La cocina de noche,
Maurice Sendak.
Traducción Miguel de Azaola
Kalandraka, 2014.
Es difícil encontrar un libro tan completo como La cocina de noche. Su autor, el estadounidense Maurice Sendak (1928-2012) es un referente indispensable en la literatura infantil. Publicó este texto en 1970, aunque fue censurado porque el protagonista, el pequeño Miguel, aparece desnudo en algunas imágenes y la sociedad norteamericana, al menos el sector conservador, no lo consideraba moral. Hoy, La cocina de noche se considera un clásico de la literatura infantil.
Sendak parte de un recuerdo de su infancia; esto es, de la impresión que le causó el escaparate de la pastelería Sunshine Bakers y, sobre todo, su eslogan: “Nosotros horneamos para ti mientras tú duermes”.
El relato nos cuenta un sueño especial, lleno de elementos surrealistas, propios de una imaginación desbordada y absolutamente libre y genial. Miguel se cae de la cama y aterriza en la masa de una cocina muy singular porque la regentan tres cocineros con cara Oliver Hardy que, medio enloquecidos, no paran de trabajar. Confunden al niño con la leche y lo mezclan con el resto de la masa para meterlo en el horno y conseguir, así un pastel. Miguel consigue liberarse y les explica, indignado, que ni es leche ni masa ni pastel, porque él es Miguel. Se confecciona con la masa una avioneta y, en un momento estelar del relato, sobrevuela Nueva York, un Nueva York sugerente, festivo, propio del nonsense, lleno de elementos que le eran muy familiares al autor, porque estaban en su propia cocina, en donde todo puede ser verdad y, a le vez, fantasía. Los cocineros le piden leche y Miguel encuentra una enorme botella, se sumerge en ella y consigue leche para que los cocineros puedan seguir trabajando. Feliz, grita un kikiriquí victorioso y se desliza, plácidamente, por la botella hasta que llega a su cama y allí sigue durmiendo sin rastro de masa. Gracias a Miguel, queda dicho, todos podemos desayunar pastel
Escrito en verso, La cocina de noche es un relato disparatado, vivaz, enérgico, luminoso, onírico y absolutamente actual. El sueño de Miguel es contagioso y muestra que, para un niño, no hay nada imposible. Quizá el sueño de un adulto estaría teñido de otras connotaciones, en cambio Sendak deja a Miguel libre. Es elemento lúdico es esencial en el texto, de ahí que siga siendo una lectura especial para los niños más pequeños porque recrea la manera que ellos tienen de ver el mundo, sin cortapisas, sin censuras, sin límites.
El relato presenta una estructura circular y juega con los tiempos y los espacios. En una noche, Miguel duerme, en apariencia, pero vive la aventura de su vida y es capaz de observar, desde una perspectiva poco usual, su ciudad.
Las ilustraciones, también de Sendak, constituyen un homenaje a las tiras cómicas y al Little Nemo in Slumberland.. Empleó, para realizarlas, la tinta, la pluma y las acuarelas. Son ilustraciones llenas de detalles que permiten al niño contagiarse de la excitación de Miguel en ese viaje a la cocina de sus sueños. Destaca el cielo estrellado, de un azul oscuro, que es acaso el símbolo de esa libertad de la que hablábamos porque, la noche, es el momento más mágico del día, aunque no todos lo vivimos así ya que es también el momento de descansar. De ahí que Sendak, trasgrediendo las normas, permita a un niño trasnochar, pero, eso sí, en sueños.
Es un acierto que Kalandraka publique el libro en castellano, gallego, catalán, euskera y portugués. Varias generaciones de niños se lo agradecerán.
Ahora, silencio ya, porque, si nos estamos callados y prestamos atención, alguien empezará a contarnos un cuento: “¿Os ha contado alguien la historia de Miguel?”. Abramos el libro y la conoceremos. Eso sí, no podremos dar marcha atrás e igual acabamos pringados de masa como Miguel. Ojalá.
Estamos deseando hincarle el diente a este pastel ¡Gracias por este vistazo!
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