sábado, abril 01, 2017

Tren de ida y vuelta,
Mariano Vara,
Algar, 2010

Este año 2017 se conmemoran los 75 años de la muerte de Miguel Hernández, por lo tanto, nos parece un acierto retomar el libro de Mariano Vara, Tren de ida y vuelta, publicado en el año del centenario.
Las voces que hablan de verdad, que hablan de justicia, de dolor, de superación, de amor o de miedo no pasan desapercebidas porque, en la entraña misma del ser humano, se mantienen todas estas emociones o sentimientos y muchos más, sin duda, porque es difícil condensar en 12 capítulos y un epílogo la vida plena, marcada por la fatalidad y tan desbordante del poeta que fue Miguel Hernández. No obstante, Mariano Vara consigue desaparecer del relato porque, en primera persona, es el propio poeta quien, transido por los recuerdos, enfermo y desencantado, va relatando su vida, los momentos más importantes, sus sinsabores, sus aspiraciones y, sobre todo, sus anhelos. El epilogo lo ocupa otra voz por motivos obvios, ya que a Miguel Hernández lo dejaron morir en la cárcel y el narrador ha de inventar una manera para justificar el relato y lo hace apelando a un amigo del poeta que es quien toma su legado y lo termina.
Tren de ida y vuelta es un texto emocionante, realista que nos traslada a la Orihuela natal de Miguel Hernández y nos hace ver sus diferencias sociales y su capacidad de adaptación y de superación. Nos habla de Madrid, un Madrid oscuro y duro, en su primer viaje y más abierto en el segundo. Nos habla de Josefina Manresa, pero también de otras posible relación, Maruja Gallo. Nos habla de sus padres, de sus hermanos, de sus mentores, de sus amigos, de sus hijos, de sus poemas...Nos habla de todo lo que nutre a una persona, de todo lo que sirve para hacernos como somos. 
Miguel Hernández no fue un poeta cabrero, en absoluto, fue una persona que había leído mucho, bien preparada quien, en un momento de su vida, tuvo que cuidar las cabras del negocio familiar, pero en el libro se huye de ese tópico almibarado del poeta campesino. Miguel Hernández tenía orgullo y pundonor y, a veces, carecía de tacto, como cuando se dirige García Lorca o a Juan Ramón Jiménez. No obstante, supo estar a la altura de los que sufrían, de los oprimidos y les cedió su propia voz.
El texto va destinado a aquellos que quieran adentrarse en la vida del poeta para, después, comenzar a leer sus poemas, que, en Tren de ida y vuelta, se apuntan, se mencionan o se esbozan en su contexto.
Vale la pena comentar que el autor domina muy bien la época que está narrando y las personas que la protagonizaron, ya que aparecen, en su contexto perfecto, nombres como Neruda, Cossío, Buero Vallejo o Bergamín.
Conforme avanzamos en la lectura, nos vamos emocionando porque, aunque conozamos la historia, nos sigue golpeando y que se nos explique en primera persona nos parece un acierto.
En suma, Tren de ida y vuelta es un título metafórico que alude a la vida de una de las voces líricas más impactantes del Siglo XX y que nos permite entrar en esos años convulsos, previos y posteriores a la Guerra Civil en que se fraguó el carácter y el talento de Miguel Hernández Gilabert. No hacen falta excusas para entrar en su obra, pero tal vez la ayuda del libro, biográfico y muy fiel, nos empuje a hacerlo. Bienvenido sea.


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