“A María García Esperón,
que me hizo conocer la palabra
de Marcelo Suárez de Luna”
En realidad no sé bien por qué escribo
Tampoco sé bien por qué respiro
Y sin embargo eso
Nadie me lo pregunta.
(Marcelo Suárez de Luna)
INTRODUCCIÓN: ESCRIBIR ES DICHA
Marcelo Suárez de Luna (Buenos Aires, 1964) es una de esas personas versátiles, que se te ofrecen a través de sus palabras y que tratan de aprender cada día que pasa. Una de sus características, a la hora de definirse, es la ironía, así logra distanciarse y no tomarse muy en serio, con lo cual logra hacer de sí mismo objeto de estudio y atención. De esta manera se presenta, pues, el propio Marcelo, en tercera persona: “…escribió desde siempre –dice hablando de él mismo-, sólo que en algún momento dejó de hacerlo, para dedicarse a triunfar en la vida. El año pasado unas voces interiores tuvieron ganas de expresarse a través de él y se quedó perplejo. Entre consultar a un psiquiatra y dejar fluir esas voces traviesas optó por lo segundo, simplemente porque era más económico. Abrió un blog como quien compra un periódico, y luego la sorpresa: hubo gente a la que le gustó lo que escribía. Empezó escribiendo relatos. Luego aparecieron unos sujetos en forma estable, "las voces": Pedro Menárdez, el Citador de Borges; un Detective Privado; un hampón apodado El Zurdo; El Hurgador de Libros, y últimamente Francis Oliverio Recúpero, el Ultimo Poeta Maldito y el Único Argentino.” Voces que aparecen en su selección “La menor idea”.
A propósito de estas voces interiores nos comenta: “Mis voces interiores: por culpa de ellas está el blog. No me resigné a trabajar toda la vida en otra cosa y nada más, tenía ganas de soltarles la cadena, aunque a veces salgan desordenadas. Tengo varias y disímiles, porque escribir es jugar a ser muchas personas, entonces me gusta usar ese privilegio. En general trato de no perder de vista el humor, aunque el resultado no depende de mí. Como siento que llego desde afuera a la literatura, aunque no tenga claro qué significaría estar adentro, hice carne en estas palabras de Borges: “La dicha de escribir no se mide por las virtudes o flaquezas de la escritura. Toda obra es deleznable, afirma Carlyle, pero su ejecución no lo es” Para mí escribir es una dicha, suelo reírme bastante mientras escribo. Si lo permite el tema, claro”. Tras él hay toda una galería de poetas que, en su día, acudieron al heterónimo para escribir, ya sean Pessoa o Machado. No obstante, para Marcelo es más un juego, una diversión, como acabamos de leer.
EL BLOG: LE GUSTA CONTAR HISTORIAS
El blog de Marcelo Suárez, que él mismo acaba de mencionar, no es un blog cualquiera, es un blog con una actividad tremenda, que obtiene respuesta y que siempre está variando. Y es que nuestro autor es un Blogger de primera línea. En este estudio no nos ocuparemos de su blog de manera directa, ahí está, abierto para todo aquel que quiera conocerlo, trataremos de adentrarnos en su poesía y, un poco, en su prosa. Su blog se llama "La Menor Idea" (http://www.marcelo-lamenoridea.blogspot.com).
Y añade aún algo más Marcelo acerca de su blog, dice que “ lo hace feliz, porque él no escribe como catarsis ni para desahogarse”. Por lo tanto, no encontraremos aspavientos, ni sufrimientos fuera de tono, sino la palabra de un hombre que quiere jugar con el idioma y que goza con ello y, aún más, goza con lo que los demás le aporten. En definitiva, concluye el autor: “Escribe porque le gusta contar historias. Emocionar, cuando la fortuna lo acompaña. De todos modos, -continúa con otra gran ironía suya-: Suárez de Luna no ha descartado la consulta al psiquiatra por el tema de sus voces interiores –y termina con un sarcasmo y un guiño al lector-. Simplemente la ha suspendido momentáneamente.”
