico vivo y fascinante de una época que ya pasó, pero que aún sigue despertando fascinación y admiración entre el mundo.
El libro termina cuando Cleopatra y Juba contraen matrimonio y la joven princesa se despide de su ciudad, a la manera del Aleph borgiano, evocando todo lo que, en su ensoñación de recién desposada, cree ver y que le lleva a Alejandría, a sus gentes, a su futuro, a su destino: “…vi mi tumba junto al mar, monumento circular sin cesar labrado por el viento y, más allá de cordilleras y ríos salvajes…”.
“Querida Alejandría” es un libro que nos acerca a la historia antigua, de manera humana, viva y llena de riqueza. La autora, insistimos, emplea una prosa llena de cadencias, de ecos, que se paladea, que sabe a tierra, que sabe a río, que sabe a Alejandría.
Dejemos, por último, que sea la autora quien nos cuente por qué ha escogido a estos dos personajes históricos, Moctezuma y Cleopatra, como protagonistas de dos de sus mejores novelas, hasta la fecha: “Para encontrarme con mi destino mesoamericano. (Al fin me encuentro/ con mi destino sudamericano, dijo Borges en el Poema conjetural). En México tenemos las dos tradiciones, la mediterránea y la mesoamericana. Las cosmovisiones que se enfrentaron/encontraron en el siglo XVI –la española y la azteca- son a su vez suma de diversos y variados modos de entender y decir el mundo, de muchos cielos, infiernos y cosmogonías. Una síntesis no se realiza en un año, en una década, ni siquiera en medio milenio. ¡Todavía no acabamos de entender la Conquista española, pero tampoco acabamos de entender el misticismo guerrero del pueblo del Sol! Considero que en mi país tenemos una doble responsabilidad histórica: una dirigida hacia la cultura occidental y otra a la cultura indígena.
En lo personal, siempre he sentido una imantación poderosa hacia el mundo clásico, griego y romano. Me fascina el helenismo y quisiera comprender, desde sus adentros, lo que fue Alejandría. Pero también quisiera trovar (encontrar, cantar) la fascinante cosmovisión mesoamericana, sin soslayar el tema del sacrificio humano, que fue constitutivo de la organización política y religiosa del pueblo del Sol, que muchas veces se despacha con la etiqueta de “práctica salvaje de un pueblo primitivo”. Pero los aztecas no eran “primitivos”, todo lo contrario, eran muy sofisticados; el sacrificio humano se engranaba en una concepción muy compleja del hombre y su relación con el cosmos, una concepción muy honda del significado de la vida y de su imbricación constante, presente, con la muerte.
Moctezuma y Cleopatra tienen en común que ambos simbolizan su respectivo mundo. Ambos luchan por mantenerlo y ambos tienen reconocer que se ha irremediablemente perdido. Cleopatra pierde Alejandría. Moctezuma a Tenochtitlan, de círculos de jade. Dos ciudades portentosas, dos soberanos a los que se les muere la ciudad entre los brazos. Y mueren con ellas. En circunstancias misteriosas. ¿Quién mató a la reina de Egipto? ¿Quién acabó con la vida del Gran Tlatoani? ¿El veneno de un áspid? ¿Una pedrada mexica, una espada española? ¿Qué ocurrió después, en ambos casos?
En “Querida Alejandría” es Cleopatra Selene quien narra la derrota de su madre y de su padre. En “Mi abuelo Moctezuma” es el propio Tlatoani quien da razón de sus actos en una carta disfrazada de códice. Tengo en puertas de publicación, con la editorial mexicana El Naranjo, una novela en torno a la hija de Moctezuma, la joven Tecuixpo, Copo de Algodón. Mi familia, por el lado materno –Esperón- es descendiente de esta princesa (línea de su primer marido español, Pedro Gallego de Andrade) y por ende del gran Tlatoani. Desde niña he sentido la necesidad de remontar el tiempo y la sangre y saber de estos ancestros. “ Hay, pues, parte biográfica en el último libro de nuestra autora, “Mi abuelo Moctezuma”.
BERENICE, LA SIRENA: “HAY UNA SIRENA EN LA SOPA”
“Berenice, la sirena” transcurre en pleno S. XVII, el Siglo de Oro español, y nos habla de cómo los marqueses de la Laguna tomaron posesión del virreinato de la Nueva España y cómo tuvieron que viajar desde España a México. La aventura es notable y nos sitúa ante una realidad histórica poco frecuente en libros infantiles y que, sin embargo, nos parece importante porque introduce en el complejo mundo que debió ser el del S. XVII, con las costumbres en torno al vestuario femenino, la educación de la mujer, la rigidez en el protocolo y otros aspectos que, de manera lúdica, pero real, aparecen retratados en el libro.
