De Michael Grejniec, Kalandraka, 2009, Libros para soñar
“¿A qué sabe la luna?” fue un libro muy adecuado para leerlo el año en que se conmemoró el 40 aniversario de la llegada del hombre a la luna, aunque la propuesta que hace Michael Grejniec, autor e ilustrador del texto, es distinta y mucho más lúdica. Es un texto que no necesita excusa, que se mantiene por sí solo. La traducción de Carmen Barreiro está muy cuidada y, de alguna manera, logra que el texto se acerque a la poesía puesto que hay alguna rima asonante. De todas formas, es un relato que puede leerse en silencio, aunque pensamos que ganará si se hace en voz alta; incluso, pensamos, podría adaptarse como obra teatral sencilla.
Un buen día, y ya pasamos al argumento, los animales se obstinan en llegar a la luna para morderla y saber cuál es su gusto, se ahí el título, no obstante no pueden solos y deciden unirse para formar una piña y solo así logran llegar a la luna. Los animales se estiran y no hay manera de alcanzar al satélite que parece reírse de sus esfuerzos, aunque con sonrisa plácida. Miles de ojos la contemplan y suspiran por alcanzarla.
El texto se presenta como una concatenación de escenas. La tortuga es la primera en tratar de alcanzarla y la que señala el punto de partida, la montaña. Una vez allí, llama al elefante y, como no lo logran, acuden a la jirafa y así sucesivamente, un animal encima de otro, la cebra, el león, el zorro, el mono y el ratón. Uno se monta encima del otro, a manera de castillo animal y cada vez sienten que están más cerca, porque, bien claro es el mensaje, la unión hace la fuerza.
El ratón, el más pequeño de todos, tiene el privilegio de tocar la luna, aunque ésta es esquiva y se ríe de sus esfuerzos. El ratón es, al fin, el que muerde la luna y le arranca un trocito y lo reparte entre todos los amigos que se sienten dichosos porque, y éste es el gran secreto, “la luna les supo exactamente a aquello que más les gustaba a cada uno”.
El libro nos habla de los sueños, como indica la colección a la que pertenece, de la superación de las limitaciones y de la ayuda y la cooperación entre distintos seres que persiguen un mismo fin. Los animales se sienten contentos y esa noche duermen muy juntos; pero el pez, que lo ha visto todo, y ahí viene una nota de humor o de ironía, se pregunta a qué vienen tantos esfuerzos si él ve la luna que está en el agua. Al fin y al cabo, en este mundo, a menudo, todo depende de la perspectiva que uno tenga porque para el pez la luna del agua es más real que la del cielo.
“¿A qué sabe la luna?” se presenta en formato álbum e incluye un medidor de regalo que hará las delicias de los pequeños porque ellos también tratarán de emular a los animales y con cada centímetro que crezcan estarán más cerca de la luna y… de ser mayores.
Las ilustraciones son realmente mágicas ya que se centran en los colores de la luna y le dan total protagonismo, como señora de nuestro cielo nocturno. Y es que la luna tiene muchas caras y… a cada uno nos ofrece aquello que buscamos. Como los sueños.
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