Dímelo con los ojos,
Alfredo Gómez Cerdá,
SM, Gran Angular, 308, 2004.
Primer capítulo
Dímelo con los ojos es un libro de esos que crea adicción a la lectura. No puede dejar a nadie indiferente porque está bien escrito, presenta una acción continuada y se dirige directamente a las emociones de forma certera, realista y sincera.
Laia y Berta acaban de cumplir 18 años y, por fin, harán realidad su sueño: viajarán por Europa en Inter-Rail durante parte del verano. La novela arranca cuando el viaje está a punto de comenzar y el lector puede creer que el narrador va a centrarse en el vieja. Pues no, en obsoluto. Gómez Cerdá empieza y acaba en el mismo punto, puesto que sigue una estructura circular, pero soslaya completamente el viaje ya que la verdadera experiencia iniciática que vivirá una de las protagonistas, Berta, se desarrolla en las semanas previas al viaje.
Berta, además, está pasando por un mal momento porque no se siente a gusto con su cuerpo y comienza a mostrar síntomas de bulimia, que ella, tremendamente inteligente, se obstina en ocultar a todos menos a su amiga Laia, que está muy preocupada, Podría parecer que la novela se centraría en la bulimia, pero no lo hace, aunque tampoco ignora el tema. Va más allá, como dijimos al principio.
Con el fin de conseguir algo de dinero para el verano, Laia y Berta comenzarán a trabajar en un campamento de verano muy especial porque es un campamento de niños y jóvenes autistas. Durante doce intensos días, Berta entrará de lleno en una problemática que ignoraba por completo y que le permite conocer el otro lado de la vida, el menos frívolo y el más real. A Berta le encargan el cuidado especial de Pedrito, un niño, y de Miguel, un joven. Con los dos establece una relación intensa y de los dos aprende mucho más de lo que esperaba. Berta, poco a poco, va entendiendo de alguna manera qué hay detrás del autismo y establece una relación de afecto y de casi complicidad con Pedrito y, sobre todo, con Miguel. Gracias a este deja de vomitar porque se siente mal al hacerlo ya que los ojos del muchacho, extrañados, la persiguen si lo hace.
Dímelo con los ojos se estructura en dos partes, más un capítulo de transición. En la primera parte es el narrador, en tercera persona, quien nos pone en antecedentes. Ya en la segunda, la propia Berta se obliga a escribir cada día no un diario, que no le gustan, sino unas reflexiones personales acerca de su permanencia en el campamento. Son reflexiones íntimas, descarnadas y un premio para el lector.
El amor, el desconcierto, las emociones a flor de piel, las relaciones familiares, la amistad, el autismo, la vida en el campo, la hipoteraria, las dudas personales, la bulimia... son temas que se van dando la mano en el relato y van consiguiendo que el lector, de cualquier edad, se sienta atrapado desde un principio.
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