Berenice, que da nombre a la historia, es una pequeña sirena que quiere vivir en una fuente y tocar la guitarra, para ello no duda en aparecerse a Conchita (la hija de los marqueses de la Laguna, con un nombre tan largo y pomposo, que mejor, como hace la autora, la llamamos Conchita). Conchita es una niña espabilada, muy viva y lista que observa todo con atención y que acepta las exigencias de Berenice sin demasiado entusiasmo porque hay que reconocer que Berenice es, haciendo honor a su condición de sirena, un ser algo egoísta, que siempre quiere salirse con la suya, que provoca varios enredos y que resulta ser algo antipática a veces, aunque, eso sí, es hermosa y convincente cuando quiere. Berenice se pega a Conchita, a Elotito (la hija del ama de la niña) y a Nicolás (un joven indígena que quiere estudiar y que demuestra grandes cualidades en la oratoria; tantas que el marqués decide llevárselo para que consiga ingresar en la Universidad de Nueva España). Estos tres niños, de alguna manera, protegen y excusan a Berenice hasta que, cuando son recibidos, con toda la pompa y boato que merecen los marqueses, la pequeña Berenice desparece, aunque no por mucho tiempo, porque, y el lector tendrá que descubrir cómo, consigue su propósito. El caso es que Conchita se acaba encariñando de esta sirena pizpireta, traviesa y juguetona.
El libro está escrito de manera muy directa, ya que la narradora, en tercera persona, continuamente entra y sale del relato, para llamar la atención sobre algo, para ironizar, para acompañar al lector, para jugar de alguna manera con la historia. Como si de una Berenice escritora se tratara, María García Esperón introduce posibles nuevas historias, se divierte lanzando comentarios acerca de unos y otros, explicando que la historia que estudiamos es, a veces, solo el reflejo embellecido de lo que fue en realidad y, en definitiva, realizando un ejercicio metaliterario muy interesante. Los diálogos, por otra parte, entre los tres niños, son chispeantes y llenos de gracia.
Gracias a “Berenice, la sirena” los pequeños lectores y lectoras se introducirán en un mundo fascinante, seguirán el viaje desde Veracruz a Ciudad de México, se reirán con las costumbres, abrirán los ojos como platos ante un cocodrilo o un jaguar con malas intenciones y, en definitiva, sabrán de plantas carnívoras y de lugares inolvidables. Aparte, de una manera sutil, pero clara, quedan reflejadas las desigualdades sociales que se vivieron en el S. XVII porque, como diría Juan Ramón Jiménez, el niño puede leer de todo “con las consabidas excepciones” que no pasan por edulcorarles la realidad de manera falsa.
El libro está ilustrado por Camilo Sarmiento Prieto con unos dibujos en blanco y negro en los que quiere resaltar los momentos más rocambolescos del relato, aquellos que sorprenden, que causan alborozo en el lector; aunque también nos ofrece la belleza de Berenice y el candor, en los grandes ojos con que las dibuja, de Conchita y Elotito.
“Berenice, la sirena” permitirá, a los niños de ésta y la otra orilla, hermanarse en una historia que los une y que muestra, a unos y a otros, un momento importante de la historia de México.
COPO DE ALGODÓN: “LA PRINCESA DE LA GRAN CIUDAD DE LA LAGUNA”
Una niña escribe acerca de sus padres y de sus propios sentimientos. Una niña se admira de su tiempo. Una niña es testigo de la historia. Una niña observa cómo se comportan los que la rodean. Una niña presiente que algo en su vida está cambiando. El tema es universal y podemos encontrarlo en multitud de relatos que, con mayor o menor acierto, consiguen que el lector o la lectora se emocionen y sientan, como suyos, la peripecia de la protagonista. En este caso, María García Esperón, la autora de Copo de Algodón, su obra más reciente y la que estamos reseñando, logra todo eso y mucho más porque, con su prosa diáfana, cargada de resonancias, como una caracola de los tiempos, nos acerca a un episodio importante, trascendental, de nuestra historia, de la nuestra y de la de México, puesto que alude a los últimos tiempos de Moctezuma y a la llegada de los conquistadores quienes, con Hernán Cortés a la cabeza, no entendieron a la civilización azteca y la condenaron al silencio, en aras de una religión, de una cultura superior, de unos valores encomiables; pero, en el fondo, como en cualquier conquista, los motivos fueron económicos, en forma de oro.
