"Romancero mágico",
María García Esperón - Enrique Pérez Díaz- Anabel Sáiz Ripoll
DosOrillas
De la mano de tres escritores de ambas orillas, la mexicana María García Esperón, el cubano Enrique Pérez Díaz y la española Anabel Sáiz Ripoll, se presenta el libro "Romancero mágico" que trata de unir distintos sentires en un mismo tema porque distintas son las voces y las experiencias lectores, pero una misma la sensibilidad.
¿Por qué se parte de los romances? Los romances, podemos recordarlo, son poemas desgajados de los antiguos cantares de gesta medievales que los juglares cantaban de pueblo en pueblo, de plaza en plaza. Son poemas octosílabos, que riman en asonante los pares y que presentan un momento de una historia singular. Acostumbran a quedar inconclusos para favorecer más la imaginación o la intriga en quien los escuchaba.
En este primer cuarto del Siglo XXI, herido y convulso, las palabras se nos vuelven más necesarias que nunca y buscamos salvación en la poesía, en la música, en la imaginación. De ahí que los tres autores, verdaderos juglares modernos, hayan decidido rescatar del olvido damas, reyes, príncipes, caballeros, oficios, luchas, quimeras para ofrecerlas, nuevas, perfectamente actuales, a los lectores de hoy.
El "Romancero mágico" se organiza, como se verá, de forma alfabética, de la A a la Z cada letra la ocupa un personaje, un momento o un elemento. Pueden ser personajes históricos con nombres y apellidos, el Cid, doña Ximena, don Rodrigo, los Infantes de Lara,; personajes genéricos, el Enamorado, la Doncella Guerrera o el Prisionero; aunque también pueden ser objetos como el zurrón o una mera letra que lo engloba todo, como la “y”.
El formato del libro es sumamente original y muy visual y apetecible ya que encontraremos prosa, en forma de cuento, en forma de conferencia, en forma de epístola, pero también poesía. Hay, además, muchas sorpresas porque, a este romancero mágico, que por algo lo es, se asoman otros personajes como Moctezuma dialogando con Boabdil. Son muchos, pues, los puntos de vista y los autores dejan fluir su imaginación e interpretan, a su manera, siempre con respeto, siempre con senbilidad, algunos momentos cumbre del romancero, sea Gerineldo, sea doña Urraca, sea Abenámar, doña Alda, Bernardo de Carpio, Florinza la Cava o la mismísima Dulcinea e, incluso, el hada de la Alhambra. Romancero nuevo y viejo se entremezclan, ahí está la alusión a Lepanto y al galeote de Góngora o la Oriental de Zorrilla.
Decíamos que, visualmente, es también un libro hermoso puesto que la maquetación, ciertamente, está muy cuidada, como verá el lector en cuanto abra la primera página. Por otro lado, la portada y la contraportada muestras dos fotografías de Alberto Asensio de dos lugares emblemáticos de Cañete (Cuenca), un pueblo serrano que sabe mucho de juglares, de murallas y de consejas.
En definitiva, el "Romancero mágico" es, como indica el adjetivo, eso, pura magia y goce creativo. Las palabras fluyen y los textos se entrelazan. No sabemos qué ha escrito cada autor, pero sí sabemos que su propósito es buscar espacios de libertad, encontrar en el pasado respuestas para el presente y permitir, sobre todo, hacernos soñar y constatar que estamos donde queremos estar.
¿Por qué se parte de los romances? Los romances, podemos recordarlo, son poemas desgajados de los antiguos cantares de gesta medievales que los juglares cantaban de pueblo en pueblo, de plaza en plaza. Son poemas octosílabos, que riman en asonante los pares y que presentan un momento de una historia singular. Acostumbran a quedar inconclusos para favorecer más la imaginación o la intriga en quien los escuchaba.
En este primer cuarto del Siglo XXI, herido y convulso, las palabras se nos vuelven más necesarias que nunca y buscamos salvación en la poesía, en la música, en la imaginación. De ahí que los tres autores, verdaderos juglares modernos, hayan decidido rescatar del olvido damas, reyes, príncipes, caballeros, oficios, luchas, quimeras para ofrecerlas, nuevas, perfectamente actuales, a los lectores de hoy.
El "Romancero mágico" se organiza, como se verá, de forma alfabética, de la A a la Z cada letra la ocupa un personaje, un momento o un elemento. Pueden ser personajes históricos con nombres y apellidos, el Cid, doña Ximena, don Rodrigo, los Infantes de Lara,; personajes genéricos, el Enamorado, la Doncella Guerrera o el Prisionero; aunque también pueden ser objetos como el zurrón o una mera letra que lo engloba todo, como la “y”.
El formato del libro es sumamente original y muy visual y apetecible ya que encontraremos prosa, en forma de cuento, en forma de conferencia, en forma de epístola, pero también poesía. Hay, además, muchas sorpresas porque, a este romancero mágico, que por algo lo es, se asoman otros personajes como Moctezuma dialogando con Boabdil. Son muchos, pues, los puntos de vista y los autores dejan fluir su imaginación e interpretan, a su manera, siempre con respeto, siempre con senbilidad, algunos momentos cumbre del romancero, sea Gerineldo, sea doña Urraca, sea Abenámar, doña Alda, Bernardo de Carpio, Florinza la Cava o la mismísima Dulcinea e, incluso, el hada de la Alhambra. Romancero nuevo y viejo se entremezclan, ahí está la alusión a Lepanto y al galeote de Góngora o la Oriental de Zorrilla.
Decíamos que, visualmente, es también un libro hermoso puesto que la maquetación, ciertamente, está muy cuidada, como verá el lector en cuanto abra la primera página. Por otro lado, la portada y la contraportada muestras dos fotografías de Alberto Asensio de dos lugares emblemáticos de Cañete (Cuenca), un pueblo serrano que sabe mucho de juglares, de murallas y de consejas.
En definitiva, el "Romancero mágico" es, como indica el adjetivo, eso, pura magia y goce creativo. Las palabras fluyen y los textos se entrelazan. No sabemos qué ha escrito cada autor, pero sí sabemos que su propósito es buscar espacios de libertad, encontrar en el pasado respuestas para el presente y permitir, sobre todo, hacernos soñar y constatar que estamos donde queremos estar.
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