lunes, enero 04, 2021

"La cuerda y el aire",

Alejandro Arias de Celis,

LibrosIndie, 2020

 

Alejandro Arias parte de un verso de César Vallejo para titular este su primer poemario en solitario. "La cuerda y el aire" está formado por 128 poemas, que siguen numeración romana y que, a primera vista, pudieran parecer sonetos, aunque no lo son, porque el poeta gusta de crear trampantojos y de jugar con lo que parece y lo que no es. Sus versos son potentes y están muy enraizados en la tierra, en lo cotidiano, que, gracias a Alejandro, adquiera categoría poética. Se caracterizan por un lenguaje directo y por un uso importante del encabalgamiento lo cual nos hace estar siempre empezando de nuevo, como en la vida misma. 

En cada uno de sus poemas se cuenta una historia marcada por unos versos finales que suelen encerrar la esencia del propio poema; es como una almendra envuelta en su cáscara, ni dulce ni amarga, primero la cáscara y, para terminar, en unos versos, o tres o seis, una almendra cargada, a su vez, de nuevos enigmas y de más preguntas porque Alejandro Arias siempre está empezando, siempre está pensando en el valor de la palabra, en buscar su esencia ya que es consciente de que no es fácil de hallar y eso le crea alguna zozobra y alguna incertidumbre que tampoco es ajena a sus versos: "por eso no vacilará / la mano que sostiene el lapicero, / dispuesta a aniquilar / estos muy mal trabados versos".

Confiesa el poeta que, en la actualidad, está "a otras cosas", que estos poemas ya no le pertenecen del todo, que son ya de quien los lea, como bien diría don Antonio Machado. No obstante, sí, si hacemos caso del título, entenderemos que vienen marcados por una dicotomía: "mejor sería reinventar / la boca, el ojo, el sexo, / darle la vuelta al guante, a ver si así".

 A menudo, la realidad, los sueños, las percepciones no son o blancas o negras, si no que, como ocurre con los antónimos, se establece una gradación que va de la luz a la oscuridad, del dolor a la salud, de la alegría a la tristeza, del saber al ignorar... de la cuerda al aire: "cuando termina cada tarde y / cuelga en los labios la / inútil cuerda del deseo". Por un lado, la cuerda, en medio de lodo, podríamos decir, tratando de amarrar, de dirigir, de enconsertar, de ordenar lo que, a veces, es en sí un caos; por otro lado, el aire, dando margen, dejando fluir, permitiendo la duda, el misterio. Sí, la cuerda y el aire, o lo que es lo mismo: "Algunas hebras de / serenidad para la almohada".

Decíamos al principio que el poeta sabe muy bien del poder de las apariencias y de la capacidad que tienen nuestros sentidos para incitarnos al error y eso, lejos de incomodarlo, hace que se sienta mejor, siendo consciente de su vulnerabilidad porque parece que estemos condenados a repetir los patrones ajenos y ese hastío del que tanto sabía el poeta sevillano y que Alejandro, que bebe en su fuente, conoce tan bien conoce: "chisporrotean las palabras, a / través de la ventana mira el niño / la lluvia gris, el tiempo que no pasa".

Es el amor y el desamor, el deseo y el desapego, la soledad y las gentes que van y vienen lo que hace que estos poemas se levanten fuertes y enérgicos blandiendo su verdad: "alzas la antorcha que custodias y / arden los ojos asombrados con / la luz que tiembla antes del alba". Es esa angustia por no hablar o por callar demasiado o por no saber o saberlo todo: "cómo has venido a dar / con la carta peor de la baraja, /esa que yo te ofrezco".

"La cuerda y el aire", como una de cal y otra de arena, ha de leerse despacio, con calma, con ternura, incluso, sorteando los versos, las palabras duras, esas otras más blandas, las quimeras, las decepciones, las ausencias porque "Lo demás, por demás, sigue a su modo; / es vida sin apodo, fíjese, / sin acomodo, así, calle sin más". 

Al fin y al cabo, "La cuerda y el aire" no son más que eslabones de la cadena de una vida: "destrezas de ese oficio de ser hombre / para ganar lo que antes se me daba / solo con el vivir, con el deseo."

