viernes, agosto 23, 2013

Cuando os hagáis pequeños,
Uxue Alberdi –Aitziber Akerreta,
Kalandraka, 2013.


Sucede demasiado a menudo que a los niños se les hurta rápidamente la infancia. Pronto se les impide seguir siendo niños y se les mide por unos mismos parámetros. Parece que todos los niños tuvieran que aprender las mismas cosas a un tiempo, a hacer pipí a los dos años, a hablar lo más pronto posible, a caminar con destreza, a pronunciar todas las consonantes, a escribir su nombre, a leer, a sumar de memoria, a comer con cubiertos… Y poco a poco vamos creando adultos pequeños a los que les faltará siempre ese destello de la imaginación, esa sorpresa que es siempre la infancia.

Sin duda eso lo sabe muy bien Uxue Alberti, la autora autor de Cuando os hagáis pequeños. De manera directa entra en el espacio infantil y aborda aquellas cosas que los niños tienen que hacer, tienen que jugar, tienen que saltar en los charcos, tienen que perder el tiempo (o ganarlo…), tienen que explorar sus emociones y tienen que ser, sin duda, niños.

El libro va destinado a los pequeños lectores desde 6 años, pero pensamos que contiene un mensaje muy claro para los adultos: les recuerda la espontaneidad del mundo infantil y la felicidad que provoca ser niño. Dejar de serlo antes de tiempo no hará que los niños sean más felices, al contrario. Más de un adulto leerá el texto con nostalgia y se reconocerá en la afirmación de no querer hacerse mayor. El libro, no pos casualidad, se subtitula “Cuanto para contar a los mayores antes de dormir”.

Las ilustraciones de Cuando os hagáis pequeños, a cargo de Aitziber Akerreta, son simbólicas ya que combinan el color con el blanco y negro. A los niños les corresponde el mundo del color, en cambio los adultos son los que lo ven todo en blanco y negro, los que han perdido la libertad de la infancia.

El libro parece muy adecuado para esta época estival ya que es el momento del año en que los pequeños pueden jugar y dejar pasar el tiempo sin más aspiraciones que ser niños, de sentirse bien, que sorprenderse y fabular. No es preciso cargarlos de obligaciones ni de deberes:

“Cuando os hagáis pequeños,

Podréis reír y llorar o llorar y reír.

Y después, comeréis tarta de chocolate”.

Y, más adelante, “de mayores querréis ser pequeños”. Hay que dar tiempo al tiempo y permitir que cada niño lo sea a su manera porque no existe, en eso tan misterioso que es la infancia, un libro de normas. Por fortuna. No lo pongamos los adultos.

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