martes, diciembre 09, 2014


Tío lobo,
Xosé Ballesteros (adaptación) - Roger Olmos (ilustraciones)
Kalandraka, 2014.


Los cuentos infantiles suelen terminar bien, sobre todo los cuentos de autor. Parece que haya algún temor en ofrecer un final triste o diferente. No obstante, la literatura popular y tradicional supera estos miedos y atesora textos, de gran fuerza expresiva, en donde el mundo se muestra tal como es, con sus claros y oscuros. Habrá quien se rasgue las vestiduras por ello, pero más bien parece que este tipo de literatura, más cercana a los orígenes, ayuda a los niños a crecer y a hacerlos más autónomos.
Tío Lobo se basa en un cuento tradicional italiano, de la zona del Friol. Un cuento con final terrible, aunque, eso sí, logra su propósito porque podríamos decir que pertenece a un género determinado, el de los "cuentos de advertencia". En este caso, se advierte contra los niños mentirosos.
Carmela es la pequeña protagonista, una niña golosa y algo vaga, a la que le gustan con delirio los buñuelos. Su madre está dispuesta a preparárselos, pero antes debe pedir la sartén al tío Lobo quien se la deja, aunque a cambio debe darle también doce buñuelos, un pan de maíz y una botella de vino. La madre de Carmela cocina de sobras y Carmela come hasta saciarse, pero, al ser muy glotona, se come, por el camino, el presente del tío Lobo y lo sustituye por elementos zafios, con la esperanza de que no lo note. Pero, mira por dónde, el tío Lobo se da cuenta del cambio y amenaza con comerla. Su madre cierra todas las ventanas para impedirlo, aunque se deja la chimenea y el final podemos intuirlo, aunque no se soslaya, sino que queda perfectamente explícito.
El cuento va destinado a los niños desde 4 años y presenta un planteamiento ágil y divertido, con juegos de palabras, acumulaciones, repeticiones propias de la literatura oral y unos personajes muy bien caracterizados. El consejo, eso sí, es que sea un adulto quien lea el cuento con el niño y trate de hacerlo de forma dramatizada para incidir en aquellos aspectos más imaginativos y lúdicos. La versión de Xosé Ballesteros es ingeniosa, incide en las situaciones estrafalrias que harán reír al niño y juega, como ya hemos dicho, con las palabras.
Las ilustraciones, de Roger Olmos, son de verdad admirables. Sus óleos derrochan elementos y ofrecen otras miradas al niño porque, detrás de las imágenes, se esconden nuevas propuestas. Así, el pelo rojo de Carmela es como un inmenso buñuelo o se mezcla con el paisaje;  el bosque, incluso, adquiere forma de sartén. Hay que recordar que este mismo libro fue el primero de los que ilustró el autor en el año 2000.
Es un cuento con moraleja, muy en la línea de los apólogos o ejemplos medievales, en donde la advertencia queda clara. No obstante, el tono, gracias a la adaptación magnífica de Xosé Ballesteros, pierde la apología dramática, esa carga de moralidad aplastante y aburrida que podemos observar en ciertos textos didácticos y se convierte, como hemos dicho, en una llamada de atención lúdica que el niño puede entender, de forma simbólica; de ahí la necesidad de que un adulto le lea el cuento.
Algunos juegos infantiles, en los que intervienen los padres, manejan también las expresiones "que te como, te voy a comer, ahora te como... " que hablan de cariño, complicidad y cercanía. De ahí que, si queremos, el final de Tío Lobo, aunque no fuera esa su intención primera, pueda interpretarse como un juego también.
Sea como sea, Tío Lobo es un relato bien trabado, lleno de elementos llamativos, con unas ilustraciones riquísimas y una presentación muy cuidada. ¿Cómo resistirse a leerlo?
Tío Lobo puede leerse en castellano, gallego, catalán y portugués.

lunes, diciembre 08, 2014





¿Quién falta?,
Arianna Papini,
Kalandraka, 2014.


