Al sur de ninguna parte
Jordi Sierra i Fabra
Edebé, 2014
A veces deseamos un cambio en nuestras monotonías y, cuando sucede, nos damos cuenta de lo importante que es la pequeña vida de cada día, la vida anónima y, a la vez, tan rica como la que vive el narrador de esta novela de Jordi Sierra i Fabra: Fabio.
Fabio es un adolescente que vive en Balandú, un pueblo al que no se llega por casualidad, porque está rodeado de vegetación y resulta un bastión. Después de Balandú no se sabe qué hay, por eso, sus habitantes, a lo desconocido, lo llaman "Ninguna Parte". Balandú es un pueblo imaginario, situado en la Colombia profunda. Sierra i Fabra es capaz de recrear su exuberante vegetación, su clima, su riqueza y, a la vez, su pobreza porque Balandú está tan lejos que ni siquiera interesa a la guerrilla o los narcotraficantes.
El día que aparece el cuerpo de Luis Bernardo, los casi quinientos habitantes del pueblo, se despiertan sacudidos con la noticia de un asesinato y eso los despierta del sopor o del letargo en el que estaban tan cómodamente instalados.
Fabio es testigo de exepción ya que, desde la ciudad, envían a un policía para que investigue el caso. Leonardo Aguirre se hospedará en la casa de Fabio, una especie de hostal regentado por el abuelo. Fabio, huérfano de padre y con una madre ausente, se siente muy cercano al abuelo, quien lo instruye, le da ternura y orden y, sobre todo, lo guía en la vida. El abuelo es un personaje crucial para entender el libro. Es el personaje eje, que responde a uno de los referentes más queridos del autor. el viejo sabio. Gracias al abuelo, Fabio es un muchacho que ama la lectura y que no se ha embrutecido ya que es de los pocos que aprecia a Dimas, un joven retrasado que sufre las burlas de algunos vecinos.
Pudiera parecer que en Balandú nunca pasa nada y la sola llegada de Leonardo Aguirre pone patas arriba esa aparente tranquilidad.
Poco a poco conocemos a otros personajes, descubrimos el carácter del asesinado, un pendenciero sin escrúpulos y nos acercamos al desenlace con la esperanza de que no suceda lo que nos tememos; aunque, por encima de todo, entendemos la fuerza del amor y de la amistad. Y nos alegramos, claro que sí.
Jordi Sierra i Fabra mantiene un ritmo narrativo ágil, trepidante, aunque no urgente porque esta novela se va desgranando con mimo, a través de las observaciones de Fabio, quien no solo acaba descubriendo algún misterio de la vida y su propia fortaleza, sino que averigua dónde está el cuerpo de su padre, sepultado por una roca al final de la cascada.
Los sentimientos, las emociones que nos transmite la lectura son directos, no están contaminados porque nos llegan envueltos en la nobleza de Fabio. La novela se divide en 28 capítulos que siguen una estructura circular podríamos decir ya que, al principio, ya sabemos quién ha muerto puesto que Fabio, lo recuerda para él mismo y para los lectores. La intriga, por lo tanto, no consiste en saber quién muere, si no por qué ha muerto y quién lo ha matado, aunque la respuesta no sea nada fácil y el inspector esté al punto de equivocarse.
Podríamos decir que esta novela bebe directamente del Realismo Mágico, digna seguidora de García Márquez, ya que narra una historia épica, casi legendaria, aunque esté ambientada en nuestros días. El autor no ahorra en críticas a ciertos aspectos de la sociedad que no le gustan ni se permite ninguna vacilación al señalar al asesinado como un ser vil. El lector, por lo tanto, se alegra de esa muerte, pero, pese a todo, quiere seguir leyendo porque la magia de Balandú nos atrapa desde el principio. La vida en Balandú sigue al compás del río que lo circunda y lo moldea.
Jordi Sierra i Fabra nunca deja de sorprendernos, aunque reconocemos su estilo inigualable en esa manera de sentenciar, en la frase precisa, breve, lapidaria a veces; en el diálogo que permite conocer la psicología de los personajes y la especial predilección por las causas perdidas y por los personajes nobles, cercanos a los orígenes. No olvida, aunque sea de manera secundaria, su pasión por la música ni, por supuesto, por la lectura. Porque, para ser un escritor de las características de Sierra i Fabra, hay que ser, por encima de todo, un lector voraz y compulsivo... como lo es Fabio.
Primer capítulo
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