Natalí Tentori -Elizabeth Builes,
Kalandraka, 2017
Arroz con leche es el actual Premio de Poesía para Niños Ciudad de Orihuela. Está formado por un ramillete de poemas que tienen en común un aspecto gramatical; esto es, la autora, Natalí Tentori, escoge un verbo en infinitivo para nombrarlos. Así, Bordar, Abrir la puerta, Jugar, Barrer, Cazar, Lavar, Perdonar, Hilar, Tejer, Reír, Portear, Bendecir, Descansar, Conversar, Cantar o Llorar son los títulos de los poemas, unidos, además, por una cuestión de significado. Precisamente de la canción tradicional Arroz con leche toma la poeta parte del entramado externo de su texto, aunque, como veremos le da una nueva perspectiva, un nuevo significado.
Arroz con leche enlaza con la campaña argentina NiUnaMenos que, a través de las redes sociales, denuncia la violencia de género femenino. Y femenino es el universo de estos versos que, con un lenguaje hermoso, rotundo, cargado de matices y tremendamente rico, nos acercan a las relaciones afectivas entre abuelas, madres e hijas. Es un mundo íntimo el que aquí se desvela, un mundo pequeño y compartido, cargado de secretos, de artes ancestrales, de cariño, de ejemplo y de memoria. Ese mundo de las mujeres tan arraigado a la tierra es el que, con ojos de niña, contemplamos en Arroz con leche.
Los poemas está cuajados de imágenes de la naturaleza, de lo cotidiano, de oficios antiguos, de canciones, de emociones y de sentimientos. Son poemas en los que la rima no importa ni el metro, ya que se acogen a la polirritmia, pero, como ya hemos dicho, el idioma lleno de matices, de secretos; el idioma rico de los diálogos, de las palabras heredadas, de los sueños, de las melancolías, de las tristezas de niños, de las manos de la abuela, del trabajo de las mujeres; ese idioma común, hermoso y rortundo, es el dueño absoluto del poemario. Las palabras saben, huelen, lloran, juegan, se dan la mano, se esconden, se lavan la cara y se ríen porque tienen vida y coraje.
Las ilustraciones sugeridas, esbozadas, contenidas, aunque firmes, de Elizaberh Builes y tenuemente coloreadas nos abren los ojos a la naturaleza, al mar, a los sueños, a la vegetación, al cariño de las manos y de los afectos de las abuelas y, sobre todo, a la ternura de este universo mínimo, pequeño, pero tan repleto de símbolos y de sensibilidad.
En definitiva, un poemario para almas sensibles que disfrutarán por igual niños, sobre todo niñas, y adultos, sobre todo madres y abuelas, ya que, en definitiva, como se lee en el poema Epílogo, apela a una mujer:
"que crea en sí misma
y salga a luchar
por conquistar sus sueños
de más libertad".
La imagen del corro con la que se ilustra la portada y se cierra el poemario es una metáfora de esta unión y complicidad que se crea en Arroz con leche.
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