viernes, julio 13, 2012


La princesa que quería escribir,
Beatriz Berrocal Pérez.
Daniel Montero Galán.
Amigos de Papel, León, 2012


“La princesa que quería escribir” no es un cuento como los demás. En absoluto, porque
es cuento y poesía, a la vez. Su autora, Beatriz Berrocal Pérez ha optado por los versos para recrear este cuento de hadas moderno. En él la princesa no aspira al príncipe azul de sus sueños, sino a ser feliz e independiente, a escoger su propio destino y a romper con los planes que su padre, el rey, tiene para ella. La princesa quiere “Ser libre al leer, libre al escribir, / combinar palabras que yo quiera unir”.
El cuento, escrito en pareados, parece fácil, tal vez por la rima, pero no lo es en absoluto, ya que plantea un tema importante y serio como es la capacidad de elección que todos deberíamos tener. Es una crítica –amable y dulce, por supuesto- hacia los roles de la mujer tradicional, que vivía -¿vive aún en muchos casos?- a la sombra de su marido. Nuestra princesa no quiere convertirse en muñeca ni “En una princesa como las de cuento, / que tejen tristeza y bordan silencio”. Estas imágenes que emplea Beatriz Berrocal, aparte de gran calidad literaria, expresan todo el sentimiento de la mujer que quiere ser dueña de su vida.
“La princesa que quería escribir” no es un cuento clásico, aunque sigue el esquema, porque rompe con los roles y apuesta por el cambio. Esta princesa opta por romper con todo saltando y, de una forma metafórica, las palabras la acunan y la arropan y evitan su caída al vacío: “Hicieron columpios de versos y rimas / y balanceaban a la princesita”.
Logra ablandar el corazón del rey y, por fin, gana la batalla y puede ser una princesa diferente, pero feliz.
El cuento-poema es muy hermoso, como acabamos de ver, y se encuentra en una nueva colección de libros infantiles, la creada por el sello editorial Amigos de Papel, de León. Asunción Carracedo es el alma del proyecto y cuida con mimo tanto el texto como la ilustración. Daniel Montero Galán es quien se encarga de ilustrar “La princesa que quería escribir” y sus dibujos son pura poesía para la vista. Se entristecen con la princesa y se vuelven locos de alegría cuando logra su propósito.
“La princesa que quería escribir” es una apuesta por la palabra y su valor como herramienta de crecimiento personal y de comunicación. Sus versos, muy rítmicos, se quedan no solo en la mirada sino en el oído de quien los lee porque este libro no solo va destinado a la lectura en silencio, sino a la lectura oral. Los niños y no tan niños disfrutarán con esta princesa atípica que solo quería ser ella misma. Un buen mensaje.


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