sábado, noviembre 07, 2015

Bolso de niebla,
M. Rosa Serdio - Julio Antonio Blasco,
Pintar-Pintar, 2015.

¿Acaso la poesía necesita una brújula para saber donde está el norte? ¿Quizá algunos piensan que un poeta vive en su torre de marfil? ¿Es posible que alguien opine que los niños no leen poesía? Bolso de niebla no solo da respuesta a estas preguntas sino que aún va más allá porque la poesía no es una reina a la que se haya de adorar o rendir pleitesía desde lejos; no, la poesía está cerca del corazón porque es sentimiento, es ternura, es la esencia de la que nos nutrimos. Y eso la autora de este hermoso poemario lo sabe mejor que nadie, no solo como poeta, sino como defensora de la poesía infantil y persona que se ha pasado la vida abriendo puertas y ventanas para que las palabras entren y salgan, libres y diáfanas como ocurre en este libro. Las palabras que nos ofrecen "su corazón/de colibrí", porque nunca están quietas y son preciosas en su vuelo eterno.
Cuando la autora sale a comprar, no solo carga su carrito de alimentos, sino que, observa, ve, capta y "Cuando vuelvo a casa, / el carrito lleno,/ regreso cantando / o soñando en verso". Insiste mucho M. Rosa Serdio en que el poeta ha de salir de su casa para lograr traer, de regreso: "dos poemas / pegados al alma".  Un poeta, ya quedó dicho, no es un ser extraño, ajeno al mundo, endiosado o trasnochado, no, porque "Ser poeta, te lo digo, / es muy sencillo de hacer".  Le gustaría a la escritora que sus versos fueran muy lejos, los sabe juguetones y valientes: "anudando vuelos, /surcando los cielos". Sabe también que, gracias a la escritura puede jugar "al juego de emocionar". La poesía, por supuesto, tiene su propio criterio y no le gustan las presiones. Prefiere los sueños y que le dejemos la puerta abierta para entrar "de puntillas". Nada hay que la poesía no puede alcanzar porque ella misma es escurridiza: "Siempre en la cuneta,/ como flor de lino azul,/ en el límite de lo previsible.../ allí... la poesía". Por otro lado, donde haya un grupo de amigos, allí estará la poesía: "Llamar a la poesía / para que nos traiga paz,/ para hablarla con amigos./ Para sembrarla y gozar". Y eso hace M. Rosa Serdio, siembra y goza de la poesía a partes iguales. La pasea por las estaciones, por el paisaje asturiano, por el mar y por el cielo, por el mundo de los sueños y por la mirada pura de un niño.
La lectura nos abre al mundo del juego, de la ilusión. La lectura y la escuela van unidas, por fortuna, y son muchos los tesoros que un niño puede llevar en su bolsillo, entre los que se encuentra escondido "un verso por la memoria".  El colegio es un tema importante para la poeta, tan importante que invoca sus propios recuerdos, como niña que fue y aún se sueña así y como docente que ha sido hasta hace poco (y que, en el fondo, sigue siendo). Gracias al colegio, a la escuela, muchos niños han aprendido a leer, han descubierto secretos entre los libros y han aprendido también a soñar: "aprendemos del color, / leemos a Federico.../ ¡Y soñamos nuestro amor!". La esperanza radica en los niños, de ahí que todos los desvelos sean pocos porque "Las manos pequeñas / donde cabe el mundo / son las que hoy nos piden / leer el futuro".
Esta bruja buena que es la escritora no solo tiene un bolso de niebla, sino de bruja y, como tal, atesora objetos variados y extraños, pero llenos de magia y de sugestión, porque no son las cosas las que importan, sino la huella que nos dejan, el tacto leve que nos marca y ese "arcoiris con estrofas" que solo una bruja especial es capaz de crear.
Bolso de niebla además, propone un viaje, en tobogán que desciende hasta lo más profundo y remueve recuerdos, risas, canciones, cadencias de ahora y de siempre para, luego, volver a subir y devolvernos, tras ese viaje a nosotros mismos, limpios y puros como los montes o las olas. Al fin, como un hada, el hada diplomada en paz y armonía, la autora, con mano diestra, cierra este viaje y nos dice:"Lego, enrollo mi voz / en ovillo de versos, / desciendo hasta la acera/ y me voy a mi casa". Sigue, por lo tanto, el tema del poeta que sale de su propio ensimismamiento y retorna, con un tesoro de versos entre las manos, tras haber vivido en contacto con lo cotidiano, lo a veces imperceptible, lo siempre nuevo y, a la vez, ya sabido.
Bolso de niebla es un poemario cíclico que nos invita a un viaje, como acabamos de decir. Está escrito en arte menor, aunque hay algún poema, espléndido, en arte mayor. Los versos que lo forman se caracterizan por un ritmo muy marcado y por la cercanía al origen de la poesía, a lo popular y oral. Son versos sonoros, muy aptos para ser recitados en voz alta y aprendidos de memoria. En cuanto a recursos, el paralelismo es uno de los más importantes, aunque también aparecen las enumeraciones, concatenaciones, metáforas y un uso del tiempo verbal en presente porque la poesía no es algo que haya pasado, sino que está suceciendo. Ahora mismo. La metáfora, sin duda, ocupa un lugar destacado, empezando por el título, enigmático y sugerente a la vez. ¿Qué puede haber en un bolso de niebla? ¿Quizá nada o... tal vez todo? Abramos el libro y lo sabremos.
Las ilustraciones de Julio Antonio Blasco son potentes y distintas porque el artista emplea elementos, en principio prosaicos y alejados de la poesía, pero que, cuando los miras y los unes a los versos de M. Rosa Serdio, entiendes que es un acierto. La poesía es, como las ilustraciones de Julio Antonio Blasco, un conjunto de materiales diversos, en donde cabe todo, porque, como él mismo dice: "Todo vale, nada se tira, la materia de transforma". Una avioneta se abre paso entre la niebla de la portada, invitando al viaje; un viaje que, sin duda, el lector va a realizar si observa con atención las ilustraciones y se deja seducir por ella. La sorpresa está servida.
El libro, por otro lado, está muy cuidado; por lo que se convierte en un objeto bello, que invita a la recreación y a la contemplación, como la propia poesía.
En resumidas cuentas, un libro para niños, jóvenes y adultos, lleno de secretos, de misterios... envueltos en la niebla de la poesía.

