Al otro lado de la
esfera,
Consuelo
Jiménez de Cisneros,
Luis Vives,
2011. Alandar, 78.
Al otro lado de la esfera, de Concuslo Jiménez de Cisneros, es
una novela emocionante. A simple vista se podría decir que, por el tema, es una
novela histórica, aunque, como veremos, va mucho más allá.
El relato,
estructurado en varios capítulos y escrito en tercera persona, escoge como
personaje a Pedro, un joven niño, de Castilla que, al quedarse huérfano de
padre, ha de ir a La Rábida
con un pariente y allí completará su educación. Pedro es un muchacho despierto,
muy observador y discreto que vivirá la aventura de su vida, ya que será uno de
los grumetes que acompañe a Cristóbal Colón en el descubrimiento de América.
Ahora bien,
que ningún lector piense que la novela es aburrida ni predecible, en absoluto.
No aburre porque la autora sabe meterse en el alma de los personajes, en su
trastienda por así decirlo. Parte de unos hechos históricos documentados, pero
sabe cómo ahondar en las emociones y en los sentimientos.
Los
personajes están hábilmente trazados y parece que el propio Colón sea también
un ser de ficción o que los de ficción sean reales, tal es la simbiosis que se
establece. De estas criatura destaca el plano de carne y hueso, sus anhelos,
sus dudas, sus vacilaciones y su grandeza como seres imperfectos que son. El
propio Colón es el ejemplo de lo que estamos comentando.
Al otro lado de la esfera narra el gran descubrimiento que
hizo que el mundo fuera otro y añade el resto de viajes que hiciera Colón y los
sinsabores por los que tuvo que pasar.
Se cierra
con la muerte del almirante y la explicación de dónde están sus restos…
Pedro, por
su parte, ha crecido, es un joven que ha aprendido a vivir, a luchar por lo que
quiere, que sabe qué es la amistad y el respeto y que encuentra, al fin, el
amor. Pedro ha vivido, por lo tanto, un viaje iniciático al lado de Cristóbal
Colón.
La novela
está repleta de curiosidades, de descripciones, de detalles que permiten al
lector curioso imaginarse cómo fue de verdad la conquista. El relato mezcla,
sabiamente, historia con ficción e incluye algunos episodios emocionantes y
continuas reflexiones que hacen que el lector se sienta, aún, parte de esa
expedición.
El propio
Colón escribe, al final, una especie de testamento que viene a ser un poco esa
reflexión que nos podemos hacer en voz alta tras la lectura:
“Mucha
gente nos juzgará en el futuro. Para unos, seremos santos y héroes; para otros,
villanos y esclavistas. Sólo Dios puede examinar nuestros corazones y el afán
que guaba nuestro espíritu. Al hombre corresponde únicamente examinar los
hechos: yo fui el primer, los demás me siguieron. Yo abrí el comienzo de una
ruta que otros completarían”.
En suma,
una novela destinada a los jóvenes lectores que también atrapará al lector adulto.
Últimamente está siendo frecuente la utilización de personajes históricos secundarios (ficticios, casi siempre) que acompañan a un gran personaje histórico verídico. Tiene algo de aquella concepción unamuniana de la intrahistoria. Por cierto, nos has dejado con la duda de la explicación (tran controvertida, por otro lado) del lugar donde descansan los restos de Colón.
ResponderEliminarel libro es pésimo. Mal escrito una historia floja y muy confusa... Mi opinión: pésimo
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