 


 

domingo, enero 03, 2021

"La niña botella"

Ana Isabel Fraga Sánchez

Mandala, 2020 (Niños poderosos)

 

"La niña botella" es un relato breve destinado a los primeros lectores que conviene que conozcan sus padres y educadores pues puede ayudar mucho a saber gestionar el estrés o las situaciones de especial nerviosismo.  De hecho, su propia autora, Ana Isabel Fraga, así nos lo presenta, aunque no se trata de un texto didáctico, lleno de consejos y de digresiones, no, en absoluto, si no que es un cuento fresco, directo y vivaz.

La pequeña Lilit, que solo tiene 6 años, acaba de mudarse con su familia a una gran ciudad desde un pueblo muy pequeño y, aunque le gusta mucho su nueva casa, ir a los parques o visitar los centros comerciales, se está volviendo antipática y contestona con los que más quiere; es más, rompe a llorar sin aparente motivo. Su madre opta por hablar con ella y explicarle, y explicarnos, de forma sencilla y eficaz, qué le está pasando a la niña y cómo puede solucionarlo. Resulta que Lilit está muy cansada del viaje, muy agobiada y demasiado estimulada con su nueva situación y debe aprender a controlar esas emociones que amenazan con arrastrarla. 

Lilit ha convertido en una niña botella, como le explica su madre en un diálogo tierno y transparenteargado de fuerza y de luz. Con cada nuevo estímulo su botella se está llenando de ruidos, de sensaciones extrañas, de nuevas experiencias y si el agua llega arriba ha de salir y lo hace en forma de pataleta o de irritabilidad. Para que eso no pase, Lilit averigua que tiene un tapón que puede abrir cuando quiera para que su botella no rebase los límites de su bienestar. A partir de ese momento, Lilit va a aprender conocerse un poco más y a estar pendiente del agua porque no es aconsejable que su botella se llene del todo. Eso sería, claro, la gota que colma el vaso.

Gracias a "La niña botella" niños y grandes averiguamos, de esa manera metafórica, que tenemos una válvula de escape y que podemos autogestionarnos para no caer en el estrés ni en los nervios desmesurados. Un buen consejo el que nos da Ana Isabel Fraga, aunque, insistimos, sin moralinas ni pedagogías huecas.

Las ilustraciones de Alejandra R. Bueno completan el relato y nos presentan a una niña, con los colores y de una manera muy expresiva, como Lilit va cambiando de emociones y explotando hasta volver al punto de partida y ser de nuevo la niña dulce y tranquila de siempre.


 

sábado, enero 02, 2021

"Desde 1880"

Pietro Gottuso

2020, Kalandraka

"Desde 1880" es una novela gráfica que podemos que no necesita muchas explicaciones, ya que sus ilustraciones son tan vivas, directas y eficaces que todos, cualquier lector, desde 6 años, puede entender la historia que se nos narra que no es, ni más ni menos, que la de una librería inaugurada en 1880 y que, aunque ha podido con crisis de todo tipo, no ha superado la actual y 140 años después ha tenido que cerrar. Nos debería sonrojar que las librerías tuvieran que cerrar cuando, hoy más que nunca, los libros han demostrado su poder balsámico frente a las zozobras que estamos viviendo.

La Librería que se nos presenta, parece que inspirada en una italiana, ocupaba los bajos de un edificio con solera y, desde sus amplios ventanales, contempló el mundo sin claudicar. La vida pasa delante de la Librería, cambian las modas, cambian los negocios que la rodean, cambian los dueños, pero sigue su esencia; incluso es capaz de sortear los tiempos duros de las guerras; pero tal vez no pueda competir con los avances tecnológicos que la sustituyen, finalmente, por una tienda de verduras y frutas.

Interesa mucho que el lector se fije en las ilustraciones y en los detalles de, por ejemplo, la ropa de los personajes o los peinados o el color del fondo porque marca el devenir de esa librería de una forma importante y decisiva. También debemos fijarnos en los distintos tipos que aparecen, de diferentes razas y culturas que deberían ser motivo de riqueza, no de cierre.

"Desde 1880" es un toque de atención, un golpe a nuestras conciencias, a esta sociedad materialista en la que los pequeños negocios son engullidos y en la que la cultura parece como un caramelo que se chupa y se tira. Por eso es un libro valiente y necesario porque nos hace pensar y, sin duda, ahí tras un pensamiento está una acción y tras una acción un cambio.

El libro ha obtenido el XIII Premio Internacional Compostela para álbumes ilustrados 2020 y es, ni qué decir tiene, un excelente regalo de Reyes.