martes, julio 17, 2018

"Poesía en Roma",
Santiago Montobbio,
Los libros de la Frontera, 2018
(El Bardo, 48)



Santiago Montobbio (Barcelona, 1966) es un poeta que escribe cuando tiene algo qué decir. Eso que, resulta una obviedad, no lo es si nos fijamos en su trayectoria. De joven escribió algunos libros y, después, pareció que había olvidado sus inquietudes poéticas hasta hace pocos años en que, como un torrente al que se le deja libre el cauce, no ha cesado de escribir y de producir poemas de una manera, acaso, algo distinta a la manera tradicional porque Santiago Motobbio escribe cuando le apetece y en el momento en que le surge la idea la apunta, ya sea caminando, tomando un café, sentado en un banco u observando una pintura. De esa manera su creación es más directa, no pasa por el filtro del recuerdo ya que surge, así, como él la siente y en el momento en que la siente.
Para nuestro poeta, además, la poesía no es un ejercicio formal de virtuosismo en el que uno debe estar pendiente de la forma, de las sílabas, de que las palabras cuadren, de que todo parezca obra de un orfebre, no, para él la poesía es vida y, como tal, brota y se encarna en la palabra, a veces metafórica, por supuesto, pero otras cercana a la prosa, humilde, cotidiana y, por eso mismo, espléndida y genial. Es, por decirlo así, como si en campo de tréboles, todos iguales, de repente surge uno que, sin dejar de ser trébol, presenta otras características, ya sea que tenga tres hojas o unas motas de otro color.Más bien es la obra de un alquimista.
Hemos tenido la ocasión de reseñar alguna de sus obras, con gusto e interés y ahora lo hacemos con “Poesía en Roma” que se nos antoja una obra muy personal, la que nos acerca más al almario de Santiago Montobbio, la que nos habla de sus recuerdos, de su familia, de sus sentimientos, de sus contradicciones y de ese anhelo por reflejar, en cualquier momento, la vida que pasa, demasiado a menudo, desapercibida.
El poeta, de manera muy sencilla, nos explica en la primera página, el origen del libro. En 2017 fue invitado a presentar su poesía en la Real Academia de España en Roma el 29 de octubre. Así estuvo en la capital italiana del 26 de octubre al 6 de noviembre y, en esos días, escribió los poemas que forman el libro que nos ocupa, un libro voluminoso de más de 500 páginas que puede leerse del principio al fin, como he hecho yo o que puede ser gustado y picoteado, como el lector quiera. Si se lee desde el principio, eso nos parece, se puede entender más el aspecto personal del poeta puesto que leer sus poemas es como si nos pusiéramos de puntillas y le observásemos por encima del hombro mientras piensa, deambula, reflexiona.
En los poema nos habla de una buena amiga, Carmelita, muy presente en sus versos que es la persona que lo presentó en Roma y con quien comparte gustos y aficiones, mas, por regla general, los poemas de Montobbio se escriben en soledad, se gestan a través de su mirada y de su sensibilidad. Así lo vemos paseando por Roma, parándose en plazas y en iglesias, observando más allá de las apariencias y estableciendo paralelismos con su vida. Los ángeles, por ejemplo, en los primeros poemas se nos muestran a menudo, pero no como esos seres melifluos que a veces contemplamos en las pinturas, si no, como unas criaturas destartaladas, aunque siempre presentes, acaso como esas iglesias añejas o esas plazas escondidas en donde los turistas apenas se detienen ya que, si lo hacen, son incapaces de ver nada.