Para este autor bonaerense: “Tener un blog es un placer, un juego, un transmisor de emociones, de ida y vuelta permanente y vertiginoso, porque actualizo bastante seguido y tengo una excelente devolución de quienes se acercan a leerme. Hace un año y medio que lo tengo y no hay un día donde no esté pensando en algo para hacer en mi blog”.
En definitiva, para Marcelo Suárez de Luna, Internet es una herramienta más en su quehacer literario: “La mezcla de internet y poesía en mi caso no sólo es posible sino también necesaria, porque es mi vehículo comunicacional por excelencia y casi único, al menos por ahora. He leído más poesía en internet que por libros, aunque también es cierto que algunas veces se trata de un ejercicio masoquista. No me quejo, a mis lectores les pasará lo mismo conmigo”.
Tras las palabras de Marcelo, su obra en primera persona, se encuentra todo un bagaje, tal vez no sistematizado, desordenado, si se quiere, pero rebosante de vida y de energía. Así, Marcelo habla de sus lecturas y de sus querencias literarias: Primeras lecturas: De niño me encantaban los cómics y la vieja Colección “Robin Hood” con sus libros de aventuras: Tarzán, La Isla del Tesoro, Sandokán, Moby Dick. Fuera de esa colección el primer libro que recuerdo es “Los verdes años” de Cronin y ya en la secundaria, en las clases de literatura los cuentos de Borges (El Sur) de Cortázar (Continuidad de los parques) o de Mujica Láinez (Misteriosa Buenos Aires) Seguí con Borges y los que no desdeñan el sentido del humor aunque la vida muchas veces sea una tragedia: Chesterton, Wilde, Stevenson, Cervantes por supuesto. De mi madre andaluza heredé el gusto por los Machado, Hernández, García Lorca, y de mi padre por los letristas del tango: Cadícamo, Manzi, Celedonio Flores y Castillo. Leo sin orden alguno y en la medida que encuentro, rara vez lo hago sistemáticamente.”
LA MENOR IDEA. PROSA
La prosa de Marcelo Suárez, surgida de la inmediatez del blog, ofrece textos distintos, de contenidos dispares y de muy rápida lectura, como veremos, aunque no por ello, en muchos momentos, dejan de invitar a la reflexión y a la calma porque detrás de citas, breves, como trallazos, se oculta toda la cosmovisión del autor, su ironía, su manera distinta de ver las cosas, su vehemencia y sus ganas de evolucionar.
“Los temas –comenta Marcelo- vienen solos, los encuentro en la calle (me gusta caminar con los sentidos bien abiertos, hay muchas cosas interesantes allí, donde me transformo en un mero cronista) y también reflexionando o por casualidad. Rara vez me siento frente al ordenador con la mente en blanco, suelen llegar antes las ideas, muchas veces mientras me duermo.” Porque Marcelo Suárez de Luna es un observador de primera:
“Entonces,
si estás cansado
y querés dejar de pensar en vos por un buen rato,
Metete en cualquier lado
(pero tiene que estar lleno, eh)
Hacé la prueba y mirá.
La vida pasará por tu costado
y no tendrá tiempo de observarte.” (en “Poesía imperfecta”)
“La menor idea” es una recopilación miscelánea de sus textos en prosa, realmente rica y curiosa. Se inicia con “Relatos fantásticos” que son pequeños cuentos en los que la realidad queda superada por el otro lado, por el lado del revés. En la mayoría de estos relatos se condensa la filosofía de vida que tiene Marcelo Suárez. Veamos algún ejemplo:
“El guardián está convencido de que la esencia de los hombres no está en sus almas sino en sus cuerpos, aunque ya no los tengan, como aquel manco que continúa sintiendo la mano mucho tiempo después de amputada. Pero por supuesto que el guardián no les dice lo que piensa a los dueños de los pasillos. Enojarse con ambos al mismo tiempo no es recomendable para nadie.”(“El guardián del cielo y del infierno”)
“Suerte que la muerte es cumplidora con quien la cita, aunque a veces no aparezca huesuda y de capa negra, sino con forma de pájaro.” (“El pájaro”)
Son textos llenos de vehemencia, rápidos y precisos en los que nos muestra otra manera de ver la realidad como en “Cuentito de Navidad”:
“Hay algo raro abajo. Primero oyó un ruido apagado, como un murmullo. Cuando bajó, recordó que la lámpara del sótano estaba quemada. La linterna alcanzó a mostrarle un destello, algo que se movía. Revisó meticulosamente todos los trastos, y nada. ¿ratones? Nunca hubo, es otra cosa…
Arriba, la familia reunida en la mesa navideña la llama. El banquete está listo. Comieron y bebieron, y a medianoche abrieron los regalos. Todos están felices menos una.Porque hay algo raro abajo. Y la única que lo sabe es ella.”
