martes, octubre 02, 2012

Adela Turín. Nella Bosnia.
Kalandraka, 2012.


Rosa Caramelo es ya un título clásico, felizmente recuperado por Kalandraka. Se publicó en 1976, bajo el sello de Lumen, en la tan conocida colección “A favor de las niñas”. No es, en absoluto, un texto obsoleto, sino plenamente vigente y necesario.
En la comunidad de los elefantes, solo los elefantes pueden jugar y pasárselo bien, porque las elefantas, Margarita y sus amigas, están condenadas a vivir encerradas y a comer anémonas y peonías, que no son precisamente deliciosas. ¿Por qué? Pues por una extraña razón: las elefantas han de tener la piel de color rosa caramelo ya que, de ese modo, podrán casarse y seguir con la tradición.
Pese a los esfuerzos de todos, Margarita sigue siendo gris y se aburre mortalmente. Sus padres, finalmente, la dejan en paz y entonces empieza la aventura. Margarita se dedica a jugar, a comer hierba verde y a revolcarse en el barro para escándalo de las otras elefantitas quienes, muy serias, acatan su destino. Y ahí viene el quiebre de la historia y la moraleja distinta: Margarita rompe las vallas y les muestra que, más allá, hay otra forma de vivir, sin discriminaciones ni barreras.
No hace falta que elefantes y elefantas sean distintos ni siquiera hace falta que las elefantas estén condenadas a una existencia pasiva; no, en absoluto y Margarita es la primera que se atreve a romper con los roles sexistas marcados desde antes de nacer.
Rosa Caramelo es un hermoso texto, escrito en tercera persona, por Adela Turín que, en forma de fábula, muestra a los más pequeños que la igualdad es necesaria para crecer en libertad. ¿Por qué las elefantas han de ser rosas y los elefantes grises? ¿Por qué han de comer flores amargas? ¿Para ser más bellas? ¿Quién decide qué es bello y qué no lo es? Los niños y las niñas han de verse como unos iguales y, como tales, han de desarrollarse.
El cuento que sigue la estructura de un relato tradicional, puede leerse en voz alta a un grupo de niños, por ejemplo e, incluso, se podría adaptar de forma dramatizada porque la descripción que se hace de los animales está llena de detalles y es muy plástica.
Las ilustraciones de Nella Bosnia, por otro lado, son luminosas y ofrecen ese contraste entre gris y rosa, entre lazos y adornos y la libertad de decidir… Si una niña quiera vestirse de rosa, está bien; pero si quiere hacerlo un niño, también. Y si una niña quiere jugar al fútbol, está bien, tanto como si un niño quiere bailar ballet.
Rosa Caramelo va dirigido a los primeros lectores, quizás los hijos de aquellos que leyeron hace años la versión en Lumen, aunque, lo que son las cosas, no parece haber cambiado demasiado el panorama y, como decíamos al principio, el texto sigue siendo necesario.
El relato lucha contra los estereotipos sexistas y aboga por la coeducación y, por supuesto, por la libertad de elección.

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