domingo, marzo 04, 2012


Muros,
Agustín Fernández Paz. Ilustraciones Xan López Domínguez
Madrid, SM, 2010. Barco de Vapor.



A Helena le gusta mucho su pueblo porque es hermoso, tolerante, porque se respira paz y porque huele a pan recién hecho. Joel y Helena son muy amigos y, juntos, comparten sus sueños e ilusiones. Un día escuchan un relato en el colegio, de unas personas que en otro pueblo colgaban sus deseos en el árbol de la plaza principal. Les gustó tanto el cuento que ellos quisieron hacer lo mismo en el roble al que solían subir para seguir soñando. Un buen día, algo cambia. Parece que el tiempo se detenga. Parece que los adultos se vuelvan mudos. Una reja metálica, al principio, y un muro, después, separa la zona antigua del pueblo del resto. Precisamente en la zona antigua están los inmigrantes y allí vive Joel. Ni él ni Helena entienden nada, pero de la noche a la mañana, no se pueden ver ni apenas comunicarse porque hay mucha vigilancia y todas sus estratagemas son interceptadas.
Muros, de Agustín Fernández Paz es una alegoría, que se podría aplicar a cualquier lugar en donde se segregue a las personas, con o sin barreras visuales. Allá donde exista marginación, exclusión social, racismo, allá se levanta un muro. Escoge a dos personajes infantiles de distinta procedencia racial y social para demostrar que la amistad no tiene nada que ver con culturas o religiones y que si hay falta de entendimiento es por otras causas, no por la raza o el pensamiento.
Muros también es un canto a la esperanza porque allá donde se levante una barrera, seguro, siempre habrá una mano dispuesto a superarla. En el relato, son las cometas que, cruzando el cielo, se atreven a desobedecer las órdenes y a demostrar que el amor y la amistad son tan libres como el viento, por muchas barreras que existan.
El relato podría ambientarse en cualquier lugar, puesto que el mensaje es atemporal. Agustín Fernández Paz retrata con ternura y afecto los pensamientos y los deseos de Helena y Joel y los contrapone a la realidad que se quiere imponer en forma de muro.
El relato, destinado a los lectores desde 7 años, está escrito con energía, aunque sin menoscabo de la literatura, ya que hay pasajes realmente poéticos en la prosa de este escritor gallego, tan justamente reconocido. Xan López Domínguez es el encargado de ilustrar el libro y lo hace con imágenes breves, impactantes, que recogen el gris del ambiente y el color rojo de la libertad, de los tejados de las casas y de las cometas. En suma, un libro que pueden leer todos los lectores y que seguro hará reflexionar a más de uno. ¿Hay algún muro cercano a nuestras casas?

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