“Improbables conversaciones” es el siguiente capítulo de “La menor idea” y reproduce diálogos imposibles que tienen lugar en lugares poco idóneos y que nunca serán pronunciados por los personajes que escoge el escritor. Véase, para entenderlo, un ejemplo:
“Los amigos se retiraron disgustados, murmurando:
- Y este quien se cree que es? Dios?
- En ese caso somos Adán y Eva, porque nos expulsó del paraíso. Desde ya le adelanto que yo soy Adán. Pero no se angustie, recuerde que no creo en Dios, aunque se haya travestido de Cándido. Todavía hay tiempo para una ginebrita más en lo de Manolo. Cambiando de tema: Ud. cree en la Santísima Trinidad?”
El siguiente libro, por así decirlo, incluido en su obra genérica es “El citador de Borges” protagonizado por Pedro Menárdez que es el citador y una de las voces de Suárez de Luna . Menárdez hace de su vida una especie de homenaje perpetuo a Borges y, en los textos, se mezcla realidad y ficción. Realmente son muestras de un conocimiento especial del escritor Borges y de una gran admiración, aparte del sentido del humor que, marca de la casa del escritor Suárez de Luna, nunca desaparece de sus composiciones.
“Cuentos imperfectos” sigue al homenaje a Borges. Se trata de una serie de cuentos que presentan personajes clásicos, propios de los cuentos de hadas, pero que no se comportan de la manera habitual, de ahí que se les califique de imperfectos. Así en “El príncipe gris”: “Sin embargo, la princesa lo acompañó hasta su castillo custodiando su regreso, y se fue por ahí sin más. Es que el príncipe gris le parecía mortalmente aburrido.”
“Detective” es una novelita corta que contiene un caso de un detective inusual que: “Nuestro detective odia los trabajos del corazón, encargados por maridos celosos o esposas con insomnio. Pero estaba arruinado de nuevo. Y siempre le aparece un seguimiento de éstos cada vez que el dueño de la oficina lo llama para decirle que ahora sí va en serio, que puso los papeles en manos de abogados.
Entonces los acepta.
“ADN (tango)” es una recreación de la esencia de los tangos, una explicación de algunos de ellos, no los más conocidos puesto que quiere, de alguna manera, abrir caminos y arrojar luce en las letras menos frecuentes, pero, no por ello, menos esenciales a la hora de hablar del tango.
“Diccionario del diablo apócrifo” es otro divertimento del autor: “El Diccionario del Diablo es uno de mis tres libros preferidos –escribe-. Allí su autor -Ambrose Bierce- (otra de sus voces) combina ferocidad, sentido del humor y pesimismo en dosis magistrales para definir a la sociedad de su época y con ella, a todos nosotros.
Revolviendo cajones en mi casa encontré una serie de palabras pretensiosamente definidas siguiendo el esquema del insigne autor, aunque sin ninguna eficacia. Evidentemente han sido imaginadas por alguna mente extraviada que, en lugar de tirarlas al cesto de la basura como correspondía, las mezcló maliciosamente entre mis toscos papeles.
La mayoría de las definiciones (no más de una docena) han vuelto a desaparecer, excepto la que publico más abajo, siguiendo un designio que no me ha sido revelado y del cual soy evidente instrumento, y que por superstición acepto. Si con esta pobre publicación consigo despertar el interés de algún desprevenido lector en el verdadero Diccionario del Diablo, el Otro, la justificación de esta cita estará enteramente cumplida”.
