ÁCIDO SULFÚRICO
De Amélie Nothomb, Barcelona, Anagrama, 2007
(Panorama de Narrativas), 166 pág.
“Ácido sulfúrico” es una de esas novelas que se enfrentan cara a cara con las miserias de nuestra sociedad actual, tan apegada a los medios de comunicación y tan insensibilizada a la vez.
En este caso, la autora nos plantea una especie de alegoría de algunos programas televisivos, tipo Gran Hermano, Operación Triunfo y toda su secuela. Esos programas que tienen todo el día el ojo de la cámara sobre los concursantes sin darles tregua. Ahora bien, en el caso que nos ocupa los concursantes lo son en contra de su voluntad para hacer más verosímil el programa que se llama, ni más ni menos, “Concentración”. Se hacen distintas redadas, en París, una supuesta ciudad culta y refinada en la que todos nos podemos mirar, y se reclutan una serie de participantes que van a vivir la peor experiencia de sus vidas, ya que se trata de reproducir, fielmente, el día a día en un campo de concertación. El horror nos golpea con toda su fuerza y, pese a todo, seguimos leyendo. Hay personajes que ejercen de kapos y que se jactan de su violencia extrema y gratuita. Y lo que es la el colmo de la humillación: cada día se escogen a diferentes concursantes para que mueran, sin más, sin que nadie levante el dedo. Las escenas de vejaciones se pueden leer y el lector no da crédito. El programa se emite en horario de máxima audiencia y es un éxito colosal que divide a los espectadores, a la población y que pone a prueba cualquier atisbo de humanidad porque, todos, todos, resultan ser unos hipócritas. El mundo se rasga las vestiduras, pero nadie hace nada por solucionarlo, para que se acabe este lamentable, nunca mejor dicho, espectáculo.
De entre todos los prisioneros destacan Pannonique, CKZ 114, una joven de gran hermosura y sólidos principios, y la Kapo Zdena , otra joven, sin oficio ni beneficio, que piensa que ha sido reconocida al fin, cuando ha ocurrido todo lo contrario, y que se enamora de la joven prisionera. Este juego antagónico es el que formará el centro narrativo del libro.
Todo llega a un punto mucho más odioso aún cuando es el público quien, mediante votación, decide quien va a morir y eso ya colma hasta la poca capacidad de Zdena, quien no soporta que vayan a matar a su amada, aunque nunca ha sido correspondida. Es la kapo, el verdugo inicial, quien pone fin a este macabro concurso con una estratagema que da nombre al libro, como podrá leer el lector.
“Ácido sulfúrico” es una novela que se lee muy deprisa y en total perplejidad porque no nos creemos tanta ignominia y, al vez, se nos pone la carne de gallina cuando pensamos que la sátira que hace la autora de nuestro mundo no va tan desencaminada de la realidad. Cuando el sufrimiento de los otros puede convertirse en pasatiempo, es que de verdad estamos perdiendo el norte y todos los valores supuestamente humanos. Si no somos humanos ¿qué somos, pues?
En suma, una novela dura, muy bien escrita, como un trallazo, como una bofetada, pero siempre en doble clave, porque la autora no opina, no participa, no adjetiva, solo expone. Que cada uno extraiga sus propias consecuencias y obre según su conciencia, parece querer decirnos.
El libro se divide en cinco partes que, a la vez, se estructuran en breves momentos, en breves secuencias que nos llevan a los distintos momentos, pensamientos o acciones de los personajes. Un libro, insistimos, excelente, aunque nada fácil.
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