1 comentario:

  1. En el espejo de las palabras que escribe otro lector uno puede ver lo que sabe que hay dentro de un poema propio pero, alguna vez que otra, también se sorprende al ver lo que los demás observan y tal vez no haya. Y ahí radica el secreto del libro plural, el que se desea siempre y alguna vez que otra se logra. La suerte juega a favor del autor si al lector, niño o adulto, le han sedimentado el alma, cantado y jugado sobre la piel, si él mismo sabe de la tradición oral vivida en ritmos y textos más allá del estudio pero sí cercanos a la vivencia diaria del juego y la fiesta.
    Esa es la única buena escuela para que el lector sepa sentir lo que se le ofrece y, luego, vivir lo que se le regala. La poesía, si lo es, no es artificio ni búsqueda de un objetivo escolar sino emocional y amplio. Ya hay demasiado libro provechoso en el sentido externo a lo realmente poético. Si a algo nos asomamos en "Bolso de niebla" es a la posibilidad siempre incierta de que, a través de todos los sentidos y su equipaje de estratos diversos, quien lea o a quien le lean los poemas se emocione y desee volver a seguir la ruta de las migas del porvenir.
    Gracias, Anabel por tus palabras y por tu lectura atenta de este poemario, hecho con el cuidado y la paciencia que requieren esos libros que son para que el tiempo hable de su tránsito por nuestros corazones.

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