Aquí transcribimos alguna de sus geniales definiciones y lo animamos a que complete el diccionario:
TELEFONO CELULAR: Móvil. Aparato que sirve para incomunicarse desde cualquier lugar a personas que no gustan de incomunicarse mediante el sistema telefónico tradicional. Adictiva enfermedad de los nervios.
Acaso pensando en él mismo así define bloggero:
BLOGUERO: Loco/a. Sujeto extravagante e incomprendido por sus parientes y amigos (salvo que también sean blogueros) que prefiere entablar relación con അആഇ, residente de la provincia de ёіўыэ del país de Стефанови, en lugar de ser amigo del vecino de enfrente. Además sabe que അആഇ tiene dos hijos, llamados ਪਫਬ y د ذ ر y también el nombre de su cónyuge, 갈 갉y las fechas de los cumpleaños de todos. El bloguero alienta a അആഇ con su literatura y lo lee permanentemente, aunque considere que es desastrosa y sin solución. Pero lo hace porque le tiene cariño. Asimismo quiere asegurarse que അആഇ lo lea a él, quien piensa exactamente lo mismo de sus poesías y cuentos pero en lugar de decírselo, prefiere referirle que es “atrapante”, aunque en su idioma suena más o menos como “ტუ-ფქ”
En definitiva, “La menor idea” es un título irónico también puesto que Marcelo Suárez de Luna piensa no tener “la menor idea de nada” y en cambio nos ofrece un ramillete de textos, distintos, dispares, complicados de enmarcar, que nos hablan de la dispersión de intereses del autor, pero también de su curiosidad, de sus ganas de crecer como persona y de la rapidez con que genera las ideas.
POESÍA IMPERFECTA
La poesía de Marcelo, ya lo veremos, es distinta, se entrelaza, brota como en cascada. El español que emplea es rico en matices y está trufado de giros bonaerenses que le dan plasticidad, realismo y esa gracia especial del español de Hispanoamérica. Su único poemario, hasta la fecha, se titula “Poesía imperfecta” y está formado por 26 poemas de temática diversa, ya lo veremos y de medidas y rimas irregulares, puesto que al poeta no le importan mucho esas cuestiones formales y apunta más al fondo, al contenido del poema que, a veces, se reviste de prosaísmo, incorpora términos a priori poco poéticos y lucha con el idioma, cuerpo a cuerpo, para escribir lo que él quiere, para llegar a ofrecer, en cada poema, un momento de su universo personal, una observación, un sentimiento.
El poeta, de nuevo, escudado en la ironía, comenta por qué escribe poesía: “En el colmo de la desfachatez, Suárez De Luna empezó a escribir poesía, lo que nunca había hecho y como le parecía mediocre (como todo lo que escribe, sólo que un poco más mediocre) decidió llamarla "Poesía Imperfecta" Increíblemente a sus lectores le gustó, lo cual no reafirmó su autoestima sino su convicción de que no son estos tiempos de buena literatura”.
El propio Marcelo, con gran modestia y mucha sinceridad, define qué es para él la poesía: “Considero la poesía como un terreno de libertad donde suelto el corazón mientras juego con las formas, aunque en mi caso esas formas siempre son imperfectas. La llamo “poesía imperfecta” por mi falta de pericia poética, y la sensación de vitalidad que me producen las imperfecciones. Le escapo a las formas rebuscadas y al amor como única fuente de inspiración, aunque también le escriba. Para mí todos los temas se pueden llevar allí, incluso el humor, como en el caso del portero de mi edificio que escruta lo que llevo y por ello me molesta. Él ignora que en muchos sitios conocen su mirada policial sobre mis cosas gracias a la poesía que le escribí.” Veamos de que poema habla el poeta y entenderemos sus afirmaciones:
“Una mirada molesta
En mi edificio hay un tipo
que hace guardia sábado y domingo
cuando lo saludo me saluda
es muy correcto pero
hay un problema
apenas me mira a los ojos
enseguida escruta lo que llevo:
la bolsa con el desayuno
el diario del domingo
o el teléfono
y me vuelve loco esa mirada
me dan ganas de mostrarle la bolsa y decirle
¿Sabés qué llevo?