La cuaga, el pájaro carpintero pico de marfil, la tecopa, el tigre de Java, el jabalí verrugoso de Bisayas, el puma de Norteamérica, el dodo, la vaca marina de  Steller, la gacela saudí o el bucardo son algunos de los animales, extinguidos o en vías de extinción que se asoman a las páginas de ¿Quién falta?
En primera persona estos animales, mamíferos, peces o aves, nos recuerdan su paso por el mundo, sus costumbres y se preguntan qué han hecho para desaparecer. Arianna Papini les da voz y les permite, de manera poética y a menudo lírica, esbozar una queja o un lamento: "me cortaron el vuelo antes de que pudiese protestar", "yo solo soy un recuerdo", "desaparecimos de la Tierra para siempre", "ahora dicen que yo era atractiva, pero jamás volverás a darme caza"; "ahora vuelo en el viento de la memoria, y aquí ya no me podrán alcanzar", "no me busquéis allí", "me fui apagando poco a poco"...
Es triste que estos animales -y muchos más- ya no estén con nosotros, porque, con ellos, se pierde una gran riqueza y se pierde parte de nuestra identidad. El propio tigre de Java así lo dice. "el ser humano parece ignorar que la variedad es riqueza, y la mayor de todas es la biodiversidad". Este mismo no renuncia a sus principios: "Ya no existo, es cierto, pero recuerdo orgulloso lo que he sido".
Los animales que están en vías de extinción también se duelen e intuyen que tienen los días contados: "solo quedamos los últimos", "vagamos por un mundo que no comprendemos", "una bala acabó con mi vida"...
¿Quién falta? es un libro conmovedor. Podemos leerlo como el testamento poético de estos animales, como un legado que ellos pasan a las nuevas generaciones, a los niños lectores, para que, acaso estos, sepan qué no deben hacer,  y evitar así que se repita la suerte de estos animales que perecieron víctimas de la sinrazón humana. Sea como sea, todos ellos, como dice el león blanco: "estamos muy cansados y queremos dormir... en paz".
Cada animal está perfectamente ilustrado por la propia autora. Son ilustraciones realistas, que reflejan calma y armonía y que reflejan, en las miradas de los animales, toda la grandeza que aún tienen y que aún pueden transmitir.
¿Quién falta? se presenta como álbum ilustrado y va destinado a los niños a partir de 8 años, aunque los adultos haríamos bien en leerlo y en sentirnos, de alguna manera, cómplices de que estos animales ya no vuelen ni se paseen  por las selvas ni surquen los océanos.
El libro está traducido y adaptado por Xosé Ballesteros y transmite paz y serenidad y, por supuesto, plantea retos y una gran pregunta. ¿por qué no se pararon los exterminios? Quizá, como comenta tristemente el bucardo, porque "la realidad fue más triste que la memoria".

domingo, diciembre 07, 2014

Uno de los cuentos más populares de todos los tiempos es, sin duda, Caperucita roja, del cual se han hecho tantas versiones y adaptaciones que sería imposible compararlas todas.
 El cuento de Caperucita nunca pasa de moda. Buena prueba son los tres títulos que comentamos -y recomendamos- a continuación.






Caperucita roja / La Caputxeta Vermella
Meritxell Martí - Xavier Salomó
Combel, 2014.

El texto editado por Combel es una versión resumida del cuento original, aunque muy cercana a sus orígenes. Meritxell Martí, en verso, nos habla de una niña que ha de superar varios obstáculos, como es el del lobo, para conseguir su fin que es llegar, sana y salva, a casa de la abuela, aunque allí le espere otra sorpresa que, por suerte, acaba bien para la niña.
Aparte de la musicalidad del texto de Meritxell Martí, las ilustraciones de Xavier Salomó convierten el cuento de Caperucita en cinco escenarios pop-up para que los primeros lectores disfruten con una representación del cuento cargada de plasticidad y detalles (la gran boca del lobo, el bosque enmarañado, el lobo con el camisón de la abuela...). Destaca la ventanita por la que el niño puede asomarse también al mundo exterior.
El cuento, en definitiva, une texto e ilustración y consigue una buena adaptación del cuento tradicional que puede servir como primera versión para los niños y niñas que empiecen a conocer el cuento.


 Caperucita y el lobo bobo,
Enrich Lluch -Jorge del Corral
Algar, 2014.

