Diego Bianki, Kalandraka, 2016.
Todos somos iguales o… ¿todos somos distintos? Y, aunque así sea, ¿qué problema hay? Al fin y al cabo compartimos un mismo espacio y deberíamos saber entendernos o, al menos, convivir en paz. En este mundo hay espacio para todos, para animales, plantas, objetos y, por supuesto, personas. Tú eres alto y yo soy bajo ¿y qué? Tú eres gordo y yo flaco, ¿pasa algo?; tú te sonrojas y yo también, ¿qué esperabas, pues? Hay acciones recíprocas que, para que tengan sentido, deben darse a la vez: yo hablo y tú me escuchas; tú me miras yo te miro, tú sonríes yo sonrío…. No somos criaturas solitarias, sino que estamos hechas para vivir en comunidad y debemos aprender a hacerlo.
La propuesta de Bianki, para los más pequeños, es rompedora y muy original. Se basa en el lema de las tres “r”: “Recuperar, reciclar, reutilizar”. Con materiales de reciclaje, cajas de distintas formas, pintadas, compone rompecabezas que avivan la imaginación y las ganas de seguir creando formas. La idea es, de manera metafórica, demostrar que un humano es distinto a otro, pero que esa es, precisamente, la cualidad que nos une. El resto de posibles criaturas del universo, un extraterrestre pongamos por caso, también tiene lazos de unión con una persona porque, al fin y al cabo, “todos estamos hechos con polvo de estrellas”. Y esa es la gran conclusión. Tú y tú y tú y, además, tú eres distinto, eres especial, pero el hecho de ser te dota de una cualidad que es inherente a los demás. Somos en la medida que existimos y sabemos compartir.
Nos admira la magia de Bianki, el juego de colores, la alegría que derrochan sus composiciones y la empatía que todo ello provoca en el lector o en el contemplador porque las páginas del álbum Rompecabezas, de gran formato, invitan a la contemplación y a la observación. Además, al final, nos da las claves del libro y nos propone nuevos retos, que cada uno cree sus propios rompecabezas para seguir imaginando y seguir tendiendo puentes.
El libro ha sido mención especial en la Feria de Bolonia 2015 para público discapacitado. Las imágenes se escapan de las páginas y son capaces de vivir por sí solas porque todos podemos imaginar nuevas composiciones y otras realidades. Movamos las piezas y surgirá otra criatura, distinta, pero no distante. Al fin y al cabo, no se trata de ello, sino del nosotros. Y en eso sí que coincidimos.
Rompecabezas invita al juego, al reciclaje y a la interacción. Sin duda una propuesta espléndida.
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