El príncipe Niebla,
María García Esperón
Ilustraciones: Carlos Fuentes Baute
Colombia: Enlace Editorial, 2014. (El Tren Dorado)
María García Esperón
Ilustraciones: Carlos Fuentes Baute
Colombia: Enlace Editorial, 2014. (El Tren Dorado)
¿Tienen los cuentos tradicionales vigencia hoy en día? ¿Pueden aportar algo a niños y jóvenes? ¿Pueden competir con las nuevas tecnologías? ¿Es una apuesta arriesgada retomar un tema legendario y ofrecerlo a los lectores del S. XXI? A todas estas preguntas y a muchas más contesta el libro que María García Esperón ha publicado dentro de la colección el Tren Dorado, en Enlace Editorial.
La escritora retoma la historia del legendario Califa que protagoniza tantos cuentos en Las Mil y una Noches y nos lo trae, nuevo, fuerte, recién nacido, para que todos podamos disfrutar de un camino, de un destino, de un viaje iniciático y de una promesa. La promesa de la sabiduría, de la comprensión, de la humanidad, de la aceptación de uno mismo.
En un reino, entre brumas, acaso Asturias, acaso Galicia, vive un niño, aparentemente huérfano, en compañía del sabio Emrys. Es un niño extraño, solitario, distinto al que todos llaman Niebla. Gracias a Maravilla, una niña que aparece en a la vida de Niebla de forma difícil, pero acaba calando en su alma, Niebla entiende el valor de la amistad. Un buen día, se recibe una carta de un reino lejano que obliga a Niebla a aceptar su destino. Él es hijo de reyes y, como tal, debe tratar de llegar a su país porque su padre se encuentra moribundo y quieren usurparle el reino. Niebla acaba poniéndose en camino y es entonces cuando empieza su verdadera historia -y la de Maravilla que se obstina en seguirlo-. Son muchas las pruebas que ha de superar en el camino. Niebla muestra su gentileza, su amabilidad, su solidaridad y, poco a poco, se va acercando más a su destino, montado en su fiel caballo, Humo. Continuamente se suceden las señales y continuamente Niebla, envuelto en su propia historia, las va superando. Y es que la vida es eso, camino, superación, proyecto, sueño, bruma y seguir caminando.
El relato ofrece todos los ingredientes propios de un cuento tradicional, personajes, escenarios, así como la atmósfera mágica y de misterio que envuelve continuamente a estos personajes, Niebla aún no es el gran rey que será, pero sí es un niño con la fuerza necesaria para creer sin ver porque eso es la fe y una gran fe envuelve a Niebla que, por fin, está encontrando la respuesta a la pregunta que tanto inquieta, que tanto nos inquietra: ¿Quién soy yo?
El amor, la amistad, los obstáculos, las luchas por el poder, la sabiduría, la bondad... son ingredientes que el lector irá encontrando en el relato; ingredientes que le harán olvidar su propio tiempo para sumergirse en otro, atemporal, donde sigue siendo posible creer en uno mismo. Porque, como le dice el sabio, casi al final del relato, cuando Niebla parece desfallecido: "Ningún hombre debe ejercer sobre otro su tiranía, ni privarlo de la libertad y de los sentidos, de su futuro y de su amor".
Niebla acaba haciéndose cargo de su trono, aunque no puede despedirse de su padre, pero sí sigue con las dos personas que más lo han ayudado, Maravilla y el sabio Emrys. Envuelto en la niebla de la madrugada, Niebla llega a Bagdad y todos los pesonajes, peones de esta historia, ocupan su lugar. No sabemos si estamos en un sueño o vamos a despertar, pero todo sucede como debe ser: "Los tres soñaban mientras uno formado por muchos, Uno que era todo el pueblo, avanzaba como la niebla cuando baja de la montaña". Y ese es símbolo que se oculta tras el nombre del príncipe, la Niebla, como un manto, acaba confundiendo a los usurpadores y llevando al príncipe, al fin, a casa.
El Príncipe Niebla se divide en 17 breves capítulos que siguen el esquema clásico de introducción, nudo y desenlace. Es más, si lo analizamos bien, observaremos todas las funciones propias de los cuentos, las que V. Propp analizó en su día. Hay protagonista, ayudante, oponente, objetos mágicos...
Es un relato, por otra parte, muy bien construido que te envuelve como la propia niebla y que prepara al lector, como si tuviera que hacer a la vez que Niebla el camino, porque el príncipe y el lector van de la mano y, juntos, entran en Bagdad.
Carlos Fuentes Baute es el encargado de darle rostro a los personajes y a los escenerios y lo hace con unas ilustraciones realistas y muy cercanas al lector porque Niebla bien podría ser un niño de hoy, así como el sabio un venerable anciano o Maravilla, una niña morena y tierna. Son dibujos, en blanco y negro, que permiten equilibrar, en la mente del lector, la magia y la realidad porque, al fin, el día a día también pueder revestir misterio. ¿O no?
Carlos Fuentes Baute es el encargado de darle rostro a los personajes y a los escenerios y lo hace con unas ilustraciones realistas y muy cercanas al lector porque Niebla bien podría ser un niño de hoy, así como el sabio un venerable anciano o Maravilla, una niña morena y tierna. Son dibujos, en blanco y negro, que permiten equilibrar, en la mente del lector, la magia y la realidad porque, al fin, el día a día también pueder revestir misterio. ¿O no?
Niebla es el gran personaje que podemos rastrear en la historia y en la mitología; será el gran líder y será el gran rey; pero ahora es solo un niño-maduro, en la línea del tópico del puer senex, que quiere conocerse más y busca contestar a las preguntas que, desde la infancia, atormentan su alma. Las respuestas están en las páginas de este delicioso libro que nos hará creer que la magia existe, que es posible aún encontrar nuestro futuro escrito, en letras doradas, en el firmamento.
Por otro lado, el libro forma parte de la colección El Tren Dorado, que es un proyecto de Enlace Editorial, que pretende -y ya lo está consiguiendo- ofrecer historias de gran calidad a niños y jóvenes; en esta ocasión a niños desde 11 años, aunque, por supuesto, la lectura no tiene edad.
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