Lo bueno –y lo positivo- fue que desde España, los conquistadores, llevaron el idioma allá y, gracias a él, ahora nos podemos entender y podemos leer textos tan emocionantes como Copo de Algodón. Su autora, mexicana de nacimiento, permite que sea una niña, Copo de algodón, quien nos cuente qué ocurrió para que cada uno extraiga sus propias consecuencias. Es una novela que tiende puentes, que no toma partido, que muestra los aspectos más humanos y, por lo tanto, más endebles, de dos grandes figuras: Moctezuma y Hernán Cortés. Los dos, con sus errores y sus imperfecciones, se encuentran; los dos acaso se equivocaron y los dos han pasado a la historia tomados de la mano. ¡Quién se lo iba a decir! Gracias a Copo de Algodón se restañan heridas, se aprende a entender los distintos puntos y de vista y se descubre que, al fin y al cabo, como creían los aztecas, el tiempo y el espacio son uno y que, aunque nos empeñemos en enmendarle la plana, todo está fijado ya en la eterna lucha cósmica.
Copo de Algodón, Flor Blanca, Tecuixpo Ixtlaxóchitl, es la hija bienamada de Moctezuma, del Gran Tlatoani. Ella nos cuenta cómo nació, como fue recibida y cómo vivió los primeros años de la infancia, rodeada por los distintos ritos de la cultura azteca, amada por su nana, quien tuvo que ceder una hija al sacrificio ritual. Hay muchos aspectos que no logramos entender de la forma de comportarse de los aztecas, no comprendemos los sacrificios humanos; pero sí entendemos el sentimiento que tenían, el orgullo de ser ellos mismos, su conciencia de pertenecer a un pueblo importante, jamás domeñado. Y eso es lo que nos cuenta Copo de Algodón, pero añade tantas vivencias que sería imposible completar en estas líneas. Escribe acerca de las luchas intestinas, de los pulsos en torno al poder, de su matrimonio infantil con uno de sus tíos, Cuitláhuac, de la pena que sintió al morir su nana, de las dudas en torno al comportamiento de su padre, al que ama y, por lo tanto, no juzga, pero sí se atreve a pensar que fue un hombre cruel.
En el relato aprendemos muchos aspectos relacionados con el mundo azteca que, explicados desde el punto de vista de una niña, cobran mayor importancia, aparecen ante nosotros como recién nacidos, nuevos y siempre eternos. Copo es la voz que nos habla, que enlaza su tiempo con el nuestro porque, ya lo hemos dicho, son los dos uno. Copo es también la voz de otras mujeres por las que María García Esperón ha tomado partido, como Cleopatra Selene, en Querida Alejandría. Ambas ven cómo su manera de vivir sucumbe y ambas se esfuerzan por poner algo de orden en sus vidas y no perder ni sus orígenes ni sus afectos.
Copo de Algodón presenta una estructura muy trabajada, puesto que los capítulos son los días del mes azteca (cipactli, ehécatl, calli…). Recordemos que el año azteca tenía 18 meses. La autora, por otra parte, muestra un dominio impecable del náhuatl y, por supuesto, de todas las coordenadas históricas. Ahora bien, no se queda en la superficie sino que, como ya hemos leído en otros textos suyos, penetra en la psicología de los personajes y nos los muestra directamente, sin intermediarios. Nunca Moctezuma será más respetado que cuando manifiesta el amor por su hija. Nunca Hernán Cortés será más entendido que cuando abraza a Copo a la muerte de su padre. Los grandes héroes, para serlo, han de humanizarse, solo así llegarán al lector, en este caso al lector infantil; aunque pensamos que Copo de Algodón es una lectura sin edad que ayudará mucho a que todos entendamos qué pasó con la Gran Tenochtitlan.
Si duda, tras el libro, hay una gran documentación y un gran esfuerzo lingüístico, puesto que los datos son precisos, la alusión a los dioses aztecas exacta y la recreación de la vida en las Casas Nuevas, rigurosa; todo aderezado por la inocencia de una niña quien, poco a poco, va perdiendo ese velo propio de la niñez y va entendiendo las cosas de los adultos, no siempre claras, no siempre justas. Sea como sea, como iniciaba la nana sus relatos, “En un cierto tiempo, que ya nadie puede contar…” vivió, añadiríamos nosotros, una princesa que no tuvo el destino de las princesas de los cuentos, sino de las reales, de las de carne y hueso. A Copo de Algodón le cambiaron el nombre por el de Isabel, Isabel Moctezuma y, pese a la vida breve que vivió, fue lo suficientemente intensa como para que reclamemos a María que siga contándonos su historia. Necesitamos de nuevo que la voz de Copo se cuele en nuestras conciencias, medio larvadas, y nos haga ver que, a menudo, como diría Azorín, “Vivir es ver volver”.
Por último, y no menos importante, hay que aludir a las ilustraciones de Marcos Almada Rivero quien, con trazo suave, en blancos, grises y negros, traza el paisaje sentimental de Copo de Algodón, la princesa que nació “en el día 2 viento, del año 5 conejo, en la gran ciudad de la laguna”.
LEER PARA SER FELIZ: “¿ESO NECESITA DEFENDERSE?”
