domingo, noviembre 15, 2015

La escalera roja,
Fernando Pérez Hernando, Kalandraka, 2015.

A menudo, los humanos nos creamos nuestras propias carencias y limitaciones y buscamos excusas para no progresar. Es bueno que los más pequeños aprendan, desde el principio, a valorarse a sí mismos y a conocerse porque cada uno tiene un potencial que debe aprender a emplear. Al pájaro protagonista del relato le sucede algo muy extraño o paradójico: necesita una escalera para subir y bajar de los sitios a los que quiere llegar. Sin escalera se siente incompleto, como si le faltara algo y es incapaz de reaccionar hasta que alguien, en esta ocasión, un amigo suyo, el conejo, le dice que para qué necesita escalera, si él sabe volar.
Y es que, también a menudo, necesitamos que sean los demás los que nos vean y den nombre a lo que somos. Por ejemplo, si en una clase de niños, la maestra no presta atención a alguno o lo trata de manera diferente, todos los demás harán lo mismo. Para que un niño se desarrolle de forma armoniosa debe tener la aprobación y la mirada de los que se encargan de él, sus padres o educadores. Nuestro pájaro ha necesitado al amigo y, una vez ha visto que él era capaz, se ha echado a volar y adiós escalera.
La escalera roja es un relato breve, muy fácil de entender que maneja dos secuencias paralelas, pero contrarias. Por un lado, el pájaro asciende y, por el otro, desciende. De esta manera el niño se va acercando a los antónimos y aprendiendo nuevas palabras, a la vez que entiende una secuencia lógica, gradativa, que lo lleva desde abajo hasta arriba y nuevamente hasta abajo. A la vez, aparece el humor que aporta el conejo quien se pasma ante la necesidad de su amigo pájaro, totalmente ilógica. ¿Hay algo más absurdo para un pájaro que una escalera? En ese momento empieza el humor en el relato y su relación con el nonsense. El pájaro, sin discutir ni un momento ni extrañarse, cae en la cuenta de que puede volar y eso hace: vuela. A menudo las cosas más sencillas son las que complicamos más, como hace el pájaro y nos rodeamos de objetos simbólicos para darnos fuerza cuando, de verdad, no nos hacen la menor falta.
Por otro lado, las ilustraciones -hechas con témpera y lápiz- narran, como si de una película se tratara, todas las acciones que sigue el pájaro. Va jugando con planos generales y primeros planos, para centrar mejor el relato. Los colores vivos y potentes rezuman vida y contagian alegría y confianza.
Precisamente es la confianza en uno mismo uno de los principales aspectos que se desprenden del texto.
La escalera roja es, en suma, un libro ideal para los pre-lectores y primeros lectores. Además, si se lee en grupo, puede ser un buen punto de partida para trabajar las diferencias y las cualidades de cada uno.


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