Elefante, un guisante,
Rafael Ordóñez - Marc Taeger,
Kalandraka, 2014
Una vez en la sabana, sucedió que al león no le apeteció comer carne, sino un melocotón; que a la pantera se le antojó una pera; a la gacela una ciruela, a la gallina una mandarina y a la rata... una patata. De esta manera tan original los animales emprenden una aventura hacia la frutería para conseguir ese bocado tan preciado; pero... el chasco es mayúsculo cuando descubren que ya no queda fruta. El elefante es el único que puede comer... dos guisantes, aunque el doctor castor le haya dicho que solo uno. La diversión llega al final del relato, cuando los animales descubren consternados qué hay detrás de esa prohibición. El elefante los ha dejado a todos sin fruta y, él, tan campante.
Elefante un guisante es un cuento acumulativo muy trabajado puesto que el narrador, en tercera persona, no solo se limita a añadir un personaje, sino que recapitula, de forma muy cercana a la oralidad, tras cada nuevo animal. Podríamos decir que Rafael Ordóñez estructura el texto en dos niveles, diferenciados también tipográficamente. Uno el protagonizado por los animales que se reproduce de manera dialogada y el otro el que añade el narrador y que mantiene siempre el mismo esquema: "Por la sabana caminando, camimando, / un león busca un melocotón, / una pantera quiere una pera, / una gacela desea una ciruela / y una gallina piensa en una mandarina...".
Elefante un guisante es un texto rimado que mantiene un ritmo continuado y que se enriquece tras las distintas intervenciones de los animales. Está escrito con gracejo y mucho sentido del humor porque el léxico que el autor manera es directo y muy ocurrente. Insistimos en que se sitúa muy cerca de la tradición oral. Especialmente divertido es el momento en el que los animales descubren que, tras tanto caminar, la frutería esta vacía. "¡Vaya chasco!", asevera el narrador. Lo peor es cuando averiguan quien es el causante de su decepción. Entonces empieza el juego de las emociones: "El león está rabioso; la pantera, enfurecida; la gacela, enfadada; la gallina, irritada; la rana, muy mosqueada, y la rata..." ¿Qué le ocurre a la rata? ¡A la rata le da un patatús! Chocan estos estados de ánimo con la imperturbable calma del elefante que se limita a esconderse debajo de una palmera.
El texto se enriquece gracias a las ilustraciones de Marc Taeger quien, empleando la técnica del linograbado, consigue imprimir dinamismo y crea la ilusión del movimiento en los distintos animales, además de darles un aire muy cercano a los orígenes, a la "sabana".
En Elefante, un guisante, se trabajan, con humor, distintos aspectos interesantes para el niño como puede ser la alimentación (son muchas las frutas que se mencionan), las emociones o los gustos y texturas.
Sin duda, este álbum ilustrado, destinado a los niños y niñas desde cinco años, va a acupar un lugar destacado en su biblioteca. Kalandraka acierta, de nuevo, con esta publicación.
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