Edebé, 2015. (Tucán, 24).
¿Nos hemos preguntado cómo se sienten los niños al tener un hermano diferente? ¿No? Pues Cristina Sánchez-Andrade ofrece una respuesta que conmueve y emociona a partes iguales.
Pussy tiene una hermana, Manuelita, con la que se lo pasa muy bien, aunque no sea como ella. Manuelita es una niña distinta y especial, con los ojos rasgados y una evolución personal y diferente. Eso a Pussy al principio le parece lo normal, pero ya se encargan algunos niños, a los que en el relato se califica de "niños cuervos", de hacerle sembrar dudas y miedos.
Manuelita es la hermana mayor y tiene síndroeme de Down, pero la única diferencia con los demás niños está en esos 47 trocitos, porque ella, en lugar de 46 cromosomas, tiene 47. Esa respuesta a Pussy no le vale y, poco a poco, su corazón se llena de resquemor: "También estaba harta de que su hermana le destrozara los juegos, de que otros niños no la dejaran jugar por su culpa y de tener que explicar que Manuelita ya tenía nueve años cuando en realidad parecía que tenía seis e incluso tres". Pussy actúa de forma dura con su hermana, pero no lo hace por maldad, sino porque no sabe cómo gestionar las diferencias. Después de distintos sucesos y, cuando Manuelita decide escaparse de casa, Pussy descubre que debe proteger a su hermana, que ella, aunque sea la pequeña, ha de actuar y estar a su lado y ese día, de verdad, comienza el camino hacia el afecto y la ternura entre hermanas. Cuando, al fin, las diferencias no son un obstáculo, cuando a Pussy ya no le importa lo que digan los demás, entonces, comienza a crecer.
47 trocitos se estructura en 10 capítulos, tantos como años acaba cumpliendo Manolita. Está escrito en tercera persona, pero, en todo momento, nos parece escuchar el pensamiento de Pussy. El relato recrea muy bien, con sentido del humor y mucha frescura, las particularidades de Manolita, a quien no le pasa nada, no está enferma; simplemente es especial, como le ocurre al abuelo, a quien también consideran "raro". Es el abuelo, sabio y excéntrico, quien, ante las angustias se su familia, da con la solución cuando dice: "Los niños necesitan ser amados, pero también un poquitín desatendidos". Cuando a Manolita se la deje seguir su propia evolución, sin compararla con nadie, en ese momento será aceptada como es, sin fisuras.
El relato está dirigido a lectores desde 8 años y muestra, con humor, cariño y respeto, las situaciones cotidianas que se pueden vivir con un niño síndrome de Down. En ese sentido, los diálogos y reflexiones de Pussy son esenciales.
Las ilustraciones, de colores vivos, nos hablan de los aspectos simbólicos del relato, del paraguas, de los niños cuervo, del abuelo y de la propia Manolita, feliz e inocente. La portada, en ese sentido, es también una metáfora del amor entre las hermanas.
47 trocitos es un relato espléndido, luminoso y directo a los sentimientos. Un libro emocionante y necesario en esta sociedad nuestra en la que, a menudo, se arrincona a los diferentes. Y es que para amar hay que conocer.
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