La bruja Piruja
Carlos Blanco Sánchez - Daniel Montero Galán
Amigos de Papel, León, 2014.
La bruja Piruja no es una bruja cualquiera, no. Es una bruja atípica porque, por no tener, no tiene ni escoba. Vive, eso sí, en lo más profundo del bosque y viste de manera excéntrica, pero eso a ella le da igual. A Piruja no le interesa ni barrer ni cocinar ni peinarse. Ni le gusta ni sabe. Un buen día se pone enferma y es tan exagerada e hipondríaca que a todos nos parece orír sus gritos. Su fiel cuervo Calixto sale volando en busca del remedio y es el sapo, una especie de médico naturista, quien le da el remedio que, sin chistar, Piruja toma, pero, ojo, ha de prometer no ser mala y lo promete, al menos por hoy. Mañana ya se verá. Además Piruja tiene muchos años, más de 103 y, claro, es lógico que a veces enferme.
La bruja Piruja un álbum ilustrado que edita Amigos de Papel en su colección Hechizos de papel. El texto es de Carlos Blanco sánchez y las ilustraciones de Daniel Montero Galán.
No es un cuento de hadas al uso ni una historia de monstruos más ni un relato iniciático, aunque tampoco deja de serlo, porque La bruja Piruja es un divertimento, ouro juego, pura magia, pura alegría.
Escrito en verso, se ofrece con la estructura de una pieza teatral infantil organizada en tres actos. Interviene un narrador que, en primera persona, va contando la historia. El narrador podría ser cualquiera de los lectores, en un ejercicio metaliterario muy acertado. Los personajes son la bruja Piruja, exagerada, descoyuntada y excéntrica; su fiel Calixto, un cuervo muy activo que está cansado de las fechorías de su ama y el sapo, un médico cachazudo, tranquilo y atento que pregunta antes de recetar y que ofrece varios consejos que a todos interesarán: hay que hacer ejercicio, comer comida sana y cepillarse los dientes. Aparte de eso, el sapo, a instancias de Calixto debe pensar, y acaba dando con una fórmula magistral, al estilo de los cuentos de hadas.
Los versos de Carlos Blanco fluyen sin tregua. Emplea el arte menor y la rima asonante y se acerca al romance, a los pareados, a las coplas... para introducir a los niños también en la poesía tradicional, la más cercana a la literatura infantil. Gracias a las fórmulas que adopta (llamadas de atención como un juglar, paralelismos, enumeraciones, exclamaciones, anáforas, entre otros recursos) se favorece la memorización, aunque, por supuesto, el texto puede ser leído y ofrecido como una lectura dramatizada.
El léxico es chocante y rompe con lo establecido ya que incorpora términos de la vida cotidiana y los aplica a una situación, en principio, mágica, propia de los sueños y de las ilusiones. Nos podemos imaginar a la bruja quejándose de dolor de tripa, una dolencia prosaica y tomando un sofrito como remedio o escuchamos al sapo despotricar contra las grasas y las chucherías.
En cuanto a las ilustraciones de Daniel Montero Galán son luminosas, enérgicas, transmiten fuerza y energía y nos causan asombro porque, por ejemplo, nos permiten observar, como en una radiografía, el vientre de la bruja. Daniel Montero pinta con vehemencia y se centra en las expresiones, en los ojos de la bruja, en sus manos, pero también se remansa, como en la ilustración del acto final en donde aparece un niño, el supuesto narrador, durmiendo, a salvo de la bruja, aunque predispuesto para el sueño. En esa ilustración predominan los tonos azules y no los rojizos que son los básicos en el resto de dibujos.
En suma, La bruja Piruja es un buen regalo para las próximas Navidades y encantará a niños y a mayores porque es un texto divertido, fresco y luminoso.
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