domingo, octubre 28, 2018

"¡Dídola Pídola Pon! o La vida debe ofrecer algo más",
Maurice Sendak
Kalandraka, 2018

"¡Dídola Pídola Pon!" es el texto más de extenso de los escritos por Maurice Sendak. Publicado en 1967, mantiene la frescura y originalidad del primer día e, incluso, mucho más. En esta ocasión el autor e ilustrador norteamericano rinde homenaje a su perrita Jennie, de raza sealyham, que murió, precisamente, en 1967.
Jennie es la protagonista del relato que, escrito por un narrador omnisciente, parte, a la manera de los cuentos clásicos, del pasado, del "hubo", aunque, contrariamente a lo que pasa en la cuentística tradicional, Jennie lo tenía todo como punto de partida y es su deseo de dejar de tenerlo todo lo que la incita a dejar su casa, sus comodidades y su vida placentera. Buen motivo el que Sendak nos ofrece para la reflexión. Jennie va perdiendo cosas por el camino, pero va aprendiendo otras y va viendo que, de alguna manera, puede seguir adelante con su sueño que es el de convertirse en primera dama de la Compañía de Teatro Mundial de Mamá Oca.
Jennie vive, con su aspecto de animal de compañía, en un mundo humanizado en el que aparecen también otros personajes con un punto de extravagancia como la Nena, que no quiere comer, el lechero, el león furioso o el cerdo. Y es que, como reflexiona a menudo Jennie, "La vida debe de ofrecer algo más que el no tener nada".
El relato, en la línea del nonsense, invita al lector a soñar y a participar de una aventura singular en donde todo es posible, en donde se prefiere el camino a la seguridad, en donde se cuestionan los logros adquiridos y en donde es posible seguir avanzando. No hay nada que le extrañe a Jennie, aunque al lector seguramente sí, y eso hace que el texto sea más cautivador porque Sendak habla de un doble viaje, el que uno puede emprender hacia el propio autoconocimiento y el que supone la despedida de lo conocido y la valentía de enfrentarse a nuevos retos.
En el cuento abundan los diálogos, aunque es la mirada observadora del narrador quien va contando los distintos sucesos y quien va incrementando el ritmo hasta un final sorprendente y, a la vez, mágico. Muy relacionado con el lenguaje cinematográfico, "¡Dídola Pídola Pon!" nos conduce del todo a la nada o de la nada al todo. Comencemos a pensar y en ese preciso momento se iniciará un viaje paralelo, el del lector. Vale la pena empezarlo, disfrutarlo y vivirlo.
Las ilustraciones, en blanco y negro,  muestran un mundo cambiante, con luces y sombras, con muchos detalles y un horizonte abierto, en el que todo es posible. El cambio, la sorpresa, la extrañeza nos aguardan a la vuelta de la primera página. Y es que Jeannie se sentía insatisfecha, como ella misma dice: "Quiero algo que no tengo".

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