lunes, enero 11, 2016

Mi bosque encantaba,
María García Esperón.
Ilustraciones: Marlén Mora,
Enlace Editorial, Colombia, 2014. (El tren dorado)

¿Dónde viven los sueños? ¿Dónde quedaron los personajes de los cuentos? ¿Duermen, se fueron, ya nadie los necesita? ¿A quién le importan las hadas? Son algunas preguntas que este poemario acaso pueda solucionar, aunque no de forma tradicional porque, más bien, proporciona nuevos motivos para soñar, alas a la imaginación, grandeza a la ilusión.
La magia nos acompaña, no es necesario, para convocarla, acudir a vistosos preparativos porque la magia es humilde como una flor y poderosa como una estrella. Está al lado de los que no han perdido ni la inocencia ni la emoción. Todos podemos tener, allí donde guardamos los tesoros más preciados, un bosque que encanta y que canta, en precioso calambur porque este bosque va con nosotros:
"Cuando despertaba,
mi bosque encantado
se iba a la escuela
conmigo a mi lado".
María García Esperón brinda homenaje a sus lecturas infantiles y les ofrece una nueva oportunidad, merced a sus poemas que proyectan personajes como el conde Aceituna, la bella Durmiente o el príncipe de los Mirlos. De alguna manera es ella misma, mayor con ojos de niña, quien se proyecta en cada uno de estos personajes, quien ansía su trascendencia.
El libro se organiza en torno a dos ejes temáticos; por un lado, los poemas dedicados a los personajes de los cuentos tradicionales, a la evocación, al hechizo de las leyendas y la cadencia suave de las rimas. Por otro lado, los poemas dedicados a las hadas -en hexasílabos-  que, juntas, bordan el tapiz de la infancia y el de los secretos nunca dichos en voz alta, pero siempre intuidos.
El hada del Verso, por ejemplo, ha de consolar a la rima porque ya nadie escribe poemas rimados. El hada del Sueño borda con plata "canciones de cuna", el hada del Tiempo "nunca tiene prisa"... Y así pasando por el hada Fue y el hada Será y el hada Trébol o el hada Tal Vez e, incluso, el hada Curiosa. Sin olvidar el hada Otoño, el hada Verás o el hada Siempre. Y, por supuesto, la aventura de amor con que culmina el libro entre el príncipe Lejos y el hada del Cerca. ¿Quiñén nos dirá que no existen las hadas?
Las imágenes poéticas que se asoman a estos versos tienen el rostro de la tradición, porque son poemas muy sonoros y propicios para ser recitados en voz alta. Su autora acude a la metáfora, al paralelismo, a la personificación, a la anáfora y a una serie de recursos poéticos basados en la fonética y en la semántica para escribir un ramillete de poemas ligeros, suaves como la brisa, tiernos como la mantequilla, dorados como el sol. Son poemas destinados a los niños desde los 9 años que, sin duda, les permitirán crecer sin renunciar a lo que es, fue y será.
Por otro lado, Marlén Mora ilustra estos textos de una forma sugerengte, con mucho color y atención en el rostro y en las miradas. Tanto las ilustraciones como los poemas son de alcance corto, hay que leerlos y verlos y paladearlos y sentirlos de tú a tú. ¿Te asomas a este bosque que encanta?

1 comentario:

  1. Dan ganas de asomarse a tu hermosa reseña más encantada todavía. Muchas gracias Anabel!

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