Una cabeza, un pie izquierdo
y un brazo sanguinolento
¿Me los cuidás?”
Buen observador de la conducta humana, se ríe de nuestros defectos y escribe acerca de la incapacidad que tenemos para escuchar a los demás:
Hagan la prueba
díganle a alguien que discute con ustedes
“tenés razón”
Él seguirá exponiendo
sus razones
sin advertir la venia,
en vez de hacer lugar
a silencios elocuentes
y cambiar de tema.
Uno de sus poemas titulado, precisamente, “Poesía imperfecta”, recoge el porqué de esa idea de Marcelo:
Poesía torpe de mi amor irregular
plagado de defectos, de recortes,
de intentonas
que llega sin saber adónde va.
¿Adónde irá pues este amor?
con ansias de salir maravilloso
pero es rudimentario y con hilvanes
y su poesía, tan imperfecta como yo.
La ironía es uno de los elementos clave en la poesía y prosa de Marcelo de Luna, una ironía que, paradójicamente, a veces se convierte en ternura y la ternura que no sabe como encauzarse en sus palabras se reviste de esa coraza llamada ironía que solo los muy inteligentes saben emplear sin que se les note demasiado el trasfondo, como ocurre a Marcelo de Luna. Así lo leemos en uno de sus poemas más hermosos:
Caminando por la arena me pregunto
¿por qué, quiénes, para qué?
Ninguna respuesta obtengo
hasta que veo la sonrisa de mi niña
construyendo palacios, no castillos
y entonces cualquier interrogante
pierde toda relevancia.
La gran verdad que descubre el poeta es dónde está el alma y que no se nos diga que no hay ternura en el siguiente poema. El descubrimiento que hace nos lleva a pensar en la vida que late en un gesto, en el aroma, en un objeto, una vida mucho más poderosa de lo que creemos porque en esas cosas se ha impreso parte del alma de quien las tocó:
Quizás buscamos sin saber
lo que no existe;
dentro del pecho, detrás de tu mirada
Tal vez debiéramos dejar que nuestro cuerpo
sea sólo eso, la mejor de las moradas.
¿No será en otro lugar donde ella vive?
(en una carta, en un café o en una rosa)
¡oh geografía equivocada del poeta!
no es en el cuerpo donde hay alma
es en las cosas.
Y es que, al lado de esa poderosa herramienta que es la ironía, late un sentimiento más profundo como es el amor, aunque, eso sí, aderezado con ese humor tan característico del poeta porque:
¿Cómo poder hablar de amor
en bares con televisión?
Si en el momento justo
en que mi corazón se parte
tus ojos se distraen
por un instante
mirando sin mirar
figuras espectrales?
Mucho más chocante es el poema en que el autor se confiesa totalmente inútil para las cosas de la vida y declara que el amor es una cosa y... lo demás otra, porque él es poeta, y de nuevo la ironía, es capaz de todo menos de... pagar cuentas, clavar clavos y esas cosas cotidianas:
Espero vida mía –y me despido-
oigas el ruego de mi alma torturada.
Pídeme el cielo, los astros, las estrellas
mas no me pidas nunca, pero nunca, que haga nada.
Y ese humor destartalado del poeta que asoma, no de puntillas, no, sino con toda la cara de pilluelo que tiene y que leemos en poemas como el siguiente:
Cueste lo que cueste
Caiga quien caiga
Porque lo digo yo
Porque a mí me parece
Porque soy macho
Porque me la banco
Y no se hable más del asunto
Sanseacabó
Es mi última palabra
No acepto peros ni excusas
Así se hará o nada
Digo, de pronto, me parece
Salvo mejor opinión tuya
En realidad no estoy seguro
Lo que a vos te parezca está bien
Sí querida.