Para María leer es esencial porque es una fuente de felicidad y así defiende la lectura, con vehemencia: “Tal vez yo sea de las que no pueden defender la lectura porque no comprenden cómo pueda haber personas que se nieguen a la felicidad y al conocimiento que solamente se encuentran en los libros, esas extensiones de la memoria y de la imaginación, como dijo Borges. A este respecto me gusta recordar un pasaje bellísimo del poema de Gilgamesh, en el que el héroe va en busca de la última respuesta, del secreto de la inmortalidad, del cómo vivir para siempre … y llega hasta la morada de Utnapishtim (el Noé babilónico, que posee el secreto de la inmortalidad). Utnapishtim le dice que se lo revelará con gusto, pero con una condición: que no se duerma en el transcurso de su relato, porque si se duerme, no podrá conocer el secreto, no podrá ser inmortal, se le escaparán las palabras con el secreto. Gilgamesh accede, pareciéndole cosa muy fácil y Utnapishtim empieza a enunciar su largo poema, las genealogías y los nombres primeros, las esperanzas y las descripciones del Universo. Gilgamesh ha padecido grandes trabajos y fatigas para llegar hasta ahí y por más que quiere mantenerse despierto, se duerme y no escucha el secreto de la inmortalidad.
Así, defender la lectura me parece defender la vida, la respiración, los sueños, el amor, la libertad, la felicidad, la inmortalidad. ¿Eso necesita defenderse? ¿No es todo eso la vocación esencial del ser humano?”
Por último, ante el desánimo que hay por la lectura, ella nos ofrece una posibilidad para aumentarla y animarla que sería: ”Ofreciendo auténtica literatura. Y por auténtica literatura entiendo la que transmite emoción, conocimiento, pasión. La que ayuda a los lectores a encontrar su propio sentido de la vida, la que los lleva a ese sentimiento inefable que fue descrito por Borges como “la inminencia de la revelación”, que no es otra cosa que la experiencia estética. La literatura nos brinda, como el arte, un conocimiento por connaturalidad afectiva: intercambiamos naturalezas. El lector entrega su verdad al libro y el libro entrega su verdad al lector. Esto, a cualquier edad.
También pienso que actualmente se está leyendo mucho, pero de diferente manera. Lo que ocurre en internet no deja de asombrarme: en determinados círculos –o redes, a través de blogs- la gente lee y escribe y discute y sueña y vuelve a leer, se levanta de la silla, va por un libro, contrasta y compara, se emociona, conoce, se transforma. En Internet cierto tipo de gente está replanteando la cultura, está leyendo en el sentido original del término: legere, seleccionar, elegir, ligar, religar…”
En definitiva, leer a María García Esperón supone entrar en un universo en el que las palabras rezuman identidad, tienen cuerpo y saben porque están vivas. El castellano de María viene envuelto en el aroma mexicano y enriquecido con otros giros, otros vocablos, otros usos. Su poesía así lo demuestra haciendo que el sueño y la fábula dancen en nuestros ojos sin perder ni un ápice del misterio. No obstante, cuando escribe prosa, sin perder el gusto por la palabra esencial, por la palabra precisa, también quiere hermanar presente con pasado y demostrarnos que los personajes de la historia no están tan lejos de nosotros mismos porque sentían y sufrían igual. Gracias a ella estos personajes olvidados adquieren de nuevo la palabra y con ella la voz y pueden, al fin, decirnos qué pasaba por sus mentes, qué sentían, qué anhelaban, qué amaban. Tienen, gracias a María, una segunda oportunidad.
La obra literaria de María García Esperón es lo suficiente amplia y atractiva como para que todos encontremos un momento de buena lectura con sus historias. E insistimos, lo único que importa para leer es que sea buena literatura. Tanto da la etiqueta que le pongamos, lo importante es que sea LITERATURA. Y la de María lo es.
BIBLIOGRAFÍA
• “Las Cajas de China” (Hillman Publicaciones, Bogotá 2009)
• “Mi abuelo Moctezuma” (Edelvives, Madrid 2009). Colección Alandar, 109.
• “Sibila” (México, 2006)
• “El Disco del Tiempo” (México, SM, 2006)
• “La limonada y otros cuentos” (México, 2007)
• “El Duende No y otros cuentos” (México, 2007)
• “Aires de Don Aire” (México, 2007)
• “Sombraluna” (México, 2007)
• “Berenice, la sirena” (Hillman Publicaciones. Bogotá, 2010)
• “Copo de Algodón”, (México, Ediciones el Naranjo, 2010)
http://www.scribd.com/doc/15676028/Aires-de-Don-Aire-Poesia-para-nins
http://www.scribd.com/doc/14671324/Sombraluna-poesia-para-nins
http://mariagarciaesperon.blogspot.com
http://lascajasdechina.blogspot.com
http://www.pizcadepapel.org
http://blocs.xtec.cat/asaiz
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.