Montobbio nos habla también, y mucho, del soporte en el que escribe, de sus libretas, de cómo, poco a poco, van cumpliendo su función y deben ser relevadas por otras y de cómo él las escoge con particular fruición porque son importantes, porque le ayudan, porque son la extensión de su mano y de su corazón. No faltan los cafés ni las pizzas ni los helados porque Roma es todo eso y mucho más; tampoco faltan los momentos de desorientación personal y aquellos otros de confesión y de recuerdo. El padre del poeta, muy vinculado a Roma, le sale muchas veces a su paso, y su tía y su propia madre, a la que tiene presente en cuanto ve algo que cree que debe contarle cuando regrese porque el poeta siempre regresa, siempre sabe que volverá y, por eso, atesora esos momentos tan delicados que son sus poemas.
No faltan tampoco los poetas en los que re reflexiona acerca de la belleza, de la creación, de la vida y de la muerte (“ (…) La muerte como un mar, la muerte como/ un sol. En la muerte duerme / y se encierra el secreto de la vida.”), del paso del tiempo y de sus consecuencias.
Hay muchas alusiones a los textos que le gustan, a los poetas que le han marcado, a su propia biografía poética. Montobbio no deja de homenajear sus raíces. Acude al río, no podría ser de otra manera estando en Roma, y en el Tíber, como en un eco manriqueño, encuentra también el origen de la vida y su pasar: “(…) La vida del hombre / es la noche sobre el río..”
Montobbio no olvida tampoco la metaliteratura, esto es, la explicación de su poesía:
“Hay mucha cosa escrita sobre Roma. / También sobre las sombras. Esto / me digo, y escribo estas dos líneas/ que en el corazón podemos sentir como un poema”.
Y esa es la clave de su poesía, no el aspecto más académico, ni más formal, como decíamos, sino el sensorial, el personal, el anímico, como podemos leer en este rotundo verso: “Esto eres, poema. Eres el hombre”.
Para Montobbio la poesía es paralela al devenir del mundo, es escuchar la vida de otra manera:
“Debajo del ruido del mundo / un poeta ha de sentir como fluye ,( debajo de las apariencias y las cosas, tal un río”.
Mucho más podríamos decir de “Poesía en Roma”, porque los pasos del poeta nos llevan a los grandes monumentos romanos, pero también al ruido, al tráfico, a sus contradicciones como ciudad eterna, acaso como la propia alma del poeta. A veces en Roma llueve, otras sale el sol; otras las puertas se cierran, otras se busca un camino y se encuentra otro, en ocasiones el banco en el que quieres sentarte está ocupado por otras personas y, por encima de todo, esos ángeles destartalados de la memoria, del recuerdo, que te acompañan, que no te dejan y la melancolía de la despedidas y el buen aroma de la amistad porque eso, y mucho más, es el poemario, un brindis a la amistad, un brindis a la contemplación ensimismada y un brindis a la vida.

jueves, julio 12, 2018

Ciudades,
Fran Alonso - Marc Taeger
Kalandraka, 2018

"Ciudades" es un poemario atemporal y enigmático. Fran Alonso, en 39 composiciones en verso libre, nos ofrece un paisaje particular y que nos permite intuir qué hay detrás de una ciudad, detrás del caos urbano, del asfalto, de la prisa, de la contaminación. Para Fran Alonso una ciudad es la suma de muchos factores, es más, en cada ciudad se encierran, como capas de cebolla, otras ciudades porque múlttiples son las perspectivas y diversas las miradas.
Hay mucho del propio paisaje sentimental del autor quien, ya en el primer poema, muestra su impotencia al no poder abarcar todos los habitantes de la ciudad. Él sabe que existen y sabe de su importancia, "pero yo no los conozco". Y a partir de aquí se desgrana este mapa personal que nos habla de "las ciudades del corazón", que admite los defectos de una urbe, pero que los perdona porque "es la ciudad donde nací".
Muchos de estos poemas nos habla del mar que es hacia donde mira la ciudad de Fran Alonso, Vigo; un mar omnipresente que lo acompaña desde que era pequeño, que a veces inundó las calles, pero que sigue estando ahí, fiero y manso a la vez. La lluvia es otro de los elementos que nunca abandonan su ciudad.
Nos habla también de los elementos que pueblan las ciudades, los árboles solitarios, la vegetación de plástico que adorna una cafetería, de la contaminación (el poema "Tu cuerpo es una ciudad" establece una metáfora preciosa entre un cuerpo humano y la ciudad, acompañado además de una ilutración más que sugerente de Marc Taeger). Alude también, cómo no, al tráfico, a las prisas, a los domingos en una ciudad o al ruido. No obstante, también nos ofrece una visión muy humana de la ciudad, es una ciudad que siente y sufre, que se evapora y vuelve a surgir porque esa ciudad "muda de piel cual serpiente".
Dedica también otros poemas a distintas ciudades, más cálidas o frías, pero que siempre le devuelven a la suya que es una especie de compendio de todas, como leemos en el último poema "Entre todas las ciudades prefiero / las que duermen sobre el mar / o aquellas que se alzan en la arena/ del desierto./Las primeras están habitadas / por sardinas de plata,/ y las segundas por / dátiles de luz".
La nostalgia, la melancolía, los juegos de palabras, la metáfora y la comparación hace de este poemario, como decíamos al principio, un texto atemporal, en el que siempre encontraremos respuestas y nuevas preguntas. La memoria del autor, su infancia, su contenplación nos salen a recibir con los brazos abiertos entre los versos de "Ciudades". 
No podemos olvidar, por supuesto, ese tono triste, lleno de brumas que alude a una ciudad sola, dejada, una ciudad usada por todos, pero no respetada e, incluso, abandonada.
Por otro lado, las ilustraciones de Marc Taeger, a las que ya hemos aludido, juegan con el valor simbólico de los elementos, muestran formas urbanas que se confuden con las humanas o vegetales, propician un hermanamiento entre el alma y el asfalto, De alguna manera reflejan la metáfora de los poemas con ese juego de colores y la presencia abundante del mar.
El libro fue accésit del premio Lazarillo 1996 y va destinado a lectores desde 10 años en adelante, incluidos los adultos.

 

martes, julio 10, 2018

Pam a pam
Leo Lionni
Kalandraka, 2018

"Pam a pam" és el primer llibre de faules d´en Leo Lionni. Publicat el 1960 és un clàssic que, ara, Kalabdraka, torna a oferir a les noves generacions perquè gaudeixin de la imaginació d`aquest autor holandès que, sens dubte, ha d´estar present a les nostres biblioteques.
En aquest cop, és una eruga qui, malgrat la seva petitesa, ha de fer servir tot el seu enginy per no ser devorada per diversos ocells. L´eruga diu que ella mesura i, davant aquesta novetat, el pit-roig, ple de curiositat, demana que el mesuri a veure quants pams fa. I així, la nostra amiga apamadora va mesurant diverses parts d´altres ocells. El rossinyol li demana una cosa molt difícil, impossible, que mesuri la seva cançó o serà el seu esmorzar. I l´eruga no diu pas que no, encara que el seu cap va a mil fins que, pam a pam, sense deixar de fer la seva feina, desapareix i els deixa a tots, mai millor dit, a um pam de nassos.
El text, senzill i amb molt diàlegs, té una clara vessant metafòrica que cadascú pot interpretar segons les seves pròpies experiències.
De ben segur que els primers lectors obriran els ulls de bat a bat quan veuen com una animal tan petit és capaç de plantar cara als més grans i de guanyar, no per la força, sinó per la seva intel·ligència. Aquesta sí es una bona lliçó de vida i un bon final per la faula. Ara bé, cal afegir que en Leo Lionni no deixa escrit cap missatge moral, no, no cal, és el lector qui en pot extreure les conseqüències que vulgui sense deixar de passar-s´ho bé, que és la veritable finalitat del text.
Destaquen les seves il.lustracions, un homenatge a la natura, amb el color verd com a senyor i rei. Cada pàgina del llibre és una obra d´art, equilibrada, lluminosa i vital.
L´astúcia de l´apamadora ens roba el cor i en fa pensar en que, a la vida, les aparences, com sempre, ens poden enganyar i que no hem de fer cas a les primeres impressions ni als estereotips.