El amor, la dificultad de asirlo, de entenderlo, esa extraña mezcla que contiene de rareza, de perfección, de enigma y de mala educación, como acaso quiera expresa el poeta en su poema “Borde”. Sea como sea el amor siempre produce un extrañamiento, una enajenación, un vacío:
Es raro este amor que se me escapa
como una peli, al borde del abismo
él la sujeta mas ella se resbala
y no hay quien pueda remediarlo
así parece a veces este amor
que se sostiene apenas con un dedo
con una mano temblorosa que se escurre
hacia el vacío infinito del adiós.
Y es que en el amor hay un punto de incomprensión, de no saber qué espera el otro, una huida, un esconderse para preservar los sentimientos:
Cada mañana que te vas no te das cuenta
cuando mi cuerpo dice adiós sin inmutarse
es por la máscara, no adviertes
que mis ojos desesperan tu regreso.
Mientras te arreglas no te miro;
hago café pensando si lo habrás notado
pues cada mañana que te vas, entre tus cosas,
llevas también mi corazón.
Por mucho que una quiera disimular, tratar los temas con distancia, pensar que nada nos duele, no es verdad y llega la hora del silencio:
Quemé tus cartas
olvidé tu teléfono
borré tu correo
me cambié de ciudad
rompí tu foto
regalé tus libros
(incluso los dedicados)
dejé de nombrarte
ni siquiera te pienso
y sin embargo esta noche
tiraría los dados una vez más.
El amor, bien lo define el poeta, nos aprisiona y aguarda las migajas que nos ofrece la persona amada, las raciones como escribe Marcelo de Luna:
Como el preso de una comida diaria
estoy esperando mi ración
Ansioso, con agua en la boca
con la memoria llena
de manjares compartidos
que ahora parecen tan lejanos
pero con la ilusión intacta
te decía que estoy esperando
mi ración
de ti.
Con qué humildad se ruegan estas raciones y otros favores a la persona que se quiere:
Juguemos a que acabo de llegar
y baila para mí.
Yo te ofrezco algo de dinero,
y que parezca que te importe.
Seamos esta noche
cualquier cosa
y olvidémonos de todo.
Hagamos esta noche lo que quieras
Pero por favor
no dejes de bailar para mí.
Marcelo Suárez es una persona que también mira fuera de sí y echa un vistazo a la sociedad, trata de recoger esos momentos que nos hablan de desigualdad, de pobreza y que muestran que la riqueza sigue sin estar bien repartida:
Hay un tipo tirado en un portal
de la avenida Callao
Tiene un brazo extendido
Pide algo
Las personas miran a otro lado
Apuran el paso
Aprietan el dinero
en los bolsillos
Se sienten agredidos
y se defienden
El tipo no habla
pide algo
pero no es un mendigo.
Es un borracho
Me parece que ya sé
lo que le pasa
-¿Le doy una mano para levantarse jefe?
- Sí, ¡gracias!
(sonrió)
Eso era todo
O:
Y aquí estoy yo, sin voz, sin rostro,
sin fe.
Pálido de soles invernales
y madrugadas frías;
homeless que te pregunta
si le permites tu baño,
o tu cocina
porque no se anima a pedirte
tu corazón.
Y, por último, otro hermoso poema que recoge esas diferencias sociales y esa forma de vivir distinta que tienen los llamados mendigos que son, al fin y al cabo, libres por naturaleza:
He vuelto a ver luz en tu ventana
mientras camino por la calle oscura.
Ese simple detalle
inadvertido por el mundo
Para mí es la vida.
Acaso el sentimiento que domina en toda su poesía sea el de la libertad o el ansía de libertad:
Sueño con caballos salvajes
paciendo por los llanos
del norte o del oeste
de la tierra sin alambres;
sin monturas sin aperos
sin jinetes
ni desfiles militares
Dueños de su tiempo
Orgullosos invictos
Sin carreras sin espuelas.
Detrás de las pupilas apagadas
del caballo viejo
Que recoge las miserias
frente al carro del paupérrimo
Veo el alma victoriosa
que resiste que recuerda
los inmemoriales tiempos
no vividos
De la libertad.
