martes, noviembre 13, 2012


Jorge Luis Peña es un joven escritor cubano con una exquisita trayectoria literaria. Su poesía, clara y sincera, se dirige, a menudo,  a los niños (un ejemplo es Donde el jején puso el huevo). Nos hemos acercado a Jorge Luis Peña y éstas son las respuestas, amplias y lúcidas, que nos ofrece.

"Poner el sentimiento en formas llanas y sinceras"


¿Cómo definirías la poesía infantil?

La poesía para niños es para mí un subgénero literario que evoluciona de una perspectiva moralizante y una intención didáctica hacia conceptos más próximos al arte, a la sugerencia de un discurso más respetuoso e interactivo. Se caracteriza por la brevedad, la musicalidad (utilización casi siempre de la rimas), la ingeniosidad, la sencillez y el aprovechamiento de los referentes afectivos del niño, en virtud de una mejor comunicación con este destinatario.

¿Crees que hay una división clara entre poesía infantil y poesía para adultos? ¿Qué marca esa diferencia?

No hay una línea divisoria definida. Son dos caminos de una misma evolución que van por líneas paralelas, y a veces se cruzan de acuerdo a las exigencias, necesidades y evolución  del lector. Cuando incluyo al adulto como lector potencial en la literatura para niños que entrego, trato de no hacer tan  visible esta distinción respecto a estética literaria. El romance como estructura poética es casi restrictiva del mundo infantil, de un tiempo a la fecha, no porque en un principio se destinara a ellos, sino porque tiene elementos atractivos que los niños hicieron suyos, como la musicalidad, la transparencia, el apoyo en una historia  y el gusto por la imagen, por citar elementos en la poética de  Lorca, usándola como referente. Una diferencia sustancial entre la poesía infantil y adulta, son  los excesos en la construcción del discurso. No creo que el niño tenga desarrollada su capacidad de abstracción, por eso estamos obligados a usar historias o sentimientos conocidos, sin proponerles complejos niveles polisémicos. Creo que es importante ser cuidadosos en el trabajo con los símbolos. Usar el humorismo y la sencillez que no debe implicar  la mojigatería y el didactismo ramplón. Por otra parte al adulto le indigna el tono aleccionador que subyace en el discurso lírico tradicional para el público infantil. Otra categorización moderna es la poesía para jóvenes que intenta dialogar con ambas naturalezas de acuerdo a las características  de sus consumidores.
Menciona algún poeta que te haya impactado especialmente a la hora de escribir.

Martí es siempre mi referente, mi piedra angular, porque dejó una reflexión trascendental para la historia de la literatura. Al sumergirse en estas aguas, tanto en la poesía para adultos como para niños, estableció una línea imprecisa, de acuerdo a sus altos conceptos estéticos. Su río se lanzaba impetuoso al mar, como si los cauces no pudieran contener sus inquietudes.  Muchos dudan  que el Ismaelillo sea literatura infantil, otros tienen que aceptar que Los Versos sencillos se hicieron literatura para niños a partir de la acogida que hicieron éstos de un  abordaje autoral que  satisfizo a ambos públicos. Su proyección y respeto a la infancia las tengo siempre presentes e incluso su dimensión latinoamericana, cuanto perfiló  todavía es medular en los infantes para formación  de su identidad y un compromiso con su tiempo. Sin dudas Martí fundó la literatura para niños en América y más allá. Esta frase resume su concepción, vigente para todos los tiempos. “Amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras ”

¿Por qué crees que se publica tan poca poesía infantil?

La poesía para niños carece del aparato promocional que tanto evoluciona para los géneros narrativos. Adolece de una relación con el cine que extiende  los horizontes del cuento o la novela. Tiene a su favor  la posibilidad de convertirse en canción, pero forma parte de  una industria musical menor. No ha logrado salir de las aulas por su valor instrumental que tantas herramientas educativas provee, esta utilización la restringe y prostituye su concepto, su carácter. Las grandes editoriales no se arriesgan con poemarios para niños, excepto si éstos son libros álbumes de autores conocidos y eso es una relación que ilustra la aplastante cantidad de concursos de narrativa respecto al género lírico. 
Recomiéndanos algún poemario actual.

No me atrevo a proponer un poemario actual para niños porque estoy ajeno a buena parte de lo que se publica en materia lírica, incluso en Latinoamérica, que ni la red puede satisfacerme. Conozco fragmentos de la obra del colombiano  Jairo Anibal Niño, y me parece notoria su carrera, amo la gracia y el diálogo que Jairo logró con el público infantil, destaco estos elementos, porque abunda una literatura para niños bien escrita, aceptada, pero carente de la gracia que me parece fundamental, frecuente en la literatura de la narradora Ana María Machado o de María Elena Walsh. Tengo por su hondura y madurez que ir una y otra vez al libro La Noche de Ecxilia Saldaña, una de las autoras que más respeto.

¿Piensas que a los niños les gusta la poesía? ¿Por qué?

