El sombrero original y la ciudad gris,
David Granados Niubó,
Algar, 2014.
Al señor Jovial le gustaba mucho presumir, aunque era difícil hacerlo en una ciudad donde el gris es el color dominante. Por eso, Jovial decide cambiarse de ropa varias veces, pero no consigue destacar porque se mimetiza con el paisaje. Un buen día, no obstante, todo cambia y encuentra un cono de las obras muy vistoso que confunde con un sombrero. Desde ese momento el señor Jovial ya no pasará más desapercibido, marcará tendencia. Ahora bien, todos comenzarán a imitarlo y los colores estridentes del supuesto sombrero reinarán por toda la ciudad que dejará de ser gris. A Jovial le resulta muy aburrido, tanto que, al fin, abandona el sombrero y entonces sí que es original.
El sombrero original y la ciudad gris es una historia metafórica que nos recuerda que no hacen falta soluciones estridentes para sentirse único y especial. No se logra imitando a los demás, ni cambiando continuamente de idea. Ser único y original es una cuestión de personalidad, de principios. El mensaje de fondo lo pueden captar con más sentido los lectores adultos, aunque el relato, divertido e irónico, va destinado a los pequeños lectores quienes disfrutarán de las situaciones hilarantes que vive el señor Jovial gracias a las ilustraciones perfectamente ensambladas con el texto.
El color gris es el dominante en la ciudad, una ciudad triste y aburrida, aunque, cuando cambia de colores tampoco logra ser especial porque, entonces, solo imita una moda que, por cierto, resulta estridente, chillona y pasajera.
El valor simbólico de los colores tampoco pasa desapercibido en el relato. Recordemos una obra ya clásica, Momo, de M. Ende, en donde unos hombrecitos de gris se encargaban de robar el tiempo. En este caso, el gris es el color que define una manera de vivir encorsetada y previsible.
David Granados Niubó, con El sombrero original y la ciudad gris, crea una historia protagonizada por adultos, muy bien escrita e ilustrada, que hará reflexionar a los mayores y permitirá establecer temas de conversación y de reflexión con los pequeños. El relato está escrito en clave humorística y domina, como ya se ha dicho, el tono irónico y la caricatura, aunque amable e, incluso, tierna. Es, por decirlo así, una parodia de los tiempos modernos en que parece que, para ser aceptados, todos tenemos que hacer lo mismo, aunque sea por decreto ley. Sea como sea, el señor Jovial acaba, sin saberlo, siendo único y original. Todos podemos seguir su camino.
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