Maite Carranza. Agustín Comotto
Barcelona, Edebé, 2011.
Víctor y los vampiros es la primera entrega de una serie protagonizada por Víctor, un niño de 11 años con el que es difícil aburrirse. Maite Carranza es la autora del relato al que imprime su estilo humorístico, a veces disparatado, siempre fresco y ocurrente.
Víctor Llobregat está loco por todo lo que sea japonés; de hecho a él le encantaría llamarse Víctor Yubakuto y vivir en una tira de cómic manga. Sería feliz así, aunque también le gustan otras muchas cosas que no coinciden con las aficiones de sus padres. Pero Víctor decide dar una sorpresa a sus progenitores y aprueba el curso. No solo lo aprueba, sino que saca unas notas espectaculares, tanto que sus padres se emocionan, se vuelven locos literalmente y empiezan a ver con otros ojos a Víctor. Todo sería estupendo, si fuera verdad, pero es que Víctor ha falsificado las notas, las ha copiado de uno de sus amigos, el Melón, el compañero más empollón de su clase. El lector, poco a poco, irá descubriendo más elementos de este embrollo y asistirá, con los ojos abiertos por la sorpresa, a una aventura más que divertida.
El texto está escrito en primera persona con una prosa rápida y directa por un Víctor acelerado que se dirige a un lector cómplice a quien le cuenta, de una manera entre crítica e irónica, sus últimas vacaciones. Sus padres deciden irse a Transilvania y Víctor, en ese viaje, no solo va a descubrir las debilidades de sus padres y las de otros padres, sino que se hará amigo de los hermanos Bel –aunque al principio no fue así- e, incluso, coincidirá con el propio Melón, quien viaja con sus padres también por la zona.
Víctor y los vampiros no es un libro de viajes, no es un libro iniciático, no es un libro de humor, no es una sucesión de disparates, no… es todo eso y mucho más porque Maite Carranza es capaz de penetrar en la psicología infantil y contrastar la visión simple y real que tienen los niños de las cosas con esa otra visión más sesgada, pasada por el cedazo de los años y las convenciones que tienen los adultos.
Hay un elemento novedoso en la presentación del texto, ya que las ilustraciones de Agustín Comotto pertenecen a la propia historia. Resulta que una de las aficiones de Víctor, como ya hemos dicho, es dibujar cómic manga. Pues bien, todo lo que ve y escucha que le resulta interesante lo plasma en una tira cómica… que es, por supuesto, la tira cómica del ilustrador. Por lo tanto, es una manera muy original de unir perfectamente texto e ilustración.
El lector de 10 años en adelante encontrará en Víctor y los vampiros, una fuente de humor continua, puesto que la relación que se establece entre el niño, los Bel y el propio Melón pasa por momentos complicados que hacen, incluso, que se les confunda con vampiros y eso, en la tierra del conde Drácula, es muy peligroso.
Con un humor sensacional, como ya nos tiene acostumbrados, Maite Carranza enlaza elementos culturales, como la vida de Bram Stoker y su obra El Conde Drácula o la realidad de Vlad Dracul con otros más cotidianos o chocantes, según se mire. El viaje que realizan los Llobregat a Transilvania forma parte de una ruta ya marcada por la agencia. De ahí que no viajen solos. Los otros turistas son pasados por el tamiz crítico de Víctor-Maite Carranza que dejan al aire las tonterías que suelen hacer los turistas y los tópicos que permiten que se sigan comportando de esa manera. A menudo, como muestra el guía que los acompaña, es más importante el decorado que la realidad en sí.
Los personajes infantiles, con Víctor a la cabeza, están muy bien retratados y sus comportamientos van evolucionando, como verá el lector.
Pensamos que la serie Víctor será todo un éxito editorial porque tiene los ingredientes necesarios para que así sea. Seguro que la evolución de Víctor y sus observaciones sagaces y directas van a dejar a más de un lector, adulto, sobre todo, con la boca abierta y es que los niños suelen enterarse más de lo que se cree y tienen su propio criterio, como bien claro deja Víctor.
En suma, Víctor y los vampiros es un soplo de aire fresco que permitirá a los niños y niñas de la edad del protagonista disfrutar con la lectura. Que buena falta nos hace.
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