Siempre que comparto lecturas con los niños, me convenzo del error del mercado. La musicalidad los seduce, la ingeniosidad se interna  y se confunde naturalmente en ellos. El humor es un vehículo magnífico para enamorarlos. Los niños prefieren  la amenidad, la síntesis de las estructuras poéticas, la magia de la palabra oída, en tanto el cuento y la novela requieren de un lector atento, escaso en las primeras edades.

¿Cómo valoras la crítica literaria actual?

¿La crítica de la literaria infantil  existe? Los autores se lanzan confiados con su libro, porque los lectores no pueden  enfrentárseles y la crítica es amiga más de la crónica que del ejercicio del criterio. Abunda más la reseña que los acercamientos profundos y esto se lo atribuyo a las sociedades cada vez más veloces, centradas en sí mismas  y menos entregadas a promover y afirmar al otro. Se necesita tanto el cascabel como el látigo, pero la crítica, la que aparece, es muy tendenciosa y pasional. No ayuda a la formación de un gusto estético como al que idealmente aspiramos y en esa medida los autores se establecen casi siempre por la cantidad de libros y no por sus aportes al género.

A la hora de escribir, ¿te planteas tus posibles receptores?

Prefiero  no saber con claridad para qué edades escribo, pero sin duda, estamos empujados a encasillar la literatura que hacemos, de acuerdo a las exigencias del mercado. Cuando tenemos la oportunidad de proponer, que no siempre es así, se requieren  temas, tonos, edades y conceptos comprendidos,  de formas muy rigurosas. Es como cuando un concurso de poesía incluye en sus bases una pieza no mayor de 25 versos,  que hable de  la localidad que auspicia y por encima lo encierra a los residentes mayores de dieciocho años. Uno sospecha que no buscan promover el arte, sino eludir un impuesto con el excedente de algún  lucro habitual. Y nosotros, nos lanzamos  a semejante aventura, es una consecuencia de la crisis o de las pocas opciones editoriales y  a ciencia cierta no sabemos que harán con nuestros textos.
Disfruto cuando me planteo un destinatario, encontrarme luego a seguidores con edades por debajo  o por encima de mis conjeturas. Eso me dice que escribir es un acto de fe, al que le sigue la buena ventura o el olvido.

¿Por qué o para qué escribes poesía?

Aunque la poesía sigue siendo la cenicienta de la literatura para niños, yo apuesto por esta hija menor, debido a  las potencialidades que tiene para establecer un diálogo con el niño y responderle esas preguntas que muchas veces los adultos dejamos inconclusas. Me dio mucho placer  contemplar a mi hija de siete años pegada a su primer libro, en  una faena íntima de  lectura y que ésta la haya propiciado  el poemario  La Flauta de Chocolate de la cubana Dora Alonso, eso me indica que la poesía tiene todavía una magia y que si no lee más es porque la literatura que hacemos suele ser aburrida o carente del encanto que ellos buscan.
Escribo poesía porque creo más en los niños que en el mercado, porque donde vivo es el género más recurrente. Aprendí con la décima los recursos de la síntesis a partir de esa estrofa que en mi país llaman una cárcel de aire puro, y creo que esa definición abarca todo el hacer desde el verso. Inicié como  poeta para adultos y se me volvió una alforja demasiado pesada, por eso alcancé más luz en el juego con la palabra, durante el contacto con los niños. Disfruto la multiplicidad del símbolo, el trabajo con los tropos poéticos, las rimas, aunque no desecho la posibilidad del verso libre.
Las estructuras cerradas me retan a elaborar un discurso ceñido a esos breves espacios de la métrica. Me siento más a gusto en esa casa, aunque tenga leyes más rígidas, que el cuento, la novela o el teatro. Acaso la poesía necesita de la contención para burlar  los muros que ella misma establece.

 ¿Por qué crees que la poesía sigue siendo un género minoritario?
    
En Cuba el fenómeno del mercado no es la razón fundamental, existe una amplia estrategia para publicar a los poetas para niños y hubo cierto esplendor en una etapa en que por ausencias de escritores en el género, se convocaron a poetas de la talla de Nicolás Guillén, Eliseo Diego y de tantos otros que significaron la lírica en los primeros años de Revolución. Además de la suerte de haber tenido a Martí. En Cuba hubo una singularidad respecto a otros países latinoamericanos. No existe una raíz aborigen palpable que trunca buena parte de las inquietudes raigales de un pueblo y debido a un discurso de extrema política desaparecieron las motivaciones religiosas del discurso destinado a los niños. Son pocos los que luego del 59 basaron algunos de sus textos en personajes o temas bíblicos. Se impusieron temas relacionados con las gestas, los héroes y todo cuánto debía estimularse en aquellos contextos, todavía muchos textos escolares reflejan esa etapa y eso lamentablemente no dejó grandes huellas, aunque se consolidaron muchos de esos autores en el panorama literario nacional.  Se publica tan poca poesía por las leyes del mercado y sus dividendos respecto a la interacción con otras formas expresivas de tipo mediáticas. También creo que tiene más exigencias formales y es más difícil abrirse paso desde el verso hacia los escenarios internacionales.

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