Escritos en la guerra (Varios)
Kalandraka, 2021
"Escritos en la guerra" es una de esas
joyas en papel que, a veces, se cruzan en nuestro camino. Siete autores se dan la mano para, sin
renunciar a su estilo ni a sus convicciones, ofrecernos un libro que, a su vez,
contiene el germen de otras muchas historias. El hilo conductor es la guerra y
sus consecuencias e, incluso, la propia gestación de la misma. La guerra en
cualquier lugar, no solo la Civil, aunque es la más recurrente. Sea como sea,
son situaciones cercanas en el tiempo, del Siglo XX. Ahora bien, cada uno de los personajes que el
escritor o escritora ha escogido tiene su propia cosmovisión y su manera de
funcionar. No es infrecuente que haya un paisaje literario tras los relatos ya
que la narración, el poder de la palabra, la sanación mediante la lectura son
elementos recurrentes en estos textos que huyen de tópicos, de tonos grises y
se instalan en la esperanza y en la luz.
“La
entrevista”, de Elvira Menéndez contiene los conmovedores recuerdos de una niña
de la guerra, ya anciana, que repasa, a través de una entrevista, una infancia
muy dura, con la separación forzosa de
los padres y muerte de su hermano, quien, gracias a Richmal Crompton y su
personaje Guillermo, fue capaz de seguir adelante y de encauzar su vida. Elvira
Menéndez repasar, cun precisión, momentos duros de una infancia que se perdió
por culpa de la sinrazón.
“Como si
hubiera pasado siempre”, de Rosa Huertas, es un homenaje a la Creadora de Celia,
a Elena Fortún, tan vinculada con la propia Rosa Huertas. El relato reescribe
momentos de la vida de la escritora y el porqué de su creación literaria,
además recrea el poder importante de la palabra, de la oralidad, como fuente
literaria fundamental. Elena Fortún también recoge su vivencia de la guerra en Celia y la revolución, aunque no pudo
verlo publicado en vida.
“Fragmentos de
dolor y vida”, de Antonio García Tejeiro, aunque no está escrito en verso,
contiene un lirismo insupperable y limpísimo. A través de un joven, con muchos
desencuentros paternos, tiene un puente hacia Miguel Hernández, otro de los
poetas que sufrió las consecuencias de la Guerra Civil y que, pesea todo, nos
dejó un testamento poético luminoso en su libro póstumo, escrito en la cárcel.
No podemos olvidar tampoco la alusión a Gabriel Celaya, fundamental para
entender el relato.
“La niña
asombrada”, de Mónica Rodríguez, es otra recreación mágica de una escritora a
quien podemos calificar, sin duda alguna, de hada. Es Ana María Matute. El
relato está lleno de pistas y de alusiones emocionantes a quien fue una niña de
posguerra.
“Caperucita
Roja es poeta”, de Carmela Trujillo es otro rotundo homenaje a una mujer
crucial en nuestras letras, Gloria Fuertes, una mujer que padeció la Guerra y
se hizo a sí misma, como leemos en un relato lúcido y bien trabado.
“Un instante”,
de Gonzalo Moure es, quizás, el relato más estremecedor de todo el libro, que
hay que leer muy despacio. Madrid. Un escenario en dos momentos distintos:
torturas y entrega de premios. Y, en primera persona, un escritor explicando su
propia experiencia y tratando de hacer las paces con su pasado.
“Volatilizado”,
de Daniel H, Chambers, es el último relato, el que cierra el libro, y
ciertamente un homenaje al autor de El
principito, que, no lo olvidemos, fue aviador en la guerra y, justamente,
desapareció en una misión.
Las ilustraciones de Federico Delicado, llenas de matices y de expresión, arropan y acompañan y realzan las historias. Sirva la portada, de gran expresividad y que corrobora la idea esencial: la palabra ha de estar a salvo. Siempre.
En suma, Escritos en la guerra, es un libro de muchas voces, las de sus narradores y las de sus personajes, que se mezclan y aúnan para dibujar retazos, momentos, experiencias decisivas, pequeños instantes. A través del diálogo, del monólogo, de la descripción o la narración, en primera o tercera persona, mezclando épocas distintas, trabando historias… se van desgranando esos momentos que nos emocionan y nos hacen seguir creyendo en el ser humano y, como dijimos, en el poder de la palabra, superior, debería ser así, a de las armas.