Cara de pájaro,
Rocío Bonilla,
Algar, 2014.
A Carrasco le cambia la vida una expresión que él interpreta al pie de la letra. Su vecina, la señora Manolita, le dice que "tiene cara de pájaro" y en ese momento arranca el sinvivir del niño.
Carrasco va al colegio, es bajito, pero no le importa, porque tiene muchos amigos. Hay, además, otra cualidad importante que Carrasco derrocha y esta es la imaginación.
Rocío Bonilla, la autora e ilustradora de Cara de pájaro, se introduce en la mente del niño para definir cómo se siente cuando le dicen que tiene cara de pájaro. Carrasco comienza inmediatamente a poner en funcionamiento su mente y trata de verse con otros ojos para descubrir dónde están esas cualidades propias de las aves que él, hasta el momento, no se conocía. De esta manera, Cara de pájaro se puede leer en clave de humor, pero también hay que estar alerta, padres y educadores, porque Carrasco intenta, incluso, volar.
La confusión entre el plano real y el evocado, propio de la metáfora, no cabe en la mente de un niño que necesita más explicaciones. De ahí que debamos tener cuidado a la hora de hablar en sentido figurado con los niños. No todos lo entienden ni tienen la capacidad de hacerlo.
Cara de pájaro resuelve muy bien el problema porque Carrasco acaba pensando que es su vecina la que tiene una confusión en la mente con los animales al decir de su perro, más bien poca cosa, que "es un gallito".
El texto, escrito con gracejo, va destinado a los primeros lectores, a aquellos que han aprendido a leer y que disfrutan haciéndolo. No obstante, sería bueno seguir la orientación al final del libro y hablar con el niño de las expresiones comunes en la lengua que tienen a los animales de protagonistas. Eso permitiría seguir inventando historias y jugar con las palabras, lo cual es una idea excelente, a cualquier edad.
En cuanto a las ilustraciones se centran en la desazón de Carrasco por descubrir qué detrás de los pájaros y entender por qué él tiene su cara. Son ilustraciones que se leen, en paralelo, con el texto y que permiten establecer un contraste entre el aspecto de Carrasco, más bien pequeño y delgado, y la enormidad de su proyecto (libros y más libros, apuntes, fórmulas...).
Cara de pájaro es un libro que permite volar, claro que sí, pero con la imaginación que es menos peligroso y tiene muchas más ventajas que subirse a un muro y agitar los brazos.
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