En el fondo, Marcelo Suárez de Luna es un soñador que se resiste a vivir en un mundo tan prosaico y tan carente de sensibilidad como éste que hemos estropeado un poco entre todos, aunque aún es salvable ya que:
Aunque trabajes en un banco
sóñate un mundo entero
de gente que se ríe
y que se besa por las calles.
Estoy seguro que mañana
será distinto.
CONCLUSIONES: LO QUE NO PUEDE ESPERAR ES EL DESEO
Nuestro autor, hasta la fecha, no se ha atrevido con los concursos literarios y de esa manera lo explica: “El problema que tengo con los concursos literarios es que exigen que las obras no estén publicadas, y he desarrollado un ritmo de trabajo que se parece más a un periódico, en el sentido de que pasa muy poco tiempo entre la escritura y la publicación. También hay una cuestión de ansiedad: con los vinos me sucede lo mismo, si a la tarde compro uno me lo quiero beber a la noche, no puedo comprar para el mes que viene. Pero me parecen una excelente forma de dar a conocer a gente que no tiene posibilidades de acceder por otros medios, es decir, la gran mayoría. Igualmente esta falta de medios es lo que ha venido a cambiar internet. En el mismo sentido, también me parecen una buena idea los concursos de blogs, porque allí se busca premiar la calidad y distinguir entre tanta cantidad, aunque a veces se queden en la intención.” A Marcelo de Luna le pesa la inmediatez, no tiene paciencia para esperar y es que:
El cielo puede esperar
las hipotecas subprime
la quiebra de los bancos
Obama y Mc Cain
la Bolsa
el partido de fútbol
mi camisa arrugada
la hora de la fiesta
la oferta de fin de temporada
la primavera
el amigo
la impaciencia.
Lo que no puede esperar
es el deseo.
Por eso publica deprisa y podemos ver sus textos colgados en el blog de manera inmediata y es que: “Trato de escribir de todo y para todos. Escribiendo ficción, historias reales, prosa, literatura, cuentos y opinión, suele sucederme que mis lectores crean real una historia inventada y viceversa, lo que genera malentendidos muy graciosos, al menos para mí. Muchas veces pienso en el lector, tratar de adivinar qué quiere, qué le gusta. Y cuando consigo formarme una idea de eso, hago exactamente lo contrario. Me gusta tenerlo sobresaltado y sin saber con qué le voy a salir la vez siguiente. Muchas veces comparto la incertidumbre sobre el próximo paso, lo cual salta a la vista en ciertos escritos poco afortunados. La mayoría, bah…”
Ya va siendo hora, pues, de que alguna editorial se fije en el poeta que hoy estamos comentando y le permita publicar, de una manera más reposada, parte de sus poemas o de sus textos en prosa para que los lectores puedan leerlos con calma, acaso sin la inmediatez del blog, pero sí con el reposo que requiere una obra poética.
Marcelo Suárez de Luna, que es un autor joven, también piensa en el futuro, en la memoria que quiere dejar y, aunque mucho más vamos a escribir de él porque recién ha empezado como quien dice a saberse poeta, nos sirve para cerrar este estudio su poema Testamento:
Me preguntan cómo me gustaría
que me recuerde mi hija mañana.
Como a todos, que su padre fue un buen hombre.
Que con errores, luchó para que la vida
la dañe lo menos posible. Que la amó.
Que le enseñó algunas cosas.
Pero esos deseos los tenemos todos los padres.
Mi sueño particular es que un día, revisando trastos en desuso
ella encuentre uno con forma de
poesía imperfecta
Y se diga que su viejo
no lo hacía tan mal.
PARA SABER MÁS:
.Suárez de Luna, Marcelo: “La menor idea” (textos en prosa)
.Suárez de Luna, Marcelo: “Poesía imperfecta”
http://www.marcelo-lamenoridea.blogspot.com
http://vozymirada.blogspot.com
http://mariagarciaesperon.blogspot.com
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.