Caperucita y el lobo bobo es un cuento destinado para los niños que conocen el original y que podrán establecer las comparaciones oportunas y pasar un buen rato con los cambios que Enrich Lluch ofrece en esta versión. El cuento, por otra parte, pertenece a la colección "Descuentos" que muestra otra manera de entender los cuentos clásicos, más divertida, más cercana a nuestros días y, por supuesto, llena de humor e ironía.
En esta ocasión el lobo es, como dice el título, un poco bobo. Es un lobo patoso que se mete él solo en problemas y decide, al fin, cambiar el cuento y aconsejar a sus hijos que se dejen de historias con la Caperucita.
Caperucita va a casa de su abuela, pero no a llevarle comida, como cree el lobo, sino a llevarle unas gotas para los ojos que el médico le recetó. La abuela no está en casa cuando llega el lobo, sino en la huerta y el lobo se mete en la cama esperando a Caperucita. La niña cuando le ve los ojos "hichados como pelotas de tenis" decide ponerle el colirio y el pobre lobo se desespera de dolor. El cazador y la propia Caperucita lo acompañan al veterinario que lo acaba vendando "de arriba abajo" y el lobo decide no meterse en más líos.
Las ilustraciones de Jorge del Corral, por su parte, muestran a unos personajes modernos, vestidos de manera actual (destaca la horquillita que lleva Caperucita en el pelo y los pantalones de la abuela) que se apiadan del lobo y tratan de ayudarlo. El lobo, por su parte, sigue mantiendo el rol de "lobo feroz", aunque frustrado, eso sí.
El cuento, insistimos, gustará -y mucho- a los niños y niñas acostumbrados a leer y que ya pueden hacerlo de manera autónoma.



Cadavercita
Luis Murillo - Emi Ordás,
Algar, 2014.

Han pasado los años y Caperucita no es la dulce niña que todos pensamos, porque ha muerto y ahora es un zombi. Eso sí, no nos lo han dicho para no disgustarnos. El caso es que los padres de Caperucita, que también han fallecido, tienen un plan perverso y quieren matar a la abuelita para poder construirse un mausoleo y estar a gusto eternamente. No cuentan con que Caperucita los ha oído y tampoco imaginan la abuelita, además de ser una dulce mujer, tiene unas armas fabulosas, ya que pelea como una ninja.
El argumento anterior podría parecer disparatado y excéntrico, no obstante se trata de un texto divertido que desmitifica el clásico de Caperucita y le da una visión terrorífica, aunque apta para cualquier público.
El lobo -Lupito-  juega un papel importante también, aunque el pobre se asusta al ver a Caperucita convertida en Cadavercita y no sabe tampoco que la abuela es una mujer de acción; de ahí que salga tan mal parado (tanto que es asado a la brasa).
Al final, abuela y nieta acaban compartiendo la eternidad, pero para nada aburridas como verá el lector.
Cadavercita es una versión macabra del cuento de Perrault, pero no excenta de gracia aunque el lector, que conoce el original, no da crédito a lo que está leyendo y, sin embargo, se deja seducir por un argumento cómico y muy alejado de los convencionalismos propios de los cuentos tradicionales.
Los dibujos de Emi Ordás, por su parte, se adaptan muy bien a la oscuridad del relato y escogen los tonos negros, grises blancos y, por supuesto, rojos. Son ilustraciones que invaden las páginas del cuento y que nos sumergen en un ambiente tétrico pero, a la vez, festivo, porque seguimos sin dar crédito al ver a la abuela blandiendo una espada como una ninja o a Caperucita en plan zombi. Sin las ilustraciones, por supuesto, nos sería muy difícil seguir la historia y quizá no la comprenderíamos del todo. Así, texto y dibujos juegan con el lector y se permiten incluso escandalizar a los más conservadores para alborozo de muchos, por supuesto.
Cadavercita se presenta como un ábum ilustrado. La tipografía, por otra parte, es básica en el relato ya que se mezcla el texto del narrador, con el diálogo ocasional de los personajes y algunos términos que aparecen resaltados en amarillo. Choca que un libro de este formato (negro, con una Caperucita zombi en la portada) se dirija a los primeros lectores, pero, quizá no le venga mal a Caperucita una desmitificación como la de Cadavercita. Eso sí, el niño o niña que lo lea, necesitará alguna explicación de un adulto. O eso pensamos. Sea como sea, el personaje de Caperucita sigue su transformación y va enfrentándose a toda clase de retos para alcanzar su autonomía personal. Ese es uno de los objetivos del clásico.


sábado, diciembre 06, 2014




El miedo en el pasillo / La por del passadís/ The hallway horror
Raimon Portell - Sergi Portela,
Algar, 2014.

