jueves, diciembre 08, 2011

POE,
De Jordi Sierra i Fabra. Ilus.: Alberto Vázquez,
 Barcelona-Madrid, Libros del Zorro Rojo, 2009



            “Poe” es un libro hermoso, bien editado, con una excelente calidad de papel y los dibujos, de Alberto Vázquez, quien, con pincel y tinta negra, nos adentran en el mundo de sombras de Poe, un mundo extraño, que nunca conoceremos del todo, pero que está plagado de presencias, de símbolos, de pesadillas. Ese mundo en donde lo onírico es tan importante es el que recoge Alberto Vázquez quien nos sumerge en esa atmósfera opresiva que, sin duda, tuvo que presidir la vida de esta autor norteamericano del que estamos celebrando su bicentenario de nacimiento. A menudo, Poe aparece retratado como un cuervo, el cuervo de su poesía; ese símbolo hace que las ilustraciones sean aún más inquietantes.
            Sobre estos elementos, ya de por sí importantes, planea el texto de la novela, una historia llena de sugerencias que nos cuenta Sierra i Fabra, en la que se da rienda suelta a los sentimientos de Poe, a su particular manera de entender el mundo –gracias a los fragmentos de cartas que el autor barcelonés escoge y que le sirven de contrapunto para su historia-. No es, Poe, un autor fácil de describir ni que se preste a narrar un relato; como escritor fue sublime, como personaje resulta mediocre, aunque esto a Jordi Sierra i Fabra le da lo mismo y dota a Poe de elementos que lo enriquecen y que, sin apenas fragmentos narrativos, hacen que el lector lea, sin pausas, esta biografía novelada que nos lleva a la infancia de Poe, a la muerte de sus padres, a la adopción por parte de los Allan y a una serie de peripecias vitales que lo condujeron a la frustración y al alcoholismo. Sus anhelos fueron poder dedicarse al periodismo y a la escritura, pero nunca lo consiguió, solo obtuvo migajas que no le permitieron ni siquiera llevar una vida tranquila, en el aspecto económico. Repudiado por su padre adoptivo, riquísimo, Poe se refugió en casa de su tía y de su prima Virginia, con quien tiempo después se casaría. Los amores de Poe también juegan un papel importante en su vida, esa extraña percepción que tenía él del amor, tal vez equivocada porque él necesitaba una mujer a su lado, aunque, tal vez, no la quería.
            Poe fue un crítico temido, que no cedió ni un ápice, aunque eso le supuso enemistarse con mucha gente influyente. Apenas vio publicadas algunas obras suyas y, como hemos dicho, malvivió siempre. Su muerte, en Baltimore, en 1849, aún sigue siendo un misterio. No obstante, Poe es el creador del género de terror y, así, Sierra i Fabra intercala fragmentos de seis de sus cuentos más conocidos, aparte de introducir con una estrofa de “El cuervo”, su poema más conocido, cada capítulo.
            Gracias a Sierra i Fabra, que ha organizado la vida de Poe de forma ágil y sin intermediarios, conocemos e intuimos cómo sería la existencia de este hombre, como dije el propio autor, “el perfecto ejemplo de Doctor Jekyll y Mister Hyde”. En suma, Sierra i Fabra no escribe una biografía al uso, sino un relato lleno de amor y dolor, con muchos diálogos, “para que el lector interprete como quiera al personaje”. Así, el libro, se convierte en la primera biografía ilustrada de este escritor maldito.
            A Poe siempre le persiguieron los escándalos, no fue una persona de carácter abierto, vivió atormentado por sus propios fantasmas, rozando la locura. Es un escritor cargado de símbolos, de terrores, de presagios; un escritor que vivió siempre marcado por un destino trágico, como buen romántico que fue.
            El libro se divide en tres partes más un epílogo, en los que Sierra i Fabra deja que sean los personajes –más humanos que nunca- quienes hablen y se muestren al público, él se oculta sin hacer aspavientos y nos ofrece una novela emocionante, visceral y apasionante como, sin duda, fue la vida de Poe. Y es que Jordi Sierra i Fabra siempre busca el más difícil todavía.


 Reseña en Pizca de Papel











1 comentario:

  1. Poe era un ser humano complicado, como casi todos, se tomó la vida a tragos, no la paladeó. Lo vivió todo muy deprisa. Parecía intuir que moriría joven.

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