El diario naranja de Carlota,
Gemma Lienas,
Destino, 2011.
La joven Carlota, en El diario naranja de Carlota, retoma su afán por entender el mundo que la rodea y hacerlo más justo. Esta vez se fija en la inmigración y en los derechos humanos. Carlota es muy aficionada a dejar constancia en sus diarios especiales de los temas que más le preocupan –drogas, sexo, discriminación…, etc-. En este último diario, como acabamos de comentar, Gemma Lienas aborda una cuestión tan delicada y, por desgracia vigente, como es la discriminación por razones de raza o de cultura.
Carlota es una chica entusiasta que siempre encara sus diarios con ánimo positivo e implicando al máximo a todo su entorno. Así, sus amigos y compañeros del instituto, sus padres, su hermano, su abuela, los conocidos y algunos desconocidos aportan gran cantidad de datos que convierten El diario naranja de Carlota en una pieza importante para entender el porqué de la emigración.
Como siempre, se presentan dos hilos narrativos. Por un lado, la vida cotidiana de Carlota, con sus padres –separados-, su hermano Marcos y sus amigos. Carlota es una joven franca y directa que se sorprende ante la discriminación que, por ejemplo, sufre su compañera Esmeralda por ser de la etnia gitana y además mujer. Se duele ante los post de una niña, Fátima, quien recién llegada a nuestro país desde Marruecos escribe su día a día no siempre halagüeño. Carlota aplaude las iniciativas valientes y, sobre todo, es toda oídos cuando aquellos que han sufrido la discriminación le cuentan sus propias experiencias.
El diario naranja de Carlota, por lo tanto, no es una novela, sino un manual argumentado que se lee de un tirón porque está escrito de una manera directa, clara y precisa y que, pese a esa cantidad de datos, no aburre porque están contextualizados a través de la vida de Carlota y su entorno. Pensamos que éste es el gran acierto de Gemma Lienas, quien, sin duda, aborda cuestiones educativas delicadas en los diarios de Carlota, pero lo hace sin perder la frescura ni la originalidad ya que no pierde de vista a sus lectores, jóvenes y adolescentes, aunque, por supuesto, los datos que maneja el libro son tan amplios y precisos que a cualquier tipo de lector pueden interesar.
Carlota es muy crítica con su entorno, así cuando su padre se sorprende, de manera negativa, por la nueva amiga de Marcos, que es sudamericana, ella no lo oculta en el diario y aplaude cuando el padre, consciente de su fallo, pide perdón y se congracia con la joven.
Hay una cuestión importante que es la del color de los diarios. ¿Por qué naranja? La respuesta la encontramos en las primeras páginas del libro. Se alude a una persona que padece acromatopsia, es decir, que no ve los colores y que, gracias a una especie de tercer ojo, puede lograrlo. Este chico: “dice que la piel de los seres humanos tiene para todos el mismo color: naranja”. De ahí, por supuesto, el color que escoge Carlota. El naranja, además, “es el color de la energía” y, como añade su madre, “se hace con la mezcla del amarillo y el rojo. Y nuestro mundo en el futuro será mestizo, o sea, una mezcla de etnias y culturas; mucho más que ahora: del todo”.
El diario naranja de Carlota, por otro lado, está muy bien estructurado y contiene distintos registros y usos del idioma. Así, abundan los diálogos, pero también las descripciones. Hay entrevistas, informes, recopilación de datos… en suma, un rico muestrario para entender las distintas posibilidades textuales.
El libro, por otra parte, presenta un final abierto que presagia, eso esperamos, una continuación. ¿De qué color será el nuevo diario?
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