El miedo en el pasillo es un álbum ilustrado, de formato muy atractivo, escrito por Raimon Portell e ilustrado por Sergi Portela.
El texto va dirigido a los primeros lectores y se centra en uno de los miedos infantiles más frecuentes: el miedo a la oscuridad. Muchos niños y niñas duermen con una luz encendida o necesitan que alguien los acompañe cuando está oscuro porque se sienten desamparados. La literatura infantil trata de canalizar estas emociones y ofrece respuestas de forma metafórica o simbólica.
En este caso, la pequeña protagonista piensa que el miedo se esconde el final del pasillo de su casa, en un trastero, y, cada vez que ha de cruzarlo, de noche, pone en marcha varios recursos que ella misma ha aprendido. Canta en voz alta o baila para que ese miedo, que, en primera persona, la propia niña describe de forma muy plástica, empleando comparaciones muy plásticas, desaparezca o, al menos, no la atormente.
Lo mágico de Miedo en el pasillo es que, gracias a una carencia, la pequeña protagonista logra darle la vuelte y hacer de un miedo una virtud. De esa manera, es la que mejor canta en el colegio, baila estupendamente y, por si fuera poco, ha ganado una carrera. Todos le preguntan dónde ha aprendido y solo ella sabe que es gracias al miedo que vive al final del pasillo de su casa. Por fin, su padre la acompaña a colgar la medalla que ha ganado en la puerta de ese trastero, es, como, si con ese gesto, la niña se desprendiera, al fin, del miedo.
Las ilustraciones son espléndidas y muestran al miedo casi físicamente en contraste con la pequeñez de la niña protagonista quien, en la primera parte de la historia, siempre va en pijama, huyendo y, en la segunda ya se muestra aplicando sus técnicas en su propio beneficio: cantando, bailando, corriendo.
La presencia paterna se observa de manera silenciosa, acompañando a la pequeña en su crecimiento y favoreciéndolo (los padres apagan la luz, los padres la mandan a la cama... y el padre, escoba en mano, la acompaña a colgar la medalla en la puerta).
El miedo en el pasillo es un libro hermoso y ayudará a los pequeños lectores a enfrentarse con sus miedos y a aprender, como ha hecho la niña protagonista, a darles la vuelta y a vivir con ellos sin que eso te limite. Poco a poco, el miedo acabará desapariendo... aunque sea a base de escobazos.
Buen regalo para los pequeños de la casa en vísperas navideñas.





Cara de pájaro,
Rocío Bonilla,
Algar, 2014.

A Carrasco le cambia la vida una expresión que él interpreta al pie de la letra. Su vecina, la señora Manolita, le dice que "tiene cara de pájaro" y en ese momento arranca el sinvivir del niño.
Carrasco va al colegio, es bajito, pero no le importa, porque tiene muchos amigos. Hay, además, otra cualidad importante que Carrasco derrocha y esta es la imaginación.
Rocío Bonilla, la autora e ilustradora de Cara de pájaro, se introduce en la mente del niño para definir cómo se siente cuando le dicen que tiene cara de pájaro. Carrasco comienza inmediatamente a poner en funcionamiento su mente y trata de verse con otros ojos para descubrir dónde están esas cualidades propias de las aves que él, hasta el momento, no se conocía. De esta manera, Cara de pájaro se puede leer en clave de humor, pero también hay que estar alerta, padres y educadores, porque Carrasco intenta, incluso, volar.
La confusión entre el plano real y el evocado, propio de la metáfora, no cabe en la mente de un niño que necesita más explicaciones. De ahí que debamos tener cuidado a la hora de hablar en sentido figurado con los niños. No todos lo entienden ni tienen la capacidad de hacerlo.
Cara de pájaro resuelve muy bien el problema porque Carrasco acaba pensando que es su vecina la que tiene una confusión en la mente con los animales al decir de su perro, más bien poca cosa, que "es un gallito".
El texto, escrito con gracejo, va destinado a los primeros lectores, a aquellos que han aprendido a leer y que disfrutan haciéndolo. No obstante, sería bueno seguir la orientación al final del libro y hablar con el niño de las expresiones comunes en la lengua que tienen a los animales de protagonistas. Eso permitiría seguir inventando historias y jugar con las palabras, lo cual es una idea excelente, a cualquier edad.
En cuanto a las ilustraciones se centran en la desazón de Carrasco por descubrir qué detrás de los pájaros y entender por qué él tiene su cara. Son ilustraciones que se leen, en paralelo, con el texto y que permiten establecer un contraste entre el aspecto de Carrasco, más bien pequeño y delgado, y la enormidad de su proyecto (libros y más libros, apuntes, fórmulas...).
Cara de pájaro es un libro que permite volar, claro que sí, pero con la imaginación que es menos peligroso y tiene muchas más ventajas que subirse